Pentecostés en oro
El Rocío
Los Hermanos Delgado cuentan ya con la maqueta que les servirá de base para la corona que estrenará la Virgen del Rocío en la romería de 2019, cuando se cumpla un siglo de su coronación
Metidos en un corralón de la calle Goles. Entre golpes de cincel. Hasta este recóndito lugar, donde mayo ha presentado sus credenciales en las enredaderas que cubren las fachadas encaladas, llegan familias para entregar sus donaciones. “Vino un padre con sus dos niños. Los tres dejaron sus medallas y cadenas de oro para la corona de la Virgen. La emoción de los críos era algo indescriptible”. Así lo detalla José Delgado, responsable, junto a sus hermanos Ángel y Francisco Javier, del taller que se encargará de labrar la nueva presea que estrenará la Blanca Paloma en la romería de 2019, la del centenario de su coronación canónica.
Los tres hermanos se empeñan estos días en ajustar la maqueta que servirá de base a una de las más importantes obras que salga de este taller, que el pasado 1 de mayo cumplió 33 años de vida.
El encargo es todo un reto. En doble sentido. Por tratarse de una de las devociones marianas más universales y por la veneración que le profesan estos artesanos, que han peregrinado varios años con Villamanrique de la Condesa, la primera de todas las hermandades.
De este taller también salieron las carretas de los simpecados de San Juan de Aznalfarache y la de Sevilla-Sur, una de las más bellas que surcan las arenas. “Nos inspiramos en la Plaza de España, muy cerca de su residencia canónica, de ahí que en su diseño prevalezcan los elementos arquitectónicos, como las columnas de estípites, poco habituales en las obras de orfebrería, debido a su complicada ejecución”, refiere Francisco Javier Delgado. Una dificultad que estos artistas del cincel y el metal elevaron al cubo. “Son columnas que combinan el estípite con las formas redondas, pues su base al ser una jarra, es circular”, añade.
La inspiración a los Hermanos Delgado –como dijo Picasso– siempre les viene trabajando. “Un orfebre no se forma en un año, necesita de mucho tiempo, de bastante experiencia. Es una carrera de fondo”, destaca Ángel. Para la carreta del simpecado de Santiponce tomaron de referencia las cornisas romanas y las hojas de laurel, en alusión a la antigüedad clásica que aún queda patente en las ruinas de Itálica. También trabajaron en la carreta de Sevilla, en la que hicieron los nuevos faldones de plata, réplica de los anteriores.
El encargo del diseño de la nueva corona para la Patrona de Almonte les llegó a través de las hermandades filiales de Cádiz, en concreto, de Jerez y Sanlúcar de Barrameda. “Esta iniciativa surge de la Hermandad de Valverde del Camino, como muestra de amor de los rocieros a su Madre. La comisión creada se pone en contacto con nosotros por medio de los delegados de la zona gaditana.
En Sanlúcar nos conocían, principalmente, por las obras que hemos hecho para sus cofradías”, apunta José Delgado, quien añade que les propusieron participar en un “concurso” para el que se presentaron ocho proyectos, de los cuales, tres son los que se les enviaron a la Matriz de Almonte, que se decantó finalmente por el de los Hermanos Delgado.
Desde que se recibió la propuesta hasta que se entregó el diseño apenas transcurrieron dos meses. Un tiempo en el que había que tener la mente fría y el corazón avivado. El taller sevillano partió de una máxima: debía respetarse al milímetro la iconografía actual de la Blanca Paloma. “La Virgen posee una silueta muy particular que no podía alterarse con la nueva obra”, incide José. Por tal razón, la corona mantiene los volúmenes y formas de la que se estrenó en 1919 con motivo de su coronación canónica, la que diseñó el célebre Muñoz y Pabón a partir de la que porta la Inmaculada de Alonso Cano en la procesión del Corpus. “Con tal fin, trazamos los ejes de la corona que suele lucir cada lunes de Pentecostés, para que sus estrellas, rayos y canasto coincidan en posición y volúmenes con la que hagamos”, refiere Francisco Javier, quien apostilla que “en formas es igual que la que ya tiene; pero en contenido y ejecución, totalmente distinta”.
Y es en el interior de la corona donde los Hermanos Delgado dejan toda su huella, la que los ha hecho unos referentes indiscutibles en el noble arte de la orfebrería. “Se trata de una obra iconográfica repleta de contenido”, detalla Ángel Delgado. Una declaración a la que Francisco Javier añade que se ha huido de todo “recargamiento sin sentido”. “No íbamos a poner ángeles por rellenar huecos”, asevera.
La corona simboliza la fiesta de Pentecostés. La venida del Espíritu Santo en lenguaje de oro, el que entregarán los rocieros como muestra de su devoción. El canasto se divide en ocho caras (perchetes) y pilastras, que acogen pequeñas hornacinas en las que se representan letanías lauretanas: Estrella de la Mañana, Fuente de Salud, Rosa Mística, Espejo de Justicia, Refugio de los Pecadores, Arca de la Alianza y Puerta del Cielo. En el frontal del canasto se incluye el escudo de Juan Pablo II. “Desde que la Virgen fuera coronada, el hecho más importante que se ha vivido en El Rocío ha sido la visita que el Papa hizo en 1993. Este acontecimiento tenía que quedar reflejado en la corona”, incide José Delgado.
La expansión que ha conocido la romería durante este siglo también queda patente en otro símbolo que se inserta en la trasera del canasto: la granada, pues cada grano de este fruto simboliza la devoción rociera que germina en las hermandades. Los escudos laterales son los de la Hermandad Matriz y el del Ayuntamiento de Almonte, municipio del que la Blanca Paloma es Patrona.
El canasto queda rematado con las jarras de azucenas, símbolo de pureza. De él parten los seis imperiales, sostenidos por broches que contienen relieves en los que se representan los títulos dedicados a la Virgen y los dogmas marianos: Perpetua Virginidad, Maternidad Divina, Madre Inmaculada, Asunta a los cielos, Madre de la Iglesia, y Reina y Señora de todo lo creado.
El resplandor está diseñado como una metáfora de la escena de Pentecostés. Lo conforman en su parte exterior las estrellas y la cruz que lo remata, compuesta por ramos de azucenas. En su interior, aparecen pequeñas hornacinas en las que se representan a los 12 apóstoles reunidos en el momento en el que Dios Padre envía su Espíritu Santo, que rocía a los seguidores de Cristo con una lengua de fuego, plasmada en los rayos que circundan la corona. Bajo la paloma, el globo terráqueo, como símbolo de la expansión que a partir de Pentecostés conoce el cristianismo.
La corona se realizará en oro de ley de 22 kilates y la adornarán brillantes y rubíes, piedra esta última escogida al ser el rojo el color litúrgico de la fiesta de Pentecostés, cuando cada año se celebra en la aldea almonteña la romería más universal.
Quienes quieran contribuir a la realización de esta joya podrán aportar sus donaciones a través de las hermandades o en el propio taller de los Hermanos Delgado, donde se realiza una fotocopia de la contribución, se mide el granaje de la pieza entregada y se comprueba la calidad del oro. Al donante se le aporta un recibo y una acreditación por contribuir con esta obra que, en pocos días, comenzará a hacerse realidad, a golpe de cincel, en un corralón sevillano. Amor fundido. Amor labrado.
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