"No es bueno estar todo el rato en redes sociales esperando el aplauso"
Beret | Cantante
El artista sevillano, que presentó a finales de 2019 su álbum debut, acaba de lanzar el videoclip de su tema 'Sueño', en el que colabora Pablo Alborán
Empezó autoproduciendo los temas que componía. Sin etiquetas, como a él le gusta, Beret (Sevilla, 1996) empezó a moverse entre el rap y lo urbano, cantándole al desamor y a los conflictos internos y personales. Ahora, todo un fenómeno musical entre los más jóvenes, el artista sevillano acaba de lanzar su primer trabajo discográfico, Prisma. Tras sus éxitos con temas en solitario como Lo siento, Te echo de menos o Si por mí fuera a Beret le llueven las colaboraciones. La última, con Pablo Alborán, es todo un fenómeno en redes sociales. Aunque la que más alegrías se haya llevado con la canción sea la madre del propio artista.
–De su colaboración con Pablo Alborán, ¿quién está más contento, usted o su madre?
–El primer mensaje que mandé cuando rodé el videoclip fue a mi madre. Cuando empecé a tocar la guitarra le cantaba a mi madre canciones de Pablo. Cuando hice el videoclip le dije que ya no interpretaba sus canciones, que ahora cantaba con él. Creo que está más contenta ella, porque es que es muy fan.
–¿Cómo ha sido la experiencia?
–Conocía su talento desde hacía mucho tiempo, pero hasta que no conoces a la persona no sabes cómo es. El día que rodamos el videoclip puede ver que, a pesar de todo el tiempo que lleva en la música, es una persona muy humilde y súper educada. Estábamos todo el rato con bromas, no se nos hizo para nada pesado rodarlo. Entre descanso y descanso nos grabábamos haciendo el tonto.
–El tema se llama Sueño. ¿Usted también ha estado soñando mucho durante el confinamiento?
–Sí, sí, sí. En teoría soñamos siempre pero no sé por qué ahora más. En esta cuarentena estoy recordando absolutamente todo lo que sueño. Es raro. A todos mis amigos también les ha pasado.
–He leído que tiene una carpeta en el ordenador que se llama Temas cuarentena. ¿Llegará a alguna parte?
–El otro día conté y tengo 27 proyectos. Es que no paro. Lo que pasa es que no son canciones enteras, a lo mejor es un estribillo de una, una estrofa de otra... Creo que sólo dos canciones son buenas y espero que lleguen a buen puerto. También hay un par de colaboraciones, así que algo sí que se puede aprovechar.
–¿Las letras nacen o se hacen?
–En realidad me nacen, pero dentro de ese proceso tengo dos formas de trabajar. O me pongo en el estudio y me sale en media hora o me meto en el estudio, hago una parte y paro, vuelvo y sigo, vuelvo a parar. Es un poco más premeditado.
–Los actores dicen que es más fácil hacer llorar que hacer reír, ¿ocurre igual con las canciones?
–A la hora de escribir, creo que para los dos sentimientos te nace igual. Pero, en mi caso, me salen muchas más frases cantándole al desamor que al amor. Cuando uno está alegre no tiene la necesidad de sacar nada, pero cuando uno le canta al desamor sí tiene esa necesidad de sacar fuera eso que te está pudriendo por dentro.
–¿Los directos de Instagram son a los artistas lo que las videollamadas al resto de mortales?
–Totalmente. Cuando empezó todo esto, el hecho de hacer festivales fue muy bonito. Es la única forma de seguir manteniendo el contacto con el público. He cambiado las fechas de los conciertos de este año a 2021 y el primero que tengo es en abril, de alguna forma tengo que seguir manteniendo ese contacto. Hacer los directos de Instagram es la única forma. Hay gente que piensa que porque no haya conciertos la carrera de un artista ya ha terminado pero con internet y sus herramientas eso es impensable.
–Depende de la generación, ¿no?
–Hay mucha gente que no tiene redes sociales y sólo sabe de los artistas por sus conciertos. Es verdad que pueden pensar que sin ellos no nos queda nada. A veces me gustaría ser como los que no tiene redes sociales. Ayudan un montón, pero todo en su justa medida. Entre la ayuda y el intoxicarse sólo hay un paso. Tampoco es bueno estar todo el rato en redes sociales viendo qué opinan de ti, esperando el aplauso.
–La música ha hecho frente a la piratería, a las plataformas digitales y ahora llega la nueva normalidad.
–La música siempre ha estado derrotando enemigos. Pero todos nos adaptamos. A lo mejor dentro de dos meses se pueden dar conciertos habilitando espacios seguros. No creo que se tarde mucho en llegar a una solución, la gente está deseando y los artistas, también.
–La industria musical le parecía el demonio y ahora está encantado de pertenecer a ella. ¿No es tan fiero el león como lo pintan?
–Vengo del rap, de lo urbano, y, en mi caso, me habían pintado que las multinacionales eran lo peor, que terminaban cambiándote. Me he dado cuenta de que quién dice eso es porque nunca ha trabajado con una multinacional. Estoy muy contento porque ha crecido el equipo y eso ha hecho que todo mejore.
–¿La mejor etiqueta es no tener etiquetas?
–Es una paradoja. Creo que sí porque no tenerla te da libertad para que cada persona pueda escucharte sin ningún tipo de prejuicio. Lo mejor es dejar fuera los prejuicios en la música y que cada uno escuche lo que quiera. Mucha gente me dice que Beret es tristeza y tengo muchísimos temas que nada tienen que ver, pero se quedan con esas dos canciones.
–Cantar una canción triste ya le convierte en el tío que hace canciones de llorar.
–Me hace mucha gracia porque la gente cuando viene a mis conciertos siempre me dice que no se esperaba para nada eso. Tengo de todo.
–Lleva tatuada una balanza que equilibra cabeza y corazón. ¿Qué pesa más?
–La cabeza, qué ironía. Antes hacía lo que sentía, ahora pienso mucho las cosas y a mi edad no debería pensar tanto. He vivido cosas que me han hecho reflexivo. En algunas circunstancias la ignorancia te da tranquilidad.
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