Cate Blanchett: "Cuánto me hubiera gustado ser cantante"
Entrevista. Cate Blanchett
Aspira al Óscar, y con muchas posibilidades, por la directora de orquesta de 'Tár'
Cate Blanchett, primer Goya Internacional
Cate Blanchett, la reina de Hollywood (o la actriz que solicitaban los más grandes)
Gracias a Apple Music podemos contar con las palabras de Cate Blanchett (Melbourne, Australia, 1969), una de esas figuras globales que no requieren de mucha presentación. Aspira firmemente al Óscar por su interpretación en Tár, la singular directora de orquesta. Ya tiene dos Óscar con anterioridad, por la Katharine Hepburn de El aviador, como mejor secundaria, y el de actriz principal por Blue Jasmine. Forjada en el teatro de su país, su carrera en Hollywood ha sido fecunda y meteórica desde Elizabeh y cimentándose desde la saga de El Señor de los Anillos. Dotada para el drama y con una sutil vis cómica es una de las grandes intérpretes actuales.
–Tár, la película que se estrenaba días atrás en España, está llamada a brillar en la gala de los Óscar y en especial por el trabajo de su protagonista ¿hay que sentir pasión por la música para meterse en la piel de la directora de orquesta como Lydia Tár?
–La música te conecta con otro mundo, te lleva a otra parte. No hay nada que supere la experiencia de la música en vivo. Tiene algo de milagroso componer e interpretar una nota con otra. Es un milagro, de verdad. Puedes disfrutar de la voz humana cuando se funde con otras voces... cómo surgen las voces de los cantante. Cuánto me hubiera gustado ser cantante.
–La música es la vida, está unida a las vivencias, a la familia, a nuestros recuerdos...
–Yo suelo escuchar música todo el tiempo. Ahora que tengo cuatro hijos, cuando eran más pequeños, nos levantábamos a las 6 de la mañana, poníamos algo al azar y bailábamos. Solía haber música en casa desde muy temprano. A medida que crecen los hijos ya tienen que ir a un sitio llamado escuela y luego tienen que hacer una cosa que se llama trabajo. Tuvimos que cambiar los hábitos de las mañanas.
–¿Está claro que sin talento no hay música?
–Talento en los músicos y en todo el proceso de producción. Me he dado cuenta de la labor de un buen productor creativo. Ahora aprecio mucho un álbum realmente bien producido. Nos suelen gustar los temas por separado, una canción en particular, pero a los músicos siempre hay que conocerlos en conjunto, cómo son en la diversidad de su talento y trabajo.
–¿Con la figura de Tár se acercaba a un mundo desconocido, un territorio por explorar?
–Lo veo como una vía de escape o una expansión a lo que conocía sobre la música. En una película como Tár hay muchas cosas que desconocía. Lo que más me gusta es cuando ves una pieza de danza y el bailarín se eleva en el aire y no sabes si está ascendiendo o descendiendo. Hay un momento de suspensión y a veces hasta puedes sentirlo. Es lo que he percibido en esta película: te elevas con un grupo de actores, con un gran guion y también con una gran música. Nos transporta. Así nos pasó a los que trabajamos en la película y, deseo también, a todos los que la vean.
–¿Qué le contaban los directores de orquesta con los que habló para esta interpretación sobre una compañera?
–Son profesionales que estudian a fondo las obras. Escuchan muchas grabaciones, recopilan mucha información. Cuando tratan una obra no es algo que trabajen sin una base. Cuando hablan de su trabajo personal se preocupan de si serán capaces de estar a la altura de la gran música que intentan canalizar a través de ellos mismos hacia la orquesta y así de vuelta al público. Creo que es la sensación que perciben todos los directores. Lo que aprenden es cambiar la energía de ese temor hacia un resultado productivo.
–¿Es el pulso consigo misma de Tár?
–Es una persona que siente que está alejada de sí misma y ahí empieza a pensar, lo que creo que reflexionan muchos artistas discográficos en cierto momento de su carrera: se obsesionan con el legado que van a dejar a los demás.
–¿En su caso, una actriz tan reconocida, cómo maneja las críticas halagadoras (y también las malas y terribles)?
–Hay que ser consciente de que hay muchas personas que te admiran y también otras muchas que te desprecian. Hay que manejar lo bueno y lo malo. Realmente es difícil saber qué hacer con los elogios. Cuando salí de la escuela de arte dramático hace muchos años no creo que nadie supiera qué hacer conmigo. No encajaba en ningún papel. Lo percibía. Entonces no creía que tuviera una carrera cinematográfica por delante, eso no estaba en mi horizonte. Decidí aprovechar cualquier oportunidad que se me presentara, convertir en una buena oportunidad lo que a otros compañeros creerían que es basura. Sólo tenía que buscar a mi alrededor y trabajar mucho.
–¿Qué quería ser de mayor?
–Al salir del instituto cuando me preguntaban sobre mi futuro yo decía que quería viajar con mi trabajo. El privilegio de ser una actriz en activo es que puedes vivir muchas vidas, habitar muchas identidades diferentes. Mi sentido de la identidad, quién soy, o cómo me percibe la gente, es algo que fluye, pero prefiero pensar en las experiencias de otras personas para hacer mejor mi trabajo.
–¿Y cómo calificaría su forma de trabajar?
–Me resulta muy difícil decir “no” y quizás es algo que debiera mejorar. Digo “no” a muchas ofertas, pero no me niego cuando alguien me lanza el guante en el campo creativo. Me involucro totalmente. Me gusta ayudar a que los proyectos se hagan realidad con mi aportación. Al final mi trabajo es el proceso para llevarlo a cabo. La decisión sobre lo que hacer ya está tomada antes de lo tengas asumido de forma consciente y en ocasiones también es una reacción a algo que habías hecho antes. El proceso en sí no siempre tiene que ser agradable, pero sí tentador, estimulante.
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