"En Alemania se presentaba a Hitler como una figura comparable a Cristo"
Julia Boyd | Historiadora
La historiadora británica Julia Boyd publica su ensayo Viajeros en el Tercer Reich (Ático de los libros) basado en los relatos en primera persona de los turistas que visitaron Alemania en el periodo de entreguerras. Detrás de este libro hay "más de cuatro años de trabajo". "Me convertí en una adicta a los archivos", afirma. Casada con el diplomático sir John Boyd, la autora explica que, ante el auge de los populismos en Europa, "no trazaría paralelismos exactos entre la Alemania nazi y nuestra actual situación política, pero, por supuesto, siempre es bueno leer la Historia y recordar lo que ocurrió".
-¿Qué le lleva a escribir Viajeros en el Tercer Reich?
-He escrito tres libros en los que empleo la técnica de indagar en los archivos y descubrir fuentes nuevas, pero nunca había pensado en escribir sobre los nazis.
-Alemania, país de vacaciones, una buena labor de propaganda.
-Los alemanes eran genios de la propaganda, la utilizaban de forma muy inteligente. Crearon una oficina de turismo y fueron muy astutos, porque mandaron folletos de viajes a Europa y a EEUU en los que no se mencionaba el antisemitismo ni los aspectos de Alemania que podrían molestar a los turistas. Pusieron énfasis en la calidez y amabilidad de los alemanes, en lo bien que recibirían a los extranjeros.
-Tenían un objetivo...
-Sacaron partido de las fortalezas del país: su cultura, sus tradiciones, el hermoso campo, los pueblos medievales… Y, por supuesto, todo esto resultó en una propuesta muy atractiva que tuvo gran éxito, sobre todo en EEUU y el Reino Unido. Hay que tener en cuenta que, en EEUU, después de la I Guerra Mundial, había unos ocho millones de estadounidenses con padres o abuelos alemanes. Los nazis aprovecharon estos lazos existentes y fueron muy inteligentes.
-Cualquiera podría haber caído en sus redes. Habla de intelectuales como Samuel Beckett, Virginia Woolf o Francis Bacon...
-Virginia Woolf no pasó mucho tiempo en Alemania. No le gustó mucho lo que vio. Francis Bacon era muy joven cuando visitó Alemania. Hizo algunos comentarios interesantes sobre el país, pero no se quedó mucho tiempo.
-¿Y Samuel Beckett?
-La historia de Samuel Beckett es realmente interesante, porque pasó siete meses viajando por Alemania. Es sorprendente que en sus diarios y comentarios no aparezca nada marcadamente crítico sobre Alemania, a pesar de que, obviamente, odiaba la Alemania nazi; más tarde se alistó en la Resistencia Francesa. Sin embargo, estaba decidido a explorar las colecciones de arte. Hubo un tiempo en que pensó hacerse conservador de un museo.
-¿Muchos viajeros llegaron a ver a Hitler como un santo, un hombre de paz?
-No creo que vieran a Hitler como un santo, pero sí lo consideraban un líder muy fuerte que había llegado en el momento adecuado para liderar a su gente y sacarla de la devastación que había provocado la I Guerra Mundial. Muchos pensaban que había salvado a Alemania del comunismo, que era el tipo de líder fuerte que muchos países necesitaban en esa época tan complicada de los años treinta. En Alemania se presentaba a Hitler como una figura comparable a Cristo. Hay un cuadro de él en el que aparece subido a una tarima, iluminado de la misma manera que se aprecia en algunas representaciones de Cristo. Lo trataban como a un semidiós, existía una especie de culto religioso en torno a su persona y, por supuesto, él lo incentivaba.
-¿Nadie quiso ver lo que venía?
-Algunos sí. Demasiadas pocas personas vieron lo que se avecinaba, demasiadas pocas personas quisieron creer a los periódicos que intentaban informar sobre los nazis. Demasiadas personas se conformaban y eran felices sólo con pasar unas buenas vacaciones allí y hacer oídos sordos a los rumores sobre lo que ocurría tras el telón. Y sí, había quienes sabían lo que estaba ocurriendo, pero no eran suficientes.
-La prueba era que la gente iba de vacaciones allí.
-Demasiada gente regresaba de sus vacaciones en Alemania alabando sus virtudes y creyendo que los nazis estaban haciendo un buen trabajo. A finales de los años 30, por supuesto, esta situación ya no era tan habitual. La gran ola de extranjeros que visitaban Alemania para pasar las vacaciones se redujo enormemente, a pesar de que aún había gente que lo visitaba. La agencia de viajes de Thomas Cook siguió anunciando vacaciones en Alemania incluso hasta el verano de 1939.
-Los cuatro oros de Jesse Owens en los Juegos de 1936 no sentaron muy bien.
-No, y no fue sólo Owens. Muchos atletas negros ganaron medallas, lo que molestó bastante a Hitler, terminó harto. Pero los ciudadanos alemanes abrieron sus corazones a los atletas negros.
-¿Qué piensa cuando ve a jóvenes en redes sociales subiendo selfies en un campo de concentración?
-Me resulta bastante horrible. Es muy bueno que los jóvenes visiten campos de concentración y espero que lean los carteles y digieran lo que ocurrió. Sin embargo, debo admitir que los selfies me parecen inapropiados; reducen la visita a una actividad similar a estar en lo alto de la Torre Eiffel o en un crucero.
-¿Hemos perdido el norte?
-El mundo asusta un poco ahora mismo, pero los humanos somos criaturas extraordinarias, capaces de ser terribles y magníficos. Sólo espero que el lado bueno, creativo, liberal y humanitario de nuestra naturaleza venza a pesar de los obstáculos.
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