Hablaría de cofradías este verano con... (y III)

El Fiscal

Más que nunca conviene recuperar el hábito de las buenas tertulias en un contexto de ruido por el polémico recorrido de la 'gran traca'

Los 500 autobuses de la Magnísima

Hablaría de cofradías este verano con... (I)

Hablaría de cofradías este verano con (II)

Un nazareno da un caramelo / Juan Carlos Muñoz

21 de julio 2024 - 04:00

Menudo susto nos llevamos el jueves cuando quedó tumbado el recorrido de la magnísima por el Paseo Colón. ¡Que sopitipando se llevó alguno! Estábamos ya buscando balcones y azoteas en el recorrido y, ¡zas!, volvemos a lo de siempre. La Avenida y Sierpes. Sierpes y la Avenida. ¡Eso es así, eso es así! Está todo inventado. La gran traca (monseñor Saiz dixit) merece todas las garantías. Y los 500 autobuses de visitantes, las mayores comodidades. Mientras eso pasa, tenemos encima los días fuertes del verano, pero en esta ocasión con asuntos candentes sobre la mesa plegable junto a la sombrilla. Nada de serpientes de verano. Son las ventajas de la Semana Santa que dura todo el año, de la Semana Santa de la segunda oportunidad.

Hablaría de cofradías este verano con cualquiera de los miembros del Consejo de Cofradías de la junta superior presidida por Luis Rodríguez-Caso, el que preparó la exposición Los Esplendores de Sevilla que, precisamente, se celebró en verano y que fue visitada por los Reyes de España. Aquello requirió de una logística y de unas negociaciones nada fáciles, pues hubo hasta invitaciones a participar que fueron rechazadas. Se trabajó y mucho, ¿verdad Rafael Molina? Sin que se tumbaran recorridos, con armonía y coordinación y con las tensiones e ilusiones propias de los grandes acontecimientos. Ahora que nos metemos cada vez más en los preparativos del II Congreso Internacional es bueno recordar lo que ya se hizo, cómo se hizo y quiénes lo hicieron. Aquella gran exposición estaba divididas en tres secciones:  Las Glorias, La Pasión y Los Tesoros. Se celebró con motivo del V centenario de la Evangelización de América. Podían admirarse en la sede de la antigua Caja de San Fernando en la Plaza de San Francisco, en el templo del Salvador y en el hospital de San Juan de Dios. Los traslados de los pasos de Semana Santa fueron ejemplares y muy recordados, sobre todo en un período en el que no sufrimos una saturación de salidas extraordinarias. En el Salvador se pudieron contemplar los de la Presentación al Pueblo de San Benito, la Virgen de la Victoria de las Cigarreras, la Exaltación, la Virgen del Dulce Nombre, Pasión y el Cristo del Amor.

Hablaría de cofradías este verano con Antonio Rodríguez Cordero, San Isidoro puro y ex hermano mayor del Silencio. Con tanto ruido de recorridos y horarios hasta en verano, sería un placer recuperar las historias del comercio centenario y familiar de la calle Francos (Casa Rodríguez), los recuerdos de las camelias de las jarritas delanteras del paso del Loreto y los ramitos de azahar traídos de Tablada , los fervorines del teniente coronel de Aviación desde un púlpito, el párroco obligando a los nazarenos a salir y a entrar con la cera apagada para no manchar el suelo del templo y las tardes de juegos de tambor y de carreras por los sótanos de las tiendas. Y del Silencio,  los cabildos presididos por el marqués de Villamarta en la iglesia, con los hermanos sentados en las sillas que se podían disponer como reclinatorios, muchos años antes de que llegaran los bancos de madera.

¡Y cómo no! Hablaría en agosto y hablaré con Charo Padilla, la única mujer que ha dado el pregón en más de 80 años. Con la perspectiva del paso del tiempo siempre hay detalles que se evalúan y saborean mejor, como aquella fotaza de Pablo Lastrucci de los zapatos de tacones de la pregonera con el fondo del calzado negro de cordones de los señores del Consejo, una imagen definitoria del tiempo nuevo. Y que Charo nos cuente la ayuda y el aliento que recibió de monseñor Asenjo, el prelado que no ha retornado a Sevilla ni para la inauguración de su merecida calle. Y tantas y tantas anécdotas en torno a un día maravilloso, como las muestras de cariño de la gente buena del Cerro o del Polígono de San Pablo, las cartas de apoyo de anteriores pregoneros, las llamadas telefónicas tan especiales que recibió.... Solo ella puede hablar de haber sido pregonera. ¿Algún día plasmará todo en un libro? Por cierto, nos consta que está deseando dejar de ser la única...

Hablaría de cofradías este verano con Juan Salas Tornero, que sabe tanto, tantísimo, de cofradías como para estar horas hablando de las Semanas Santas en blanco y negro, de las de los complejos años de la Transición y de las que se viven a todo color. Por muchas altas responsabilidades que tuviera, Juan nunca dejó de disfrutar de la vida de sus hermandades como uno más, sobre todo de las Siete Palabras (su casa) y del Silencio. En su álbum hay fotos con el Rey de España, Felipe González, Bill Clinton, Fraga Iribarne y Juan Pablo II, pero su pasión son las cofradías. Hasta tiene una túnica de maniguetero mercedario de Pasión en propiedad. Ilusión se llama. Un cofrade pro-activo, con criterio y con cuidado por los detalles, sin miedo a hacer cosas en un mundillo inmovilista y sabiendo paladear y fomentar los momentos con esplendidez. ¡Qué gran relación tuvo con Don Carlos Amigo y con el cardenal Antonio María Javierre! Y con tantos cofrades de grandísimo nivel, muchísimos de ellos gente sencilla e imprescindible para hacer la hermandad de cada día. Siempre ha tenido claro el inmenso valor de las cofradías, tanto como que muchas veces se han movido en la frontera de la fe. Y así hay que quererlas.

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