DEL 20 DE SEPTIEMBRE AL 20 DE OCTUBRE
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Análisis
Ni dos horas tardó la Hermandad Matriz de Almonte en responder a la petición del Obispado de Huelva para que la Virgen del Rocío participara en una magna contemplada en la capital onubense para 2025. La corporación contaba con dos meses de plazo para decidir su inclusión en una lista de 26 imágenes marianas. El comunicado oficial llegó poco después de las 22:00 del pasado lunes. Sin que apenas hubiera lugar al debate. La Blanca Paloma no acudirá a esta procesión. Las razones se resumen en una escueta pero contudente frase: “las características extraordinarias de su devoción”.
No por previsible, la respuesta supone una dosis de esperanza ante un mundo, el de la religiosidad popular, cada vez más amenazado por la globalización cofradiera y por un exceso de actos con similares características que a punto están de solaparse en el calendario de los próximos años.
Aún estamos con el eco de la procesión magna que en diciembre de 2024 culminará el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que se celebrará en Sevilla (cuyo principal impulsor es el arzobispo monseñor José Ángel Saiz Meneses), cuando desde la diócesis vecina se nos anuncia otro cortejo para el año siguiente. Eso sí, con cifras más abultadas. Si en la de la capital hispalense participarán ocho imágenes (algunas de devoción universal), en la que promueve el prelado de Huelva, monseñor Santiago Gómez Sierra (anterior obispo auxiliar de Sevilla), podrían sumar 26. Todas las coronadas de la diócesis –de ahí que se haya invitado a la Virgen del Rocío– más las titulares de las hermandades sacramentales de la capital. El motivo (aunque se llega a un punto en que la razón que fundamenta estas procesiones queda totalmente eclipsada), el Año Jubilar que celebra la Iglesia, como ocurre cada cuarto de siglo.
Entre las imágenes que podrían formar parte del cortejo onubense se encuentran devociones muy conocidas de la diócesis de Huelva, como la Virgen de la Bella, de Lepe; la de Montemayor, de Moguer; la Virgen de la Merced, de Bollullos Par del Condado; o la de la Cinta, de la propia capital. Habrá que esperar ahora para saber el efecto que la negativa de Almonte a participar con su Patrona en dicha procesión tendrá en el resto.
Con esta contestación, la Matriz y todo el movimiento rociero hacen defensa del modo tan particular que atesoran a la hora de manifestar la devoción por la Blanca Paloma. Peculiaridades que, entre otros muchos motivos, han valido para que la multitudinaria romería que se celebra cada Pentecostés sea declarada por la Junta de Andalucía como Bien de Interés Cultural (BIC).
La devoción a la Virgen del Rocío no cabe en la horma de una magna. Este icono mariano –que se encuentra ahora mismo en restauración– nunca ha salido del término municipal de Almonte. Cuando abandona la aldea, cada siete años, lo hace para ir al pueblo de que es Patrona. Y siempre se traslada a hombros de los almonteños. No ha conocido otro medio de transporte. Sirvan dos ejemplos recientes para ello: en la pandemia del Covid, cuando no regresó a la marisma hasta que acabaron la restricciones sanitarias; y en la intervención que ahora acomete Fuensanta de la Paz, que desde principios de octubre se lleva a cabo en unas dependencias del santuario.
Este celo por la custodia de la Virgen y por preservar las formas arraigadas a la hora de expresar la devoción que miles de rocieros sienten por la Blanca Paloma escapan a modas. Se puede considerar un auténtico oasis en una religiosidad popular cada vez más uniformada en acontecimientos extraordinarios, hasta el punto de que tal adjetivo pierde el prefijo que le otorga el valor. Todo resulta ya ordinario, común, a la hora de festejar un aniversario o hecho de calado (salvo destacadas excepciones, como la Misión del Gran Poder en 2021).
Traigo también a colación el caso de la Patrona de Carmona, la Virgen de Gracia, con una procesión que sólo ocurre cada cierto tiempo y con unas características muy similares a la de la Reina de las Marismas. Curiosamente, esta antiquísima y muy venerada imagen mariana no formará parte de la magna sevillana de 2024.
La Virgen del Rocío, como bien recuerda Javier Coronel, ya fue invitada a una procesión similar en Huelva en 1954. Tanto entonces como ahora podrían haber argumentado la obediencia al obispo para acudir. Pero 70 años después la respuesta sigue siendo la misma, por encima de razones de “eclesialidad” y de tendencias, se encuentra la fidelidad a la idiosincrasia de una devoción que la hacen única y universal. La lección de Almonte.
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