El rostro de nuestros días
El Fiscal

A Mari Luz Bustamante
Los años pasan con sus cargas y satisfacciones. Hay un sacerdote sabio que reza la Salve a su manera. “En este valle de lágrimas... y alegrías”. El tiempo pasa y el tic-tac te hace redescubrir imágenes que antes solo formaban parte de los recuerdos de un día , un lugar, una marcha de trompetería, unos buenos amigos de la cuadrilla en inolvidables noches de ensayos de cuaresma... Ahora encuentras un sentido más hondo en el rostro del Señor de la Salud y Buen Viaje. Llora, pero está tranquilo. Las lágrimas surcan su rostro de barro, pero no pierde fortaleza. Sentado, a la espera del destino, con esa calma que protege de toda zozobra. En Sevilla tenemos el privilegio de tener a este Señor siempre de guardia en la ventana, con esa lección de serenidad en el mundo de prisas, velocidades, presiones y escapismo consumista. Llora como uno de nosotros. No necesita azulejo. Él siempre está. Espera sentado que pasemos a su vera. Y que le dejemos el lirio de nuestra oración en esa hermosa intimidad de quienes se hablan a través de una reja. Qué humano y divino al mismo tiempo este Señor bueno, tierno y manso que gime con la inocencia de niño y es poderoso por estar en paz consigo mismo.
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