Lo mejor y lo peor de 2024, siempre con Esperanza

El Fiscal

El año termina con el hermoso calendario del macareno Morillas, pero antes vivimos usos y episodios poco constructivos

Los calendarios del nuevo año que reparte el macareno Juan José Morillas.
Los calendarios del nuevo año que reparte el macareno Juan José Morillas. / M. G.

29 de diciembre 2024 - 03:59

Acaba el año y recibimos el almanaque más hermoso, el que nos trae cada pascua navideña el canciller Juan José Morillas. Siempre por una cara aparece la Cara y por la otra los doce meses del año con una proclama en latín, naturalmente. Semper spei iter sequi. Que quiere decir: "Seguir siempre el camino de la Esperanza". Un mensaje muy en consonancia con cuanto hemos vivido este 2024 con un congreso internacional que ha tenido como lema "Caminando en esperanza". Con el calendario de Morillas tenemos claro que la Navidad es plena, que el año expira y que el futuro hay que encararlo con un optimismo razonado. En la ciudad de la Esperanza siempre hay que confiar en un mundo mejor, lo que obliga a una actitud cuando menos pro-activa. Pídanle un almanaque a Morillas. Llévenlo todo el año en la cartera o ténganlo en la mesa de trabajo. Tiene ya su calendario macareno hasta el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, que lo recibió en la inauguración del Belén del Parlamento, porque Morillas es el presidente de honor de los belenistas. Hay vida más allá del Consejo y del Latín. ¡Y tanto!

Mala costumbre

De las cosas que peor sabor de boca nos han dejado ha sido la suspensión prematura de algunas estaciones de penitencia y la consiguiente convocatoria de los hermanos en el templo a la hora establecida, pero vestidos de paisano. Algunos no son conscientes del daño que se provoca, los ritos familiares que se rompen, las costumbres personales que se van al garete (hay quienes se revisten mientras rezan el Rosario) y la desnaturalización general que se experimenta. ¿Dónde quedan el sentido de la obligación y el compromiso? El hermano mayor es el que comunica la suspensión mirando a la cara al cuerpo de nazarenos, no a través de un tuit o de una emisora de radio. Al templo se acude de nazareno a la hora indicada, salvo suspensión de la Semana Santa. No se priva al nazareno de revestirse como tal, de hacerlo en su casa al calor de la familia, de vivir la mañana con la expectación y el recogimiento debidos. No pasa nada si después no acude de nazareno porque haya fuertes lluvias. A nadie se le ha expedientado por no comparecer, pero a nadie se le debe privar del derecho (y obligación) de estar presente a la hora debida. Lo peor fue que en algún caso oímos que se justificaba la suspensión prematura para no "hacer venir" a hermanos desde otras ciudades o de barriadas lejanas. ¿Hacer venir? ¿No es hermoso el mero hecho de revestirse de nazareno? ¿No es bonito acudir al templo, rezar el vía crucis y retornar cuado haya un claro en los cielos? Sigan terminando con los ritos, sigan con la Semana Santa del confort...

Muy evitable

Los hermanos mayores no deben conceder entrevistas revestidos de nazareno. La túnica no es un disfraz. Solo se debe usar para la estación de penitencia... o como mortaja. Nada más. No se debe uno exhibir con la túnica puesta sin antifaz, menos aún cuando se tiene la más alta responsabilidad que exige ejemplaridad. Se tardan pocos minutos en quitarse el hábito y aparecer de paisano para atender a los medios de comunicación. Cuesta muy poco hacer las cosas bien. Y lo que afirmamos para los hermanos mayores vale, por supuesto, para todos los componentes del cortejo. Los primeros que no guardan la compostura debida son los nazarenos que sin estar cubiertos por el antifaz vigilan el acceso a la iglesia. ¡A cara descubierta! No tiene sentido alguno.

Los 'essesos'

Este año hemos sufrido a los denunciantes de "essesos" que después se han hartado de pedir sillas a Paco Vélez. Igual que están los conversos, que han largado de las procesiones extraordinarias hasta que sale la imagen de su cofradía, están los que dan muestras de ser poco consecuentes. Enjuician con severidad pero después disfrutan como el animal que dijimos en un charco. Al final será que estamos hechos un lío, verdaderamente pasados de rosca o hasta fuertemente condicionados por los opinadores de barra. Hemos pasado de la teoría de la Sevilla dual a la ciudad de los "essesos". El sentido extraordinario murió hace ya demasiados años. Evolucionamos hacia la Semana Santa desubicadora con las imágenes fuera de sus feligresías y, cómo no, de sus ciudades. Que viene, que viene...

Tertulias tronantes

Nos alertan del apogeo de las tertulias cofradieras al estilo del 'Chiringuito de jugones'. Voces tronantes, aspavientos, emociones, sonrisas y lágrimas, denuncias, lamentos... La verdad es que hay algunas donde participan cofrades de reconocido criterio. Se pueden aprender cosas con independencia del formato. ¿Hacen ruido? Sí, tienen una gran difusión. Quizás se eche en falta algo de rigor (o de prudencia) en algunos comentarios sobre liturgia y, por supuesto, cultura bíblica. Se nos olvida con frecuencia qué es la Semana Santa. No es un espectáculo, ni un evento, ni la suma de pasacalles. Pero seamos positivos: hay gente seria en foros que quizás chirrían. Pero también chirriraron otros programas hace 20 o 30 años que llegaron para quedarse y, por cierto, hacen muy buen periodismo.

El público

De acuerdo con que la Semana Santa de 2024 resultó diezmada con tanta lluvia. Nos quedamos a la mitad, nunca mejor dicho. Pero dio tiempo a comprobar que las medidas de seguridad finalmente tomadas por el gobierno local, que hizo suyas las de años anteriores de los ejecutivos socialistas, funcionaron como era de esperar. Y la gente se comportó muy bien. Como de hecho se confirmó en la Magna. Las líneas rojas pintadas en las calles fueron respetadas. Parece que la señalización con pintura es suficiente en muchos tramos y no hay que recurrir a las vallas. Eso es una buena señal. También es verdad que los riesgos son en horario nocturno, pero no está de más valorar el comportamiento de miles de asistentes en un acontecimiento tan inédito como extraordinario. El reto en seguridad de la Semana Santa del siglo XXI no es otro que combatir los efectos del alcohol, pero no se suele decir con la claridad necesaria. Es decir, la mala educación. Y se ha demostrado que con las medidas adecuadas se consiguen buenos resultados. No se deben dar pasos atrás.

Las redes

¿Asumimos como normales los linchamientos de vestidores de imágenes marianas que se perpetran en las redes sociales? En algunos se aprecian pocas diferencias con los crispados debates de la política nacional. ¿Consideramos solo como excesos el elevado número de procesiones extraordinarias, pero no el manoseo de las imágenes en las redes con comentarios sobre lo malamente que están ataviadas? El problema es que antes los jóvenes aprendían de los cofrades mayores y de algunos buenos libros. Y ahora las referencias son influencers que saben de todo y tienen muy mala uva. Hace falta más lectura de textos rigurosos y mucho más sentido del humor, como la leccion que siempre nos da El Palermasso de Antonio Garrido, una de las grandes aportaciones de los últimos años. Se demuestra que no hay tema delicado, sino enfoque indebido. En las redes están las fosas sépticas de la actual Semana Santa. Nos iba mejor con ciertas tabernas.

La frialdad

No podemos evolucionar con tanto descaro hacia un mundillo cofradiero marcado por la frialdad en la relación de la hermandad con el hermano. Pagamos la cuota por banco, reservamos la papeleta por la vía digital, se nos avisa con premura de la suspensión de la estación de penitencia, asistimos a los cultos por streaming... Si la figura del nazareno está de por sí poco consideradan en lo que llevamos de siglo XXI, la del hermano sin más corre el mismo peligro. A veces no se trata tanto de fomentar y dinamizar, como de no orillar. Una cosa es el capirotero y otra el hermano virtual.

Menos horas en la calle

El Gran Poder entró antes de la hora prevista en el regreso a la basílica el pasado 8 de diciembre. Una medida prudente. Todo un ejemplo. Los excesos no solo son en el número de procesiones, sino en el tiempo de estancia en la calle. Hay que cumplir y reducir los horarios. Se puede siempre que se quiera. Ni cangrejeros ni otras gaitas. Los pasos andan cuando se quiere. Si alguien tiene alguna duda sobre la medida de las cosas que se fije en la procesión de la Virgen de los Reyes. No hace falta cada año más que hora y media mal contada. Y es la patrona de toda Sevilla: capital y provincia. Y que recuerde que a la patrona de Lora del Río le sobró más de hora y media de recorrido oficial en la Magna. Fue la gran aportación al congreso, la que mayor interés generó en muchos por su singularidad y la que, por cierto, evidenció al cateto capitalino. Que 2025 nos traiga mesura, moderación y serenidad.

El deseo

Todo debe ir encaminado a proteger la Semana Santa, proveerla de autenticidad natural y legar una mejor de la que recibimos. La Semana Santa es la gran fiesta de la ciudad, de las familias, de los hogares, de la memoria, de los ritos oficiales y de los particulares. Se aprende en casa y en las casas (de hermandad), en algunos buenos libros y en algunas tertulias espontáneas y solventes. Se ama y se respeta cuando se conoce su hondura. No es un producto de consumo ni de atracción del turismo. No se concibe para generar actividad económica. No es una marca de la ciudad. Aunque genere todos esos efectos, que los tiene. La mejor Semana Santa siempre estará en el nazareno solitario que te sorprende en cualquier calle, en la mirada de un penitente o en un paso de palio que se aleja mientras una bulla nos apela para movernos.

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