OBITUARIO
Muere Teresa Barrio, madre de Alberto Jiménez Becerril

"Es un orgullo que una mujer como Cristina me apodere"

Antonio Ferrera

Antonio Ferrera. / Antonio Briones
Álvaro Ochoa

11 de enero 2022 - 06:00

José Antonio Ferrera San Marcos (Buñola, 1977) nació en las Islas Baleares, pero se crió en Villafranco del Guadiana, en la provincia de Badajoz. Allí decidió ser torero y dio sus primeros muletazos. Con 13 años se presentó como becerrista, con casi 17 como novillero y con 19 como torero. De eso hace un cuarto de siglo. Por eso celebrará sus bodas de plata con el toreo en 2022. Algo que lo hará protagonista de muchas tardes, empezando en marzo frente a seis toros en el municipio que le vio iniciar su carrera como torero: Olivenza. Un reto, el de las encerronas, al que ya tiene acostumbrada a la afición.

-Viene de torear América, ¿cómo está?

-Bastante bien. Feliz por lo vivido en la México.

-¿Qué balance hace del 2021?

-Ha sido un año bonito en el que ha habido mucho compromiso, mucha responsabilidad y mucha apuesta por lo que uno sueña. Una temporada que no estaba así prevista y que ha ido sucediendo. Ha habido momentos muy bonitos y muy importantes. La México, por ejemplo.

-¿Con qué momento se queda?

-Con varios, no sólo uno. Para un persona que expone sus sentimientos y su vida en un arte en el que el riesgo está a flor de piel, en los que he conseguido emocionar y conmoverme en varios sitios del mundo. Eso es lo más reconfortante y lo que más ilusiona. Que no sólo que quede en un momento o un triunfo, sino que la emoción perdure en el tiempo en la gente.

-¿La pandemia cómo la está llevando?

-Está siendo dura, difícil, cruel, desagradable, inhumana,... pero al mismo tiempo nos damos cuenta que la naturaleza nos habla. Lo vivo con mucha preocupación e intentando sacar lo mejor de uno.

-La próxima temporada cumple 25 años de alternativa.

-Estoy sorprendido, pero al mismo tiempo muy ilusionado. Sorpresa porque son 25 temporadas ya. Es algo muy bonito y de agradecer a Dios, a la vida, a mi profesión y a todos los que contribuyen a ella. Empecé con ocho o nueve años a tener el sueño de poder tomarla. Se me vienen ahora esos momentos y revivo esas sensaciones. Aquella manera tan libre y sencilla que todavía vive en mí.

"La transfiguración del artista forma parte del camino del que se pone delante del toro"

-¿Qué ha cambiado y que perdura de aquel joven que se hizo torero una tarde de 1997 en Olivenza?

-Pervive la esencia y, más que cambio, ha habido evolución. Transfiguración. Forma parte del camino y de la transmisión del artista que se pone delante del toro.

-¿Se ve otros 25 años toreando?

-Yo me veo lo que veo ahora. Después, Dios dirá. Ojalá me permita andar más y que lo que tenga que venir sea para bien.

-¿Y cómo se ve?

Bien. Gracias a Dios tengo muchos motivos para ver las cosas con alegría e ilusión. Sobre todo, con compromiso, que está muy conectado con el toreo. La responsabilidad de cara al público es un reto motivante.

-Esta especial temporada la hará apoderado por Cristina Sánchez, ¿Qué busca con esta decisión?

-No es cuestión de buscar, sino de compartir. Primeramente, Cristina es matadora de toros. Nos conocemos desde novilleros y nuestros caminos han ido muy paralelos. He vivido de cerca lo que ella ha hecho como torera. Eso es importante en estos momentos en el que quiero sentir la verdad y la realidad. El mundo del toreo le debe a la mujer y Cristina lo representa en su máximo esplendor. Yo no lo voy a contar, ahí tienen su vida como torera y persona. Es un orgullo que Cristina me apodere y esté a mi lado por su valentía y su capacidad en todos los sentidos.

-Ya se han anunciado los carteles de la Feria de Olivenza y está en ellos, ¿Qué siente?

-Para mí, es un acontecimiento importante. Uno de los retos más importantes que puede tener un torero: enfrentarse a seis toros. Y son de Victorino Martín, que es la misma ganadería con la que tomé al alternativa. Además, hacerlo en Olivenza, una comarca en la que me he forjado y que es parte de lo que soy y de lo que he andado en estos 25 años. Será un día muy emotivo y con mucha responsabilidad. Dios quiera que sea una tarde toros bonita para los que estemos.

-¿En qué más sitios estará toreando el próximo año?

-No pienso en plazas. Estaré en las que Dios quiera y lo haré encantado. Independientemente de que ya haya toreado allí o no. Poder estar una temporada más y que sean ya 25 ya es una suerte. Todas las veces que me pueda vestir para torear será un honor y un privilegio. Intentaré dar mi corazón y mi alma para que sean tardes sentidas para todo el mundo. También para mis compañeros con los que las comparta el año que viene.

-Con ellos comparte también el miedo, ¿aumenta o disminuye con los años?

-No lo sé. Del miedo se habla mucho y es fácil que suene esa palabra en el ámbito que tenemos: de altísimo riesgo en el que nos jugamos la vida. El miedo es lógico y normal porque nos vamos a enfrentar a una fiera. Después, hay que intentar expresarse y ser uno mismo. Hay momentos de miedo, pero por eso es tan verdad y tan sincero.

-¿Y la responsabilidad?

Me motiva más. Hay etapas en las que te intentas convencer, pero ahora va más con un compromiso de comunicarse con el público que sea pura y sana. Intentar que todos los que han ido a verte se fusionen con uno. Eso motiva muchísimo. Al final, lo que vas a compartir es tu entrega y tus emociones. Tus sentimientos. Y si trasciende, pues eso es una maravilla y una bendición.

-Por último, un mensaje para el que se esté pensado ir a verlo en 2022.

-No puedo explicarle una cosa que me gustaría que pasara pero que no sé si va a pasar. Simplemente, que se acerquen, aunque sea por curiosidad. Y si no tiene curiosidad y no le apetece, tampoco tiene obligación.

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