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Buenaventura del Charco: "Puedes ser feo y no pasa nada"

Psicólogo

Buenaventura del Charco. / Juan Carlos Muñoz

Buenaventura del Charco (Granada, 1986) anima a sus lectores y a sus pacientes a aceptarse tal y como son en su nuevo libro, Te estás jodiendo la vida: Olvídate de tu mejor versión y sé tú mismo (Planeta de Libros), aunque eso resulte complicado. Este psicólogo pide a la gente que no se ponga retos para este nuevo año que comienza y que sea consciente de si estas metas son cosas que quiere o si se intenta contentar a la sociedad.

–Asegura que nuestras vidas “perfectas” están acabando con nosotros.

–Es una contradicción. Es el momento de la vida en el que la gente se supone que se desarrolla más, tienen estudios, se cuidan más y tienen una vida social más interesante que antes, los libros más vendidos son de autoayuda y los podcasts más escuchados son los de salud mental. Se supone que la gente tiene más herramientas y más preocupación por su bienestar psicológico, sin embargo, tenemos las tasas de depresión y ansiedad más altas de la historia. Es evidente que hay algo en esa búsqueda de lo ideal que está jodiéndole la vida a la gente.

–De hecho, España es uno de los países en los que se toman más pastillas contra la ansiedad y la depresión.

–¿Hasta qué punto la preocupación por la salud mental es postureo? Se habla mucho de dar visibilidad a la salud mental, pero no es real. Lo que sale es un tío diciendo que tuvo una depresión y diciendo que es la puta polla y que ha salido de la depresión, pero el tío no te habla de que ha estado triste en la cama sin verle sentido a la vida. Te hablan de que tuvieron bullying para explicar cómo han acabado siendo Aitana. Al final, todo se convierte en una cuestión estética.

–¿Un uso de la tristeza para alcanzar la plenitud?

–Es hablar de lo mal que he estado, para contar lo bien que estoy ahora. Esta tendencia es mundial aunque cada país tiene su idiosincrasia. El factor común es esa búsqueda de la perfección y esto viene del consumismo. Todo tiene que mejorar y el problema es que nos lo hemos llevado al ámbito de las personas, las relaciones se parecen a la ropa , lo que buscas es la novedad y la sensación de estrenar, la gente busca sensaciones y emociones intensas, un consumismo en términos experienciales. Lo raro sería que esta depresión no hubiera ansiedad y que con esta deshumanización no hubiera depresiones.

–Pero no nos permitimos estar tristes.

–Claro y porque este discurso te dice que estás mal porque no tienes herramientas para gestionar tu situación. La gente está perdiendo lo más básico que es el derecho a estar mal y a poder quejarse. Como nadie quiere ser un fracasado, todo el mundo reprime el malestar, por lo que este se vuelve aún peor. Creía que la autoayuda y el pensamiento positivo era pornografía emocional, se parece a la vida real lo mismo que el porno al sexo, pero me di cuenta de que era muy peligroso.

–Parece que nos empezamos a separar un poco de esta corriente.

–Cada vez surgen más autores que hablan de esto y, quienes antes te hablaban de sacar tu mejor versión, ahora dicen que no hace falta ser perfecto. Se ha empezado a hablar de poder estar triste, pero el contagio ha sido del pensamiento positivo al de ser tu mejor versión, es una especie de responsabilidad. Esta psicología de panfletos deshumaniza al individuo, venden una idea, no de enfrentar los problemas, sino de usar una técnica para alcanzar un bienestar, pero no creo que sea una solución real.

–Es un bienestar momentáneo, ¿no?

–Viene del autoengaño. La seguridad en uno mismo es una consecuencia, cuando estoy dispuesto a enfrentar cosas que me dan miedo por lealtad y honestidad conmigo mismo, voy forjando una seguridad. Tú estás en relación contigo mismo y cuando tu eres una persona de fiar, confías en ti mismo, como en un amigo.

–Ahora hay también una corriente en redes sociales de subir fotos llorando.

Esto es muy interesante. Esto demuestra hasta qué punto la salud mental es postureo. Freud decía que la culpabilidad tenía que ver con el pecado, si cogemos a Fritz Perls, de los años 50 y 60, la culpabilidad tiene que ver con el deber respecto a la sociedad y ahora la culpabilidad gira entorno al gustar. En ese miedo a gustar hay un continuo comprobar a que la gente nos está mirando y nos valida, es como meternos una raya de validación. En las redes sociales hay algo interesante y es que mostramos contenido a un montón de personas para que nos miren, pero nosotros no las miramos a ellas.

–Nos miramos a nosotros mismos.

–Si yo estoy muy contento con la entrevista, llamo a mi novia o llamo a mi amigo y se lo cuento. Si lo subo a Instagram, en realidad no se lo estoy contando a nadie en concreto, por lo que no quiero la opinión de nadie, solo quiero sentirme listo. Lo que pasa es que la cultura actual es que, en vez de calmar esa idea, la fomenta constantemente, precisamente por el consumismo: primero hago que te avergüences de las estrías y luego te vendo la crema.

–Y luego se presume de las estrías.

–Es un discurso muy esquizofrénico porque es todo el rato una cosa y la contraria. Si no me siento guapo en el canon de belleza actual, pero soy incapaz de asumir que puedo no gustar. Lo que tenemos que decir es que puedes ser feo y no pasa nada. Tu valor como individuo no depende de tu aspecto físico, hay gente más lista y gente más guapa y yo puedo ser feliz aunque no le guste a todo el mundo y aunque haya algo que se me dé mal.

–Si yo estoy muy contento con la entrevista, llamo a mi novia o llamo a mi amigo y se lo cuento. Si lo subo a Instagram, en realidad no se lo estoy contando a nadie en concreto por lo que no quiero la opinión de nadie, solo quiero sentirme listo. La motivación psicológica es esa sensación de formar parte del grupo de los buenos y de recibir atención, es sentirme valido y sentirme suficiente y capaz.

–Si solo nos miramos a nosotros mismos, ¿a quién queremos gustar?

Lo que tenemos es miedo a no gustar. Hay una parte de esto que es biológica, el ser humano depende del grupo, de alguna manera tenemos un miedo evolutivo a no gustar. Lo que pasa es que la cultura actual, en vez de calmar esa idea, la fomenta constantemente, precisamente por el consumismo: primero hago que te avergüences de las estrías y luego te vendo la crema antiestrías.

–Es muy difícil aceptarse a uno mismo.

–Eso es. Yo estoy en contra del término autoestima porque el autoestima es ver lo bueno de ti, pero, claro, eso no es un amor incondicional, fuerzo ver lo bueno para quererme, pero el amor real, como queremos a alguien, es con los defectos. Lo maravilloso del ser humano es que, pese a ser imperfecto, puede ser amado.

–Si somos capaces de amar a los demás, ¿por qué nos cuesta tanto amarnos a nosotros?

–Porque solo sentimos nuestro dolor al rechazo y eso es de lo que nos protegemos. Fritz Perls dice que “el ser humano se jode la vida por el miedo al dolor” y hoy en día, el dolor que nos da más miedo es el dolor al rechazo por eso renunciamos a la libertad. El rechazo es el precio de la libertad. En el momento en el que yo quiero agradar a todo el mundo y ser perfecto y ser mi mejor versión ya no somos libres, porque tenemos que hacer algo para obtener el me gusta.

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