"Hay que hacer alquimia en la cocina"
Arantxa Areta, 'health coach' y divulgadora de la dieta cetobiótica
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Arantxa Areta nació en Sevilla en la época en la que su padre, el futbolista Esteban Areta, jugaba en el Real Betis. Pasó de ser modelo a reciclarse en health coach cuando, tras pasar una época de malestares "que consideramos normales pero en realidad no lo son, como herpes, gases, cistitis crónicas, abscesos, cándidas..." transformó su alimentación y sus hábitos hasta concebir la cetobiótica, una dieta nutrida de los preceptos de la cetogénica y la macrobiótica para "alimentar los cuatro cuerpos". Es una mujer interesada en la salud y comparte su conocimiento, "desde la experiencia", en las redes sociales. Tiene 26.000 seguidores en Instagram y 9780 suscriptores en Youtube.
–Pasar de ser modelo a acompañar a personas para adoptar hábitos saludables parece una transformación algo radical...
–El cambio lo hice progresivamente. Cuando terminé en la moda no sabía por dónde tirar. No estaba funcionando bien, tenía ansiedad, me sentía vacía y se apoderó de mi un inconformismo que no me hacía sentir bien. Empecé por trabajarme yo, necesitaba ocuparme de mi. Hice formación de yoga, masaje tailandés y empecé otras dinámicas con mi cuerpo para el autoconocimiento, como la terapia Gestalt. Me pasé a la dieta macrobiótica buscando mejorar mi salud, para trabajar mi lado energético y emocional. Había padecido de hemorroides, cándidas, abscesos, gases, cistitis crónicas... Una serie de cosas que damos por normales pero que en realidad no lo son. Y, al cabo de un tiempo, comencé a atender en consulta a gente que quería dar el salto a la macro como yo, compartiendo mi experiencia e incorporando lo aprendido en los diferentes aprendizajes.
–Y de la macrobiótica a la cetobiótica, ¿qué pasos dio?
–Me fui a vivir a Tailandia. Estando allí me operaron de un absceso y mi maestro Andrea, que es experto en alimentación cetogénica (conocida como keto) y en el que confío al 100%, me recomendó seguir una dieta antiinflamatoria, baja en hidratos de carbono y muy rica en grasas. Me lancé y para mi fue una sorpresa.
–¿Cómo reaccionó su organismo?
–A las dos semanas entré en cetosis, mi cuerpo comenzó a utilizar su propia grasa como combustible, fueron tantos los beneficios que noté que ya me quedé con esta alimentación maravillosa que me ofrecía más energía, concentración, vitalidad y más salud. Esto supuso una revolución en mi y ya no podía continuar aconsejando en mis consultas sólo sobre macrobiótica, decidí sumar lo bueno de ambas dietas y reinventarlas en la cetobiótica. Así, en lugar de seguir a escrupulosamente la cetogénica americana, que es la más extendida y acepta el consumo de cualquier tipo de grasa, sin importar su calidad, mi versión opta por grasas que provienen del pescado azul, de las carnes rojas y, por supuesto, del aceite de oliva virgen extra y del aceite de coco.
–¿Cuáles son los imprescindibles de su despensa?
–Siempre productos de alta calidad, productos de verdad, de toda la vida: frutos rojos, aguacate, verduras y huevos ecológicos, jamón ibérico, queso curado bueno, hecho a base de leche cruda, aceitunas y semillas.
–Estos manjares elevarán bastante el precio de la cesta de la compra
–En realidad no, porque aunque es cierto que son más caros, te quitas muchas porquerías como refrescos y ultraprocesados que eliminamos.
–¿Qué persiguen las personas a las que acompaña en su consulta?
–Buscan que su metabolismo funcione en su mejor versión, prevenir enfermedades neurológicas, descansar mejor, regular el estrés, saber hacer ayuno intermitente y adelgazar. Sí, hay mucho introyecto que derribar, comiendo grasas se adelgaza a pesar del condicionamiento mental que nos ha enseñado a demonizarla. Además, quieren aprender a comprar bien, a leer las etiquetas. Los enseño a enamorarse de su compra y a alimentar los cuatro cuerpos en programas de 21 días o consultas individuales.
–Esos cuatro cuerpos, ¿cuáles son?
–Tenemos el cuerpo físico, el mental, el emocional y el energético. Al primero lo atendemos con la alimentación cetobiótica y el ayuno intermitente; al segundo, con meditación para lograr higiene mental. Para el tercero es necesario escucharnos y leer sobre autoconocimiento, sueño y reposo; al cuarto lo alimentamos con ejercicio físico funcional, que puede ser yoga, pilates o rutinas intensas de 20 minutos. No hace falta darse palizas en el gimnasio. Eso sí, el equilibrio de estos cuatro cuerpos deben ir de la mano, no se pueden separar.
-¿La cetobiótica es apta para cualquier comensal?
-Los expertos dicen que sí. Esto no soy yo quien lo dice, hay estudios que prueban los inmensos beneficios de la cetobiótica. Quizás, quien no tenga vesícula tendría que ser más precavido pero tengo personas que acuden a mi consulta que no la tienen y lo llevan bien.
–¿Esta filosofía la podemos encontrar en su libro 'La cocina de Areta'?
–Por ahora, la primera edición que ha salido a la venta de La cocina de Areta es el ebook, que contiene una serie de recetas riquísimas pero estoy preparando, con Planeta, la edición en papel. Será una versión empoderada con mucho más contenido. Recoge las bases de la cetobiótica. Será una guía en la que se describe la relación de esta dieta con la medicina tradicional china y cómo utilizar los alimentos como medicamentos, para curar y prevenir enfermedades porque hay que hacer alquimia en la cocina.
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