“Debe haber libertad y no matarla”
Cari Antón | Dramaturga
Se subió a los cinco años a un escenario y aún no se ha bajado. Ha dirigido a artistas como Sara Montiel y ha protagonizado tiradas de papel couché por ser una de las últimas compañeras de viaje de José Luis López Vázquez. Ahora, Cari Antón (Elche, 1957), es noticia por hacer magia en la Gran Vía madrileña.
La dramaturga da vida de nuevo a la gran Lina Morgan en el teatro Arlequín con Gracias por venir, pero estos días prepara los bártulos para bajar a Andalucía, donde en su primera parada atracará en el sevillano teatro Pathé del 19 al 21 de enero.
–Lleva muchos años, supongo que respira teatro por todos los poros.
–Desde niña estoy sobre el escenario. Entré muy jovencita en La Carátula y mi madre y mis hermanos también hicieron teatro. Después estudié Arte Dramático en Murcia y desde ese momento no he parado.
–Hay quien dice que esta carrera es tóxica, que se adora y se odia a la vez. ¿Alguna vez quiso tirarlo todo por la borda?
–No me he sentido así porque tira más el amor que tengo al teatro. Lo único malo que tiene esta profesión es la inestabilidad económica, porque acabas un trabajo y no sabes qué va a pasar el mes siguiente. Te pasas la vida sin saber si vas a trabajar y para aguantarlo hay que tener la cabeza muy bien amueblada. Entre poder y no poder te tira más la vocación. Para mí es muy fuerte la vocación y la ilusión de poder hacer proyectos nuevos. Me da la vida.
–El tributo a Lina Morgan hecho en Gracias por venir es teatro en estado puro.
–Es un encargo del productor José Luis Sánchez Codina. Me dijo que escribiera una obra de teatro como si fuera para Lina Morgan y me hizo una ilusión tremenda. Yo la conocí, compartí con ella muchas cosas y la admiración para mí era tremenda hacia ese gran monstruo. El proyecto fue una locura, porque es hacer una cosa que todo el mundo la tiene en su cabeza y en su corazón, pero no es lo mismo que escribir una obra de teatro. A los personajes tú los creas, los inventas, los haces como tú quieres, pero Lina Morgan estaba en la memoria de todo el mundo. Sin embargo, con Amanda Mora, Javier Arriero y Ana Torres ha sido un bombazo. Llevamos ya cinco temporadas en la Gran Vía.
–Es autora de Hay sexo a partir de los 50 y Sufre mamón, ¿es Gracias por venir su mayor éxito?
–Es un texto completamente nuevo siguiendo la línea de la comedia. Mora, Arriero y Torres, cada uno en su papel, hacen un cóctel maravilloso que ha dado el éxito que está teniendo.
–¿Qué tiene Lina Morgan que sigue atrayendo a las salas?
–Es un personaje querido por todo el público. Hay una alegría y una ilusión increíble. Además muchos niños que no la conocían, lo están haciendo ahora. Hay mucha gente que repite para traer a sus familiares y esa es una de las satisfacciones que me está dando la vida en estos momentos.
–¿Qué podemos ver sobre el escenario?
–Es una comedia de enredo donde nada es lo que parece, donde la risa está asegurada y donde los personajes van a meterte en la trama hasta que haya un choque entre el corazón y el alma.
–¿Le hubiese gustado a Lina Morgan la obra?
–Un día la hija de Juanito Valderrama, María, que fue muy amiga de ella, se me abrazó muy emocionada y me dijo, casi llorando, que si estuviera viva le hubiera encantado hacer esta obra. Esto me dio mucha alegría y muchas ganas de seguir para adelante. Así que, sinceramente, tengo que decir, a estas alturas, que sí, que le hubiera gustado. Si a lo mejor me lo hubieras preguntado hace cuatro años cuando la escribí, no lo sé, pero ahora después de todas las experiencias de la gente cuando ha venido a verla tengo que decirte que, en mi humilde opinión, que sí.
–¿La hemos conocido de verdad?
–La gente ha conocido la parte que ella quería mostrar a su público. Ha sido una gran cómica del siglo XX y es difícil que haya otra de esa envergadura, pero se dejó conocer poco.
–¿Si hubiera vivido esta época se hubiera mostrado de otra forma personal y profesionalmente?
–Hubiera sido la estrella que fue porque estamos haciendo nosotros lo mismo y estamos teniendo éxito. La alta comedia, que es lo que ella hacía, va a gustar siempre.
–Sus obras eran muy naif, para todos los públicos, algo diferente a lo que se hace ahora, más comprometido.
–Ella hubiera hecho lo mismo, porque el público hubiera seguido yendo a verla. Estamos viviendo una época en la que es verdad que se está perdiendo un poco el buen gusto y los valores. Todo no vale. No se pueden cruzar todas las líneas rojas porque no es necesario.
–Esta oleada de censuras por algunos grupos políticos que gobiernan en algunos municipios y que vive el teatro, ¿cómo la ve?
–Creo que esa línea roja no hay que pasarla, pero tampoco podemos estar en una línea amarilla a dos kilómetros. El término medio es el bueno. No se puede llevar tanto cuidado con lo que se dice o se hace, porque ahora es que no puedes decir nada, y eso tampoco es. Debe haber libertad y no matarla.
–Acaba un año difícil para la escena con la muerte de Concha Velasco.
–Lo he sentido con mucho dolor y muchísima tristeza. Conmigo se portó maravillosamente bien y todo es poco lo que yo pueda decir de ella. Ha sido una pérdida grande para el mundo de la interpretación.
–¿Ha cambiado mucho el teatro en estos años?
–Antes se podían hacer obras de teatro con diez, doce o catorce actores, era lo normal, y ahora son dos o tres como mucho, y está triunfando el monólogo. Hoy resulta mucho más difícil mover una obra con muchos actores en el teatro privado. Yo noto esa diferencia tremenda entre aquellos años y hoy en día.
–¿Es agradecido?
–Para mí sí, porque el agradecimiento es la sonrisa del público, el aplauso, el abrazo y ese cariño que te entrega. Haces cine o haces televisión y no pasa nada. En el teatro hay una comunión tan grande que respiras agradecimiento.
–¿Le marcó mucho compartir su vida con José Luis López Vázquez?
–No, porque yo hacía la misma vida que sigo haciendo ahora y que hacía antes de conocerlo. Era persona muy especial, un genio, y desde luego aprendí muchísimo de la escena y de la vida con él, algo por lo que le estaré siempre agradecida.
–¿Qué le pide a 2024?
–Salud para todo el mundo y paz. Deberíamos unir esas dos cosas. Cerrar los ojos y pedirlo a gritos, porque la verdad es que estamos viviendo unas cosas muy duras, muy tristes y con mucha pena en el corazón.
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