El sueño cumplido de un arzobispo

El Fiscal

Sevilla es esa ciudad Estado donde el pontífice local ha demostrado una notable capacidad de influencia al promover con éxito un proyecto en el que nos ha embaucado a todos

El Paseo de Colón, con la Virgen de los Reyes y la Esperanza de Triana.
El Paseo de Colón, con la Virgen de los Reyes y la Esperanza de Triana. / Juan Carlos Muñoz

09 de diciembre 2024 - 00:36

Háganse una pregunta. ¿Por qué ocurrió todo cuanto aconteció ayer, Día de la Inmaculada, en las calles de la ciudad? ¿Quién ha tenido la fuerza para alterar la vida de la ciudad con tal fuerza? ¿Quién ha sido el causante de la movilización de tamaña cantidad de recursos de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, vigilantes privados en un número solo visto en partidos de fútbol de alto riesgo, agentes de protección civil y de los servicios sanitarios, etcétera? Ni más ni menos que el arzobispo. Sevilla es una Ciudad-Estado como mantienen muchos sesudos analistas. Dicho sea por todo su encanto, su historia de grandeza, sus limitaciones evidentes en el presente, sus auges por los grandes hitos y sus largas depresiones. El pontífice local sigue teniendo en esta ciudad una más que notable capacidad de influencia y, por tanto, su correspondiente cuota de poder. Un día se le ocurrió la procesión magna. Y tiró para adelante. Embaucó a todos en pleno contexto de excesos y saturaciones, tuvo la paciencia de contestar a todas las preguntas que cuestionaban la iniciativa, creyó en sí mismo, exprimió a muchos de sus colaboradores, desde al historiador Joaquín de la Peña hasta a su propio secretario personal, don Manuel Coronado, pasando por supuesto por el presidente Francisco Vélez, que se ha pegado una paliza digna de darse ahora un retiro en un monasterio; comprometió a los hermanos mayores, apostó por tres imágenes de la provincia con el riesgo de crear algún agravio... ¡Y al señor arzobispo le ha salido bien! Nadie fue capaz de hacer reconsiderar al arzobispo su proyecto. Nadie. Por eso quizás no sometió el proyecto a debate público. Ese ha sido su poder. Si hubiera preguntado con anterioridad, tengan por seguro que muchos le hubieran desaconsejado desde la fecha elegida, en un puente de asistencia masiva, hasta la apuesta por un formato que dispararía y disparó el debate sobre los límites. Por eso tiró para adelante por su cuenta y riesgo con la convicción de que era posible. Y lo fue. El de ayer fue un sueño cumplido, como hubo un cardenal que se inventó la carrera oficial y otro que implantó la igualdad. El arzobispo Saiz será ya el gran promotor de la piedad popular con una procesión inédita por sus dimensiones. Y esperemos que no se repita en muchísimo tiempo porque se devaluaría. ¿Que la fuerza es de las cofradías? Eso plantearán muchos que quieran restar mérito al prelado. Sí, pero ese torrente de energía hay que canalizarlo, administrarlo, gestionarlo... y asumir el riesgo.

Si se hubiera producido un fallo, todos habríamos mirado a la Plaza Virgen de los Reyes. Si todo ha salido bien es mérito de una ciudad que lleva 25 años en jaque cada vez que hay una celebración en la calle por culpa de las cinco madrugadas rotas. La Magna ha servido para recuperar la confianza del público en la calle. Otra vez, como ya se demostró con la Santa Misión del Gran Poder. Se ha percibido la tensión exigida y exigible en las autoridades, necesaria para evitar el indeseable efecto de la Madrugada de 2015. El precio ha sido elevado en algunos casos: un centro limpio de terrazas de veladores sin excepción alguna, una presencia de policías que en algunos casos han extremado el celo con momentos de tensión evidente, sobre todo en la primera hora del recorrido de la procesión cuando fueron expulsados del cortejo varios diputados sin la acreditación debida y, en general, un encorsetamiento en el itinerario que garantizaba la seguridad tanto como restaba espontaneidad.

El público

La cantidad no fue la de tres Domingos de Ramos. Pero bien está la previsión de Manuel Alés, teniente de alcalde de Fiestas Mayores Que Duran Todo el Año, porque nos hizo ponernos en guardia a todos desde el púlpito de la oficialidad. Y eso nunca es desdeñable. Tengamos la vista larga a la hora de emitir juicios. El edil hizo de médico que previene. Más que un error de cálculo fue una alerta productiva. Las calles no fueron un tsunami. Las imágenes de Canal Sur Televisión, de altísima calidad, dejaron a mucha gente en casa. ¡Y el frío gélido! La inmensa mayoría de las personas guardaron la compostura adecuada. Se oyeron muchísimos rezos, se vieron rostros emocionados y se apreciaron muchas, muchísimas familias juntas. El recorrido dejó muchos tramos sin sillas para que el público en general tuviera opciones de ver toda la comitiva sin necesidad de pagar. Tanto fue el eco de los 21.000 asientos que pareció que sería imposible contemplar la procesión si no era pasando por taquilla. Ni mucho menos.

La Virgen de los Reyes en el Paseo de Colón y el Gran Poder, al fondo.
La Virgen de los Reyes en el Paseo de Colón y el Gran Poder, al fondo. / José Luis Montero

La belleza

Hubo momentos para el recuerdo. La noche fue de Madrugada de frío de palco, cuando los rostros tienen cara de Viernes Santo. El olor al incienso de San Lorenzo, el ruido de los palos, el patetismo tierno del Señor, los servidores infantiles y el silencio nos metieron en el ambiente. Muy repetible la túnica bordada. El Cachorro con Soleá dame la mano es digno de premio Demófilo. Las tres imágenes de la provincia fueron un acierto porque eran la aportación más original. Quizás a algunos cofrades capitalinos le faltó una mente más abierta o un paladar más trabajado. No se trataba de una jornada de Semana Santa, sino de la procesión de clausura de un congreso sobre piedad popular. Se puede comprender que choquen ciertas formas ajenas a los usos y ritos de la capital, pero se deben respetar tal cual son. A algunos nos pareció lo más original. Y echamos de menos, por ejemplo, los pañuelos de los devotos de Setefilla. Sí notamos que los cortejos de las tres hermandades de la provincia se fueron de largo por encima de los 300 integrantes. Una anécdota al lado del balance positivísimo de tres comitivas que nos trajeron un pequeño muestrario de los muy valiosos y desconocidos tesoros de la provincia.

La Virgen de Setefilla, delante de la Patrona de Sevilla.
La Virgen de Setefilla, delante de la Patrona de Sevilla. / José Ángel García

Las luces y la música

Muy oportunos los dos puntos de luz que llevó la Patrona, espléndidamente vestida, radiante con la nueva tumbilla y que lució majestuosa en el sencillo altar con la Plaza de Toros de fondo. Se aprendió la lección de la última extraordinaria, cuando la Virgen de los Reyes volvió a oscuras por Hernando Colón, también un diciembre. El estreno fue una medida discreta y muy necesaria. Se hicieron las debidas pruebas, se meditó mucho y fue un éxito. El acompañamiento musical a cargo de la Banda Sinfónica Municipal fue exquisito, como corresponde a la trayectoria de la formación que dirige Francisco Javier Gutiérrez Juan. Por cierto, muy interpretada la marcha Virgen de los Reyes del maestro Abel Moreno, ayer presente en unas sillas en el Paseo de Colón. ¿Cuándo reconocerá la ciudad como merece a este músico militar? Tome nota el presidente del Consejo para promover el justo reconocimiento. Aquí tiene nuestra firma si es necesaria.

Las frases y los rostros

El Cachorro y la Virgen de los Reyes.
El Cachorro y la Virgen de los Reyes. / José Ángel García

Si el sábado presenciamos cómo José Antonio Fernández Cabrero definió con acierto y hermosura a Triana tras asistir a la salida de la Esperanza ("Van a lo suyo sin complejos, con estilo propio y lo hacen todo bien"), ayer oímos a Fernando Fernández Cabezuelo, cirio verde en mano, una crónica improvisada del acto de entrega de la Rosa de Oro: "Los que pudimos estar en la basílica estábamos acordándonos de todos los que están arriba, por eso fue tan intenso, tan emotivo, tan cierto lo que allí se vivió". Y pasó Jesús Rodríguez de Moya, cofrade capitalino y devoto orgulloso de la Consolación de Utrera. Y don Manuel Soria, párroco en la Catedral de Santa Ana, recibió todo el afecto de tantos feligreses de Lora del Río que lo recuerdan de sus años de ministerio en la localidad, y los hermanos de la Esperanza de Triana, que si hubieran podido se lo hubieran llevado con ellos en ese momento de la tribuna del Paseo de Colón. La vara del director espiritual estaba preparada. Y Mariví Jiménez batió el récord de horas pendiente de los carráncanos de la Archicofradía Sacramental del Sagrario, los que nunca dejan sola a la Virgen de los Reyes. Y pasaron esos hermanos del Gran Poder con los que basta un leve cabezazo para ir en comunión.

El pertiguero

Primer golpe. Ayer se debió estrenar el modelo de silla Magna. De respaldo más firme y vertical, idóneo para los que padecen hernias dorsales o lumbares. Es de una tonalidad más oscura. ¿Las veremos en Semana Santa? No estarían mal. Segundo golpe. Una Magna con frío de palcos en la Madrugada, sí. Una Magna de estufa, oloroso y zapatillas de franela. ¿Se pudo hacer por la mañana? Sí. Pero el arzobispo tuvo claro el horario. Y el frío restó público nocturno. Y eso siempre favorece a la seguridad. Tercer golpe. La sonrisa de la Archidiócesis. Marcelino Manzano agradeció la capa pluvial en el regreso nocturno de la Virgen de los Reyes. Y ciriales arriba. ¡Cómo se hartó de aplaudir el Nuncio de Su Santidad, don Bernardito! Y qué hermosa estaba la planta alta iluminada de la Casa de la Real Maestranza.

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