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Cinco planes que no te puedes perder este fin de semana en Sevilla

Todos sobre las sillas

Semana Santa

En la España que funciona con videollamadas hay que esperar una asamblea presencial de hermanos mayores para votar si se cumple la legislación vigente. Este Consejo queda más amortizado cada día que pasa sin devolver el dinero de una carrera oficial inexistente

Francisco Vélez, presidente del Consejo de Cofradías de Sevilla. / Daniel Rosell

26 de abril 2020 - 07:00

Sevilla/El señor Sánchez se reúne con los presidentes autonómicos en la Moncloa todas las semanas. Lo vemos en su despacho minimalista ante en el pantallón donde están las cabecitas del catalán Torra, con pinta siempre de portar el carro de los cirios; el de Murcia que se parece al hijo de la baronesa Thyssen; nuestro Juanma andaluz, perfecto siempre para un anuncio de after shave refrescante, y todos los demás perfectamente en orden. Media España se reúne con la otra media por pantalla cada día.

Las clases de los niños, por ordenador. Los médicos diagnostican por pantalla para evitar colapsos en las urgencias. Las tertulias de los medios de comunicación se mantienen gracias a mil formas de verse y de oírse... por el ordenador y por el teléfono. Los abuelos casi ven más a los nietos que antes gracias a las videollamadas. ¿Cuántos no brindaron anoche en un virtual alumbrao por skype, facetime o cualquiera de las aplicaciones que uno se descarga gratis total?.

Pues resulta que nuestro Consejo General de Hermandades y Cofradías no puede montar una asamblea virtual con los hermanos mayores para decidir (¡toma castaña!) cuándo y cómo se devuelven a los abonados los dineros de la carrera oficial inexistente en 2020. Porque ni pensar quiero que no los vayan a devolver... ¿Acaso los delegados de día no se pueden reunir con los hermanos mayores de cada jornada? ¿Tampoco? Parece que el recurso a la asamblea presencial está ideado para ganar tiempo, todo el que no se necesitó (hay que repetirlo una y otra vez) para cobrarle el 21% a los abonados en concepto del IVA. ¡Puyazo! ¿A que para eso no hubo necesidad de convocar a la asamblea de hermanos mayores?.

Qué más daba, si siempre se ha tratado como borregos a los titulares de sillas y palcos, gente que no protesta por las subidas de precios, ni por las reordenaciones ni nada por el estilo, salvo algunas contadísimas ocasiones, como la de aquel Lunes Santo de 1999 en que los abonados de la Campana organizaron una airada protesta con pañuelos blancos, nada acertada por cierto. Había nazarenos de San Gonzalo que no merecían ese jaleo. Se les debía respeto.

El Consejo de Cofradías, como Curro Romero, para el tiempo. Todos a esperar. Porque sí. La mitad del dinero ya está entregado a las cofradías (eso no es problema de los abonados) y la otra mitad está en el banco. El otro día leí un tuit del ex gerente de Urbanismo, señor Millán, en el que declaraba que renunciaba al dinero que le pueda corresponder como abonado del Betis. ¡Muy bien! Todavía no he visto un tuit de un abonado de la carrera oficial renunciando a sus 300, 400, 800 o 900 euros de sillas y palcos. Y estarían muy bien. ¡Viva la libertad! Ese es el problema. Que el Consejo lo decide todo unilateralmente sin nadie que lo controle. ¿Por qué el alcalde, por ejemplo, no se pronuncia? Por miedo a las cofradías. ¿Por qué los numerosos grupos de la oposición tampoco lo hacen? Por miedo nuevamente a las cofradías.

A las hermandades no hay que tenerles miedo, sino cariño, respeto, amor y admiración. Y con los abonados hay que tener consideración. Nadie dice nada en la ciudad del silencio con minúscula. Cobardona para muchas cosas. Intrigante casi siempre. Y cuando alguien dice algo, defiende una idea o mantiene una posición con firmeza, siempre se busca, rebusca e inventan absurdas explicaciones. Olvídense algunos de pregones y candidaturas al Consejo y desayunen tranquilos la magdalena. Como dijo don Manuel Fraga en Sevilla:“¡Ni tutelas, ni tutías!”. “Esta casa no da pregones cofradieros”, reza el cartel. Busquen a otros para las rimas que a mi me dan urticaria y acidez. Y algunos bien que lo saben. No inventen ni disparaten con tal de justificar lo injustificable. ¿O acaso tendríamos que pensar mal, por ejemplo, cuando el propio Consejo difunde de pronto una nota de prensa sobre su ayuda en las Tres Mil Viviendas? ¿Es una buena acción o es propaganda interesada con algún fin espurio? Por favor, los pregones para los que se pirran por ellos. Que en Sevilla sobran los tontos del pregón. Y uno si es tonto de algo es de la ensaladilla. Hay quienes no necesitamos dar el pregón. Existimos, no somos marcianos.

Este Consejo queda amortizado cada día que pasa sin zanjar de una vez el asunto. Hoy no se puede dirigir la institución con los criterios de los años ochenta o noventa. Tras este asunto, que alcanza los 3,8 millones de euros, van a venir otros no menos importantes si se confirma que la vida cotidiana no será igual que antes. Hay que estar preparados para la Semana Santa de 2021 desde ya. No dejar dormir los problemas, como de costumbre. El Consejo vuelve a estar oxidado como ya lo estuvo en tiempos, tal como reconocieron públicamente algunos consejeros en su día. La sociedad de hoy no admite el silencio como respuesta, ni que haya que esperar a una asamblea para votar simple y llanamente si se cumple la ley. El cumplimiento de la ley no se vota. El señor Vélez lo sabe perfectamente, que es un abogado curtido en muchos frentes y bien complicados algunos de ellos.

Quizás le haya salido un grano al que siempre hemos considerado como el negocio soñado por cualquier empresario del espectáculo. Sí, decimos espectáculo porque el propio Consejo así consideró la carrera oficial a principios de siglo cuando gestionó un tipo de IVA rebajado. Es soñado porque piensen en qué otro negocio se tiene recaudado el 100% tres meses antes, se cuenta con una demanda para duplicar el aforo y no hay obligación de devolver el dinero en caso de... lluvia. Y no me enseñen reglamentos de las señorita Pepis que son modificados cada dos por tres con menos transparencia que las hojas de reclamaciones del tío que vende las tajadas de coco con los chorritos de agua fresquita. ¡Que se están aprobando los Ertes por la vía rápida aplicando el Factum principis! Esto es, las cosas han cambiado.

¿Acaso pensaba este Consejo que todo sería siempre igual? Luis Rodríguez-Caso tuvo que vallar la Avenida. Manuel Román, informatizar la carrera oficial y levantar toda la planimetría con la participación primero de Juan Ramón Cuerda, que tuvo sus fías y porfías con el asunto, y después de Julio Cuesta (la fuerza del tirador). De los silleros pata negra se pasó a Arcasur (que era la sociedad de uno de esos silleros que se quedó con el negocio por unos años) y después a la gestión directa. ¿No lo recuerdan? Algunos tuiteros tal vez no habían nacido. Adolfo Arenas tuvo que modificar nada menos que los estatutos, tarea que culminó formalmente Carlos Bourrellier, de los pocos sevillanos que puede presumir de tripleta:rey mago, virgen coronada siendo hermano mayor y presidente del Consejo. Y no olviden las madrugonas que se tuvieron que tragar unos y otros. Todo presidente tiene sus retos.

Este equipo empezó bien en muchos asuntos. Hemos alabado la determinación de Vélez en el conflicto del Martes Santo y en el pago del cartel. Era vergonzoso dar por hecho que había que pintarlo gratis. Como lo es que no se devuelva el dinero de las sillas de una Semana Santa que se sabía suspendida tres semanas antes. Es sencillamente de juzgado de guardia. Sobre todo cuando el telediario ya informa del aumento de los nuevos pobres, muchos bares no saben si podrán reabrir, el arzobispo pide probidad, el paro superará con creces el 20%, etcétera. ¡Devuelvan el dinero, señores del Consejo! A lo mejor resulta que hay muchos abonados que deciden libremente renunciar a ese dinero. ¡Pues muy bien! Pero den la libertad. Y la libertad en este caso sólo se da organizando un sistema de reintegro de las cantidades. Estamos todos viviendo una coyuntura excepcional que requiere de soluciones especiales. ¿No entiende tampoco el Consejo que se trata también de una cuestión moral, tal como han reconocido ya públicamente dos hermanos mayores? No les corresponde ese dinero.

Usen la vía telemática para acelerar el proceso, porque provoca risa (por no decir otra cosa) la necesidad de aguardar a que se pueda celebrar una asamblea como tradicionalmente se conciben estas reuniones. No estamos en los años del Plan Trabajadera ni de los carteles de Se alquilan sillas para toda la Semana Santa.

No hay campañas contra nadie, sino defensa de lo que mucha gente considera justo. Y la ley así lo reconoce. Mucha gente necesitará ese dinero. Las circunstancias han cambiado , el mundo está cambiando. Ayer mismo llegaba el SOS de una parroquia del centro que no podía pagar ya los salarios de los sacristanes, las facturas de la luz, el teléfono ni la alarma.

Esta semana ha habido quien ha calificado el pago de los abonos como el correspondiente a un derecho de adquisición preferente, una especie de reserva del sitio, por lo cual no cabría la devolución. Los derechos de adquisición preferente son habitualmente gratuitos, no onerosos. Y si fueran onerosos, ¿me quieren decir qué cantidad de lo pagado corresponde a la reserva y qué cantidad se paga por ver las cofradías?

Ítem más. Aceptemos que fuera un pago como reserva. Como fue pagado en 2019 y no ha habido procesiones en 2020... ¡a devolver igualmente el dinero! Dejen de inventar que si Mengano quiere ser pregonero (risas en off) o Zutano presidente del Consejo (más risas en off). Para esos objetivos, precisamente, hay que hacerle mucho la rosca al Consejo y a los hermanos mayores, no decirles reiteradamente que devuelvan 3,8 millones de euros. Pero algunos son cortitos, muy cortitos. Y conocen poco, poquísimo, el paño.

La razón hay que dársela al que la tiene. Sin dar las siete revueltas. Ojo al que se queda con lo que no es suyo. ¡Pero qué rápidos fueron para cobrar el IVA del 21%! Con pólvora del rey todos sabemos mucho de cofradías.

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