El afán de un cunero del PP en Marinaleda
Sevilla provincia
Los populares fuerzan de nuevo la presentación de una lista con gente de fuera, para la "normalidad democrática".
La figura del cunero -candidato a concejal que no reside en el pueblo en el que se presenta- no es nueva en Sevilla. Muchas veces, incluso en el Aljarafe no hace tanto, los partidos han tirado de voluntarios de este tipo para entrar en zonas que se le resisten. Miguel Rangel -arquitecto, autónomo, 42 años, padre de dos niñas y número uno en la lista del PP en Marinaleda- no reniega de ello. Cuando se le propone un reportaje sobre su experiencia de alcaldable en territorio hostil para el PP, en uno de los peores momentos de popularidad para las siglas, no tiene problema en que la cita sea en Marinaleda y empieza aclarando que nació en Osuna, que fue edil dos años, que reside en Sevilla y que es vocal del PP en el ddistrito Cerro Amate.
Porque para Rangel ser cunero no es peyorativo, es el esfuerzo que los partidos deben hacer por la "normalidad democrática" que pasa porque "en Marinaleda, como en otros sitios, la población que se siente próxima al centro-derecha tenga una papeleta con la que identificarse", sin que el temor a señalarse les prive del ejercicio democrático. Y si tenía algún complejo, lo perdió en sus primeras visitas: a los vecinos hasta les parece normal, los candidatos del PP casi siempre han sido de fuera. No obstante, la única vez que salió elegido uno, en 1999 por 199 votos, fue un joven de la localidad, Antonio Borrego, administrativo en Sevilla que regresaba cada fin de semana al pueblo para ayudar a su padre en el campo.
Consciente de eso, cuando el PP le propuso el reto a un mes de las elecciones andaluzas, Rangel quiso contar con vecinos, pero no lo logró. "No es un problema sólo de Marinaleda, es de toda la Sierra Sur: el miedo a decir que se es del PP o de centro-derecha sigue existiendo". "Me he criado en la Sierra Sur y sé que hay problemas y la gente no acaba de sentirse libre", pero también admite que el PP ha retrocedido veinte años como consecuencia de la crisis y de la desafección hacia los políticos".
"No es el único pueblo en el que el candidato es de fuera". También en Casariche, Martín de la Jara, Gilena..., y en otros con ediles consolidados no se encuentra a personas para completar listas de once. Los ediles del PP de la Sierra Sur "sufren mucho" en los plenos, se sienten "solos", tal vez falte formación política para los debates y para llevar los asuntos, resume. "El PP no va a avanzar si no atrae talento, candidatos solventes, porque al PP se le exige más donde el voto tradicional es de izquierda; Juanma Moreno habla de crear una oficina en ese sentido". "Es un problema que hay que trabajar y combatir", por esa normalidad y porque si no, Sevilla siempre será para el PP ese agujero que le dificulta desarrollar su proyecto en la Junta, dice.
La prudencia para no señalarse -por no llamarla miedo- hace que, para el reportaje, no sea fácil que los vecinos que se cruzan por la interminable Avenida de la Libertad, en una mañana de calor sahariano, se paren para escuchar al candidato del PP. Algún improperio recibe desde una furgoneta. Coloca una pancarta. Otros vecinos con los que ha intentado contactar para facilitar testimonios se niegan, pese a que este pueblo de 2.750 vecinos ha recibido a periodistas de todo el mundo. Juan Manuel Gordillo (alcalde desde 1979, en las primeras elecciones municipales de la democracia) lo ha puesto en el mapa con su sistema político, económico y social. Sólo cuando no hay nadie, el fotógrafo se va y la libreta se guarda, alguien tuerce la cabeza y recuerda que aquello es un pueblo, que las cosas son como son, pero que tiene mucha historia y una Semana Santa bonita, pese a que hay quien ve pasar los pasos como si nada, para no llamar la atención, y se va a seguir procesiones fuera.
Miguel dice que va uno o dos días a la semana. Visita los comercios -en sus propuestas lleva dar apoyo al comercio y a la hostelería, a las tradiciones y la historia local-, se para con quien se deja y escucha primero. A veces han sido seguidores de Sánchez Gordillo, que desde 1979 acapara el 70% del voto, con pocas variaciones. Uno, explica, fue levantando la voz y llamó la atención de los vecinos, que se asomaban, mientras que le preguntaba que qué sabe él de la lucha obrera. Al día siguiente, alguien preguntó por él en el Ayuntamiento de Osuna, quería darle su visión. También se acercó sin saberlo a una mujer que se identificó como la teniente de alcalde, que educadamente le reprochó intentar cuestionar una lucha que desconoce, llegar para destruirla. "Le dije que no, que vengo a sumar, que a lo mejor coincido en que las Turquillas se cedan para dar trabajo, pero no ocupándola; que puedo apoyar la ampliación del Humoso con una nave, pero no sin licencia y sin permiso de la Junta; y que si hay un balance de la cooperativa que no es rentable voy reclamar una gestión no politizada y apoyaré las obras del PER que me parezcan útiles...". Otros le han dicho que van a votar a IU, pero que son conscientes que el modelo de su pueblo está agotado, que nada es para siempre, que el alcalde también se ha alejado de lo que era al principio.
Con ese enfoque, Rangel quiso que los once cuneros de la lista se fotografiaran, con sus caras, para el cartel electoral. Ha pegado algunos, que, en su mayoría, están en su sitio. Aunque son menos visibles que los del rostro de Juan Manuel Sánchez Gordillo, algo rejuvenecido, con palestina roja, y que los del candidato socialista, Mariano Pradas, éste sí, vecino del pueblo, que lleva años ejerciendo de oposición en plenos muy difíciles.
En los folletos, Rangel ha adaptado además el logo del PP con los colores de la bandera local que está por casi todas partes -verde, blanco, rojo- y ha tomado parte del lema de "otro mundo es posible", para decir que el cambio también lo es. "Se puede ser más de Marinaleda que yo, pero no poner más ilusión y ganas; esto para mí es un reto apasionante", insiste. Rangel rehusó una entrevista que una emisora comarcal ofreció a los candidatos, porque eran las mismas preguntas, del tipo "qué es lo primero que haría si llega a la Alcaldía" y él dice que no se presenta a alcalde, que su afán es otro. Poner una pica para cambiar las cosas. Puede ser edil con 150 o 200 votos de los 1.800 o 2.000 que se emiten normalmente. En las autonómicas de 2012, el PP sacó 222 votos. El electorado potencial existe y, parafraseando a Suárez, todavía aquí hay que "conseguir elevar a la categoría política de normal lo que es normal a nivel de calle". En las últimas de la Junta sólo fueron 138. En las locales de 2011, otro cunero del PP se quedó con únicamente 77.
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