Hablaría de cofradías este verano con...(I)
El Fiscal
Sugerimos una lista de cofrades y personajes con los que conviene coincidir en alguna tertulia y disfrutar de relatos únicos sobre la ciudad y su fiesta más hermosa
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El verano es tiempo para hablar de cofradías. Siempre se alude a la cantidad de reformas de la carrera oficial, cambios en las nóminas y soluciones para la Madrugada que se alcanzan en las tertulias en la orilla de la playa. Algunas charlas son saladas como la mar y otras sosas o incluso acaloradas. Y también se refiere aquello del tener más peligro que un cofrade con las tardes libres... y en agosto. Bromas e ironías aparte, en Sevilla hay cofrades con los que verdaderamente se puede y se debe tener una tertulia de cofradías de la que salir más ilustrado, con más amor por las hermandades, con el colmillo más retorcido o con la máquina de la guasa perfectamente engrasada, según los casos. Por supuesto muchos de esos personajes partieron ya de este mundo, pero en el recuerdo quedan por siempre tantas horas de conversación y experiencias. ¿Con quién parlaría usted de cofradías estas noches de verano? ¿Nos atrevemos a poner algunos ejemplos?
Hablaría de cofradías sin duda alguna con Joaquín de la Peña, cofrade de pro y lo que se dice un verdadero hombre de Iglesia. Si tienen la oportunidad, que les cuente sus recuerdos juveniles del Sínodo de Sevilla, sobre todo ahora que está en auge el concepto de sinodalidad. Que les relate su aprendizaje junto a grandes como Juan Castro o Sánchez Dubé, los primeros años de monseñor Amigo en Sevilla, la hermandad del Amor de su niñez con el cura Gómez Guillén, o la evolución de su amadísima Carretería. Pídanle su testimonio sobre la transición de la vieja carrera oficial gestionada con papel y lápiz por los antiguos silleros a la actual completamente informatizada y con una precisa planimetría hace años levantada. Quizás sea uno de los cofrades en los que se combina con armonía la Iglesia de Sevilla propiamente dicha y el mundo de las cofradías. Y, por supuesto, con ese sentido del humor que es el lubricante de la vida cotidiana. Y como es un cofrade singular en el mejor sentido, tiene un profundo amor por las hermandades de Gloria. Por algo es historiador de vocación y título. ¿Qué sería de las hermandades actuales sin el papel que jugaron las de Gloria?
Hablaría de cofradías con otro Joaquín, Moeckel de apellido. Tal vez tenga que oír más que intervenir, porque es de alta posesión del balón en el partido de la tertulia. Sería un placer oírle hablar de su padre, que me contara otra vez la de horas que se pasó junto a él en las noches de priostía en la capilla, metiendo boletines en los sobres o ayudando en mil tareas que hacen posible el día a día de las cofradías. Moeckel se crió de verdad en la hermandad, en las misas de domingo con cuatro fieles en sillas de enea, en esa sabiduría natural tan útil cuando se llega a hermano mayor para tener auctoritas. Le pediría que me volviera a contar el origen del azul de las túnicas baratilleras, o sus discrepancias jurídicas con la autoridad eclesiástica cuando era hermano mayor. Se adelantó veinte años a la "moderación" que hoy defiende Moreno en la política andaluza, eso de tener sintonía con quien piensa distinto en un asunto concreto. Podríamos discutir sobre la velocidad y las formas en que se instauró la igualdad, repasar la gran operación de venta del Palacio de San Telmo, las causas por la que algunos prestigiosos sacerdotes sevillanos no llegaron al orden episcopal, la trayectoria de un inolvidable Juan Garrido o cómo afrontar los retos de la Semana Santa del futuro. ¿Numerus clausus? ¿Bares cerrados en la Madrugada? Y, por supuesto, las anécdotas vividas en la recogida de oro para la diadema de su Piedad del Baratillo.
Hablaría de cofradías con Pepe Delgado, orfebre de profesión y buena persona de condición. Aristócrata del dibujo, tiene la mano izquierda de un embajador en el Vaticano a la hora de tratar con tantísimos cofrades de la capital, los pueblos y el más allá, porque a veces encargan imposibles... Elegante y socarrón a la vez. Rama dichosa del tronco de sus padres como sus dos hermanos: Ángel y Francisco. ¡Menuda terna! Le pediría a Pepe que me contara este verano cómo se disfruta siendo las manos que hacen la Semana Santa, porque la Semana Santa se hace por muchas manos y con mucho amor; las mil historias, luces y sombras incluidas, de esos encargos que después pasan a formar parte del imaginario colectivo, cuántas horas extraordinarias ha echado con sus hermanos para llegar a punto a la entrega de una corona, unos respiraderos o unos candelabros de cola, y decimos extraordinarias en el más amplio sentido, porque cuántas horas no se cobran y, al mismo tiempo, se viven intensamente. Y que me rematara con el relato de esos Viernes de Dolores en familia, cuando cierra el taller con todo entregado, se dan gracias al Señor y se disfruta del mediodía más importante del año.
Hablaría de cofradías en un paseo largo por la calle Castilla, muy largo, con don Jesús Martín Cartaya, un señor de los pies a la cabeza en el mundo de las hermandades y en la ciudad de Sevilla. Que me explicara otra vez su fidelidad a la máquina de fotos de siempre por mucho que el mundo se haya hecho digital, cómo logró vivir una salida del Silencio en el interior de San Antonio Abad, una Madrugada en la que hizo fotos nunca publicadas; cómo eran los costaleros profesionales a los que tantas veces retrató, esas cruces de guía a las que ha acompañado en las primeras calles del recorrido, la larga lista de capataces a los que ha sacado placas para el recuerdo, las imágenes del palquillo en blanco y negro, de don Carlos muy joven y delgado en la Sevilla de los años ochenta junto a Fernando Isorna, de tantísimos pregoneros en sus momentos de intimidad en el teatro... Un libro abierto con un estilo discreto y señorial. Un modelo de cofrade y de fotógrafo que deberían conocer las nuevas generaciones.
¡Y cómo no! Hablaría otra vez de cofradías con la predilecta Angelita Yruela, porque es una leyenda viva de la Semana Santa, una mujer actual, una señora, una reputada saetera y una solvente escritora que sabe hacer vibrar al público. Una adelantada a su tiempo que siempre estuvo integrada en las hermandades y que ha llevado el nombre de la ciudad a numerosas ciudades del extranjero. ¡La de cosas que puede contar Angelita! Desde cómo se fundaron muchas hermandades o se encargaron nuevas imágenes tras la Guerra Civil, a su dilatada experiencia en la radio para tratar siempre con cariño y afecto a las hermandades. Angelita es la memoria y la voz de la Semana Santa. Nada que ver con frivolidades de las redes sociales ni con polémicas estériles. Pura autenticidad. Con Angelita se aprende desde cómo se coloca el cíngulo un nazareno de cola, a saber cómo era una Sevilla donde la participación de la mujer estaba limitada y ella se las tenía que apañar con ingenio. Y ahí sigue: siempre de frente y con nuevos retos.
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