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Las diferentes caras del gozo en la Semana Santa de Sevilla

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El Cristo de los Desamparados por la Plaza del Molviedro / Luisa Chávez

24 de marzo 2024 - 04:00

Sevilla/Las vísperas brillan ya hasta con un crucificado de Martínez Montañés. Crecen como un árbol sano con diferentes ramas: los barrios alejados, la imaginería barroca de mayor excelencia, la música... La Semana Santa del siglo XXI es la del auge de las visperas y la hegemonía de las bandas de música, los dos grandes fenómenos que marcan este tiempo. Como la de finales del siglo XIX lo fue de los hermanos costaleros. Hoy comienza el tiempo del gozo que nos desconecta del resto del mundo como ciudad y como ciudadanos, hoy comienzan los días mejores que retrotraen a la infancia y permiten el reencuentro emocional con quienes nos antecedieron y legaron esta fiesta santa. Llegamos al Domingo de Ramos con la incertidumbre del clima y tras unas vísperas cada vez más extensas, con momentos de máximo esplendor y, también, con el ruido de unas fiestas y acontecimientos que aprovechan la llegada de la fiesta para hacer caja. Al igual que hay una pre-Feria, se organizan fiestas el Viernes de Dolores con motivo de la Semana Santa al calor del bullicio de las horas previas. No hay una sola Semana Santa, sino varias, aunque creamos que solo se puede vivir en plenitud de una manera. Hay una Semana Santa de las hermandades, como la hay de la familia, de los vecinos del centro con balcones, de los colegios y hasta de las empresas. Y, por supuesto, la del culto íntimo en la basílica de la Plaza de San Lorenzo donde tantos llevan viviendo las vísperas porque allí, sólo allí, sienten que comienzan la Semana Santa junto a sus seres queridos que ven a través del rostro del Señor. Es la Semana Santa de las verdades incontestables.

Las manos del Gran Poder, ayer en el culto más íntimo del año. / José Ángel García

Circula una invitación al balcón de una familia con casa en el Arenal con una particular normativa que se difunde con la invitación. Los padres son responsables de los menores, claro. La casa está abierta a todos, pero a los balcones no se sacan bebidas. Se agradecen las aportaciones de viandas, pero que sea fáciles de coger con la mano: "Comida de dedo". Que no haya que usar plato. Por supuesto se declara la casa como espacio "libre de humos". El tirador de cerveza está en la planta baja. Lo mejor es el final: "Queremos tener solo conversaciones agradables para pasarlo bien".

El Cristo de la Corona en el Patio de los Naranjos en su regreso al Sagrario. / M. N.

La Semana Santa del abastecimiento de las casas del centro es un proceso que saca de los nervios a muchos repartidores y empleados de conocidas cadenas de supermercados. "Señora, esta semana no podemos más", le explicaba una empleada con los nervios malamente contenidos a una vecina de la calle Conteros que exigía que le llevaran el pedido a casa antes de mediodía. Un escaparate de la Cuesta del Rosario ofrece torrijas del tamaño de toda la vida a 1,90 euros. Como el precio es tan sospechosamente bajo procedemos al análisis. En efecto, la torrija sufre un proceso de acartonamiento que indica que debió ser metida en miel cuando se presentó el cartel de Salustiano. Por cierto, en el bar La Candelaria ya luce un nuevo cartel tras el ataque sufrido por el ejemplar anterior en la tarde del Jueves de Pasión.

Hay una Semana Santa de empresas con ganas de "entrar" en Sevilla que te pegan la paliza para que acudas a sus balcones. "¿Le llegó la invitación para nuestros balcones?", te pregunta una voz incisiva con acento madrileño. "Dígame usted qué día quiere ir". Y hay que hacer una confesión con sus gotas de ironía: "Mire, si lo que quiero es no ir, se lo agradezco mucho, pero no sé ya cómo explicárselo. Seguro que tiene usted a media ciudad haciendo cola para estar en ese balcón y puede prescindir de un servidor que, además, no le va a aportar absolutamente nada bueno, se lo aseguro".

Y hay una Semana Santa de vísperas en la Catedral con un espléndido altar de plata que luce un bosque de palmas precioso a la espera de la procesión matinal de la mañana de hoy, posiblemente una de las más bellas del mundo, que conserva las medidas que ahora tanto se echan de menos y que suele permitir la contemplación de las capas pluviales de los canónigos, verdaderas joyas del catálogo de bienes muebles Cabildo Catedral.

¿Y la Semana Santa de los bares? Los horarios de apertura están en muchos casos restringidos a la mañana para el desayuno y el mediodía "hasta las tres y media" que se cierra la persiana. Sigue en aumento la lista de establecimientos que no soporta al público de una Semana Santa que cada vez congrega a una mayor cantidad de gente a la que no interesan las cofradías, sino exclusivamente el ambiente festivo. En cambio en esta Semana Santa se estrena un bar en la Plaza de San Francisco, El escondite sevillano, y otro en Javier Lasso de la Vega, El Gran Café España, en el local donde tantos años estuvo la tienda de mueble Matamoros. Será interesante conocer los balances de estos días en los dos nuevos negocios que abren con entusiasmo en contraste con quienes ya no quieren saber nada de las clientelas vespertinas, mucho menos de la nocturna.

Quienes están más tranquilos con la amenaza de mal tiempo o con este tiempo de guasa y con los contrastes de frío y calor son los responsables de seguridad. El público tiende a resentirse si no hay certeza. La Semana Santa, sobre todo la de determinadas cofradías, necesita de certidumbre Sí se disfrutó de ella en las vísperas. Incluso de esas medidas perdidas en la que hoy conocemos como la Sevilla de los excesos. La cofradía de la Corona es un bocado exquisito en penas víspera, la demostración de cómo se pueden hacer bien las cosas en el contexto más delicado: la Parroquia del Sagrario, la Catedral, el núcleo del casco histórico. Todo está medido sin que parezca de diseño, sino natural, como sólo se hacen las cosas cuando se combinan el convencimiento con un criterio bien definido. La recuperación de la entrada del cortejo por la Puerta del Perdón y el Patio de los Naranjos es una delicia que recrea cómo debieron verse muchas cofradías hace décadas: en silencio, en una intimidad familiar, con tiempo para apreciar muchos detalles (alpargatas, cruces arbóreas, monaguillos, reliquia).

Balcón con nazareno colgado. / M. G.

Hay una Semana Santa de la carrera oficial que amanece este domingo con muchas colgaduras, sí. Y cada vez son más de publicidad. Al menos guardan la estética más adecuada: letras y logos dorados sobre tela roja de Damasco. Podría ser mucho peor. Están cada vez más en auge las palmas rizadas que hace quince años eran de uso minoritario. Se nota la labor de muchos talleres organizados por entidades y hermandades. Y destaca en esta artesanía la labor de Andrés Martín, uno de los grandes introductores en Sevilla de esta hermosa costumbre. Las palmas son siempre más recomendables que los nazarenos que se cuelgan de los balcones como si fueran esos Papa Noeles que algunos exhiben en Navidad.

Herodes en la selección de fotografías de los palcos de la Plaza. / M. G.

En los palcos de la plaza se muestra una selección de fotografías que supone uno de las mejores aportaciones a la Semana Santa de la última década. ¡Y ya es difícil en plena carrera oficial! La que abre la exposición en la calle Granada es un espejo de cierta ciudad o de la ciudad en determinados días y momentos: un primer rostro del Herodes de la Amargura imposible de mejorar. ¡Herodes en la Plaza en Semana Santa! En los palcos de la Plaza, claro. Qué fuerza expresiva tiene esa mirada esquinada, carácter puro, cinismo, altivez, guasa...

Uno de los puestos en la Puerta de Jerez. / M. G.

Un paso por el entorno de la carrera oficial basta para comprobar que en la Puerta de Jerez se alza una suerte de Calle del Infierno con numerosos puestos de golosinas, barquillos, garrapiñadas... Recuerda a la calle Santa Fe en los días de Feria.

Las vísperas son el tiempo de la Semana Santa que más ha evolucionado en 25 años. El crecimiento ha sido verdaderamente vertiginoso, paralelo al crecimiento de una ciudad que hace tiempo decidió no quedarse en los límites del centro histórico. Las vísperas suman desde ayer una imagen nada menos que de Martínez Montañés, un cortejo garantizado por el buen gusto de Fray Juan Dobado, el religioso que cree firmemente en la conveniencia de sacar esta imagen a la calle. Como en su día Juan Garrido o José Gutiérrez Mora, dos canónigos, quisieron impulsar a aquellos jóvenes de los años 90 que daban culto al Cristo de la Corona. Ignorar a las vísperas con un supuesto elitismo es hoy un absurdo. Son la misma ciudad que ha crecido. Es la misma Sevilla. La de la exquisita medida, la de los excesos y la de la mirada de Herodes. Todas ellas, solo una. Las diferentes caras del gozo.

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