"No hay una Alemania para América Latina"

Carlos Malamud, investigador principal del Instituto El cano para América Latina

Carlos Malamud (Buenos Aires, 1961) es investigador principal del Real Instituto Elcano y catedrático de Historia de América en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Miembro de la Academia Nacional de la Historia de Argentina, ha sido seleccionado como uno de los “50 intelectuales iberoamericanos más influyentes” según Esglobal. Comenzó su carrera académica investigando sobre la historia económica del período colonial de España y América Latina, y luego se especializó en la historia política de América Latina de los siglos XIX y XX.

Carlos Malamud
Carlos Malamud
Pedro Ingelmo

17 de junio 2020 - 05:00

–¿Cuál es ahora mismo la situación epidémica en América latina?

–Dramática tanto en lo sanitario como en lo económico. El impacto va a ser brutal tanto en pérdida de vidas humanas como en potencial económico. Cada nueva previsión de los órganos financieros empeora la anterior. En un principio se pensó que esto era un problema de Asia, luego de Europa y ahora el foco se encuentra en América latina. Ya hay dos países, Brasil y Perú, entre los más afectados en el mundo.

–En la crisis financiera de 2008 esta región se defendió mucho mejor que otras zonas del mundo.

–Pero esta crisis no tiene nada que ver con aquella. El margen de maniobra es muy inferior, existe una menor capacidad fiscal y hay un actor que fue definitivo en 2008 y que ahora ya no está: China. China se convirtió en socio preferente de muchos de estos países y ahora no va a influir por el hecho de que ya lo es y que China no está en condiciones de ofrecer el impulso que que ofreció entonces. La capacidad de endeudamiento es mínima y y emitir moneda llevaría a la hiperinflación. Por otro lado, al ser economías medias, no será a América Latina donde llegue el grueso de las ayudas de organismos internacionales. Muchos factores que juegan en contra.

–¿No tiene América Latina un equivalente a Alemania en Europa?

–No existe esa influencia regional porque mientras en Europa el comercio interregional es del 40%, en América latina es de un 15%. La cooperación y coordinación entre estos países es muy limitado. Además, las únicas que podrían ejercer ese papel son Brasil y México y no están en condiciones de hacerlo. México podría tener una ventaja si existe una rápida recuperación en Estados Unidos, pero si esa recuperación es lenta en México se va a pasar muy mal.

–Además, se da el hecho singular en estos dos países, con presidentes ideológicamente antagónicos, han coincidido en el negacionismo.

–Porque ambos presidentes coinciden en lo que podríamos llamar el ‘covidpopulismo’, al que habría que añadir al matrimonio Ortega en Nicaragua.

–Debería de ser una buena oportunidad para la cooperación en la región.

–La pandemia es una excelente ocasión para reforzar los mecanismos de diálogo, coordinación y cooperación, pero en América Latina poco se ha hecho al respecto. La CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que estaba moribunda cuando México asumió la presidencia para reanimarla, podía ser el remedio. Pero ni la actitud introspectiva de López Obrador ni la fragmentación regional y las diferencias entre gobiernos ayudan.

–¿Y Mercosur o la Alianza Alianza del Pacífico?

–Siguen sumidas en sus contradicciones y dificultades. Han respondido tarde y mal, o no han respondido, a este desafío.

–¿Quiénes son los países que lo están haciendo bien?

–Los que tienen el menor número de afectados sonUruguay, Paraguay y Costa Rica. Son países con sistemas políticos estables y una ciudadanía comprometida, pero tienen el problema de las fronteras. En el caso de Uruguay y Paraguay el peligro es Brasil. Hay una calle que una acera es Uruguay y la otra es Brasil. Con Paraguay ocurre algo parecido en Ciudad del Este. Es una frontera difusa. Costa Rica tiene la frontera norte con Nicaragua, que es un coladero por donde entra tradicionalmente mano de obra barata. Esos son los temores de esos países.

–¿Va a funcionar el confinamiento?

–Es muy diferente a Europa. Hay países que han decretado el confinamiento e incluso el toque de queda, pero el nivel de economía informal es muy alto. Estamos hablando de países que esa economía informal supera el 55%. Esas personas tienen que salir a buscar comida cada día y hay que contar con que hay muchísimos americanos que viven sin frigorífico, no pueden hacer acopio de alimentos. Sistemas de protección, al estilo de los ERTEde España y otras fórmulas que se han aplicado en Europa, son impensables, como lo es la enseñanza on line.

–¿A Venezuela cómo le está afectando?

–EnVenezuela las cifras en un principio eran bastante bajas y se confiaron con que allí no había llegado. En las calles de Caracas la sensación era que el impacto era mínimo y podía tener sentido porque hay que tener en cuenta que el número de vuelos que llegan a diario a Venezuela son muy pocos y la misma movilidad dentro del país no es mucha. En sí, por su propia crisis, ya era un país cerrado antes de que llegara la pandemia. Ahora se está viendo que existía una infravaloración de los casos y el problema que tiene Venezuela ahora que están creciendo sus casos y que están, además, muy lejos del pico, es que su sistema sanitario está desmantelado. Hay pocos médicos, pocas epis y no hablemos ya de ventiladores.

–¿Cómo lo maneja Maduro?

–No sabemos cuánto se está ocultando a la ciudadanía. Parece seguir los pasos de Nicaragua. Se está dando el caso de los retornados, grandes colonias de venezolanos que se fueron a Colombia y estos flujos de regreso los utiliza el régimen para calificar a esas personas de bombas biológicas enviadas por la enemiga Colombia.

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