Sevilla no se concibe sin sus bares, tabernas y restaurantes. El sector está en crisis porque está sometido a un proceso de cambio como consecuencia de la pandemia. Victoria Baco Guzmán (Sevilla, 1978) es hija y hermana de hosteleros. Su vida está consagrada al trabajo en la empresa familiar que ahora mismo tiene tres negocios de la reconocida marca Baco: en las calles Villasís y Cuna y en la Avenida de la Borbolla. 

Sus padres, José y Rosario, sacaron adelante el negocio y tuvieron tres hijos que aseguran la continuidad: Victoria, José Francisco y Rocío. El bacalao es el producto estrella y la alta cocina andaluza la característica principal. Por sus restaurantes pasan sevillanos de trabajo, familias para celebraciones, turistas, personajes célebres, etcétera. Baco está en el imaginario colectivo de una ciudad que consume el producto estrella durante todo el año, no sólo en cuaresma. 

El testimonio de Victoria, profesional de la hostelería de vocación, ayuda a comprender muchas de las claves de un sector en proceso de cambio, un oficio muy sacrificado que no siempre valora porque se desconoce cuanto hay detrás de una barra y no digamos ya en los fogones o en la administración de una empresa de hostelería.