Una misión que ahora exige reposo

Conviene reflexionar sobre todo lo hermoso que hemos vivido y no comenzar a forzar nuevos acontecimientos

El Señor con túnica bordada, en su paso en el interior de la Catedral.
El Señor con túnica bordada, en su paso en el interior de la Catedral. / José Ángel García

07 de noviembre 2021 - 05:00

Sevilla/No puede quedar reducida la Santa Misión del Gran Poder a una actividad de consumo tras un largo período de restricciones. Sería una pena, una derrota y un fracaso. Cuanto ha ocurrido tiene una profundidad, una hermosura y una carga de verdad que se exige ahora un tiempo de reposo, de reflexión y de meditación. Algunos hay que andan elucubrando e inventado desde que en cierto pregón se apuntó a la posibilidad de llevar un paso de palio a Roma, el de la Virgen de la Amargura. Aquello fue un recurso literario del padre Javierre que muchos vieron realizado parcialmente al disfrutar de la procesión de la Virgen de Regla en Madrid con ocasión de la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud.

En un mundo globalizado, donde todo nos resulta posible porque casi no vemos límites a nada (salvo para gobernar un volcán), hay quienes ya pretenden una apuesta por sacar a más imágenes sagradas y desplazarlas no ya a zonas donde hay un gran trabajo pastoral por delante, sino a otras ciudades y con cierta frecuencia. Tengamos paciencia y mesura. Queda mucho por hacer para simplemente recuperar la normalidad de una Semana Santa amenazada desde 2000 por los altercados del orden público y la pandemia. Vayamos poco a poco. No caigamos en la ola consumista que exige experiencias antes que vivencias.

Ha sido muy hermoso comprobar la autenticidad de la devoción al Gran Poder, que solo en unas andas ha convocado verdaderas masas. Ha sido bonito reencontrarnos en las calles con orden y compostura, descubrir la belleza posconciliar de la Parroquia de Santa Teresa, admirar al Señor avanzar entre grandes bloques residenciales de las barriadas, como un vecino más perfectamente integrado, disfrutar del afecto, el esmero y el buen hacer de la hermandad en todo lo que ha organizado... Cuidemos cuanto se ha vivido, que hay que saber valorarlo. No caigamos en el mimetismo, en saturar en poco tiempo un modelo de éxito. Las misiones no deben ser las nuevas coronaciones, porque al final devaluamos hasta aquello que nos ha salido perfecto. No interpretemos a mayor gloria del tachiro los mensajes del Papa, que no ha pedido que nos volvamos loco trasladando imágenes a otros barrios, ni mucho menos a otras ciudades.

El Señor ha sido un aldabonazo en algunos de los barrios más pobres de España. Hay que evaluar los efectos de su presencia, la apuesta que ha hecho la Archidiócesis y el esfuerzo de la hermandad, cuánto bien ha hecho en las personas que allí viven y en las que se acercaron a verlo, y recordar mucho esta misión porque será una forma de que esos barrios no caigan en el olvido.

Visto el regreso a la basílica, mantenemos lo dicho la pasada semana. Si ha habido algún exceso, algún detalle que a alguien le ha podido chirriar, no dude nadie de que todo ha sido amplia e intensamente compensado por los beneficios generados. Bastaba con ver las ojos de quienes miraban al Señor en cualquiera de sus traslados, el espíritu de la vida cotidiana de la basílica trasladado a esas parroquias (entrega de estampas, sala de venta de recuerdos, el casinillo...) y las largas colas de vecinos para mirarle de cerca, muchos de ellos dejando flores con el nombre de sus calles. Ha sido único y dejemos que siga siendo único. No invente, está hecho.

El retorno de la bulla

En la preciosa noche del viernes llegaron el frío... y las bullas. En los alrededores del puente de San Bernardo, donde se oyeron los sones de la banda militar, se formaron verdaderos tapones de público. Y esas discusiones de siempre, que parecían olvidadas y que por fortuna nunca van a más. “¿Se os ha olvidado caminar en una bulla? ¡Una corriente pallá y otra pacá, hombre!” Se entiende la aglomeración desde el momento en que a las seis de la tarde había gente tomando posiciones para ver al Señor, que llegó a esa zona tres horas después.

Estilo

En su día lo advertimos. La Hermandad del Gran Poder se metía en unos preparativos logísticos que probablemente no tengan precedente. Lo que ha tenido que organizar para no dejar fuera un detalle con tantos trasladados, tantas posibles incidencias (no faltó la lluvia), tantos compromisos institucionales y tantos imprevistos que habrán surgido durante tantísimos días sería acaso comparable con lo que se organizó en 1982 y 1993 con las visitas del Papa. En la formación de los relevos hasta se pedía disculpas a los participantes por el retraso horario. Una suma de pequeños detalles que complementan y enriquecen una gran organización.

Recibimientos

Qué bonita quedó engalanada la fachada de Santa María la Blanca para recibir al Señor. Allí estaban el párroco, Miguel Ángel Núñez, con los hermanos de la Virgen de las Nieves. En la iglesia del Señor San José hubo oraciones, música clásica y hasta una soprano. Añadan las atenciones previas de los bomberos en el puente y el recibimiento en la Delegación de Defensa. El presidente del Consejo espero al Señor en el Palacio de Altamira, donde lucen las colgaduras en las solemnidades desde que Patricia del Pozo es consejera de Cultura.

Oído

En estos días de callejeo a la búsqueda del Señor se oye de todo. “¿Has visto la saeta tan buena que ha cantado el tío? Y eso que dijo hace poco en una entrevista que no creía en Dios”. “Esa es la iglesia donde está la hermandad de Carlos Herrera”. “Al consejero lo han puesto en primera fila y no carga. Es que es imposible que lo haga. A eso en mi colegio se le llamaba hacer el murciélago. Pero no es el único ni la única”. “¿Has visto al youtuber Álvaro Ojeda viendo al Señor?”. “Qué grande Antonio Ríos caminando delante del Señor junto a su sobrino Félix”. “La bulla del sábado me da miedo”. “¿En las televisiones por qué no se callan si no tienen nada que decir de interés? Llevo sermones oídos para un mes sin ir a misa”.

El arzobispo Saiz, en la misa de ayer concelebrada por el cardenal Amigo.
El arzobispo Saiz, en la misa de ayer concelebrada por el cardenal Amigo. / José Ángel García

Arzobispo

Al personal le gustó la homilía de ayer de monseñor Saiz en la Catedral. Don José Ángel ha caído de pie en Sevilla. El jueves felicitó públicamente a don Carlos por su onomástica. Dicen que le han sugerido que pida un obispo auxiliar, pero que él de momento declina porque tiene a los dos mejores auxiliares que se pueden tener: el cardenal y don Juan José. Eso se llama inteligencia. A lo mejor no ha caído de pie por mera fortuna del destino, sino porque ha zanjado cualquier rencilla desde el primer minuto, no ha dado pie a comentarios y no ha exhibido complejo alguno.

El Lagarto de la Catedral: "Querido y siempre inquieto Fiscal, el pasado día 4 vimos de nuevo por Sevilla al cardenal Amigo. ¡No para! La razón es que recuperó la tradición de celebrar su santo con las hermanas de la Cruz, precisamente en las vísperas de la festividad litúrgica de la fundadora de la Compañía"

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