Un feo en el momento más inoportuno

El Fiscal

El Ayuntamiento se equivoca al dejar al Consejo fuera de la presentación de plan municipal para la Semana Santa, la imagen ha de ser siempre de unión, concordia y coordinación porque se trata de un asunto de ciudad

Qué poco se cuenta la gran verdad de la Semana Santa

Más que nunca hay que formar al nazareno

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El alcalde, José Luis Sanz, y el presidente del Consejo, Francisco Vélez. / M. G.

06 de abril 2025 - 04:00

El final de la cuaresma oficial se representa en cierta manera con la visita protocolaria a los palcos de la Plaza que el delegado de Fiestas Mayores y el presidente del Consejo de Cofradías cursan en vísperas del Domingo de Ramos acompañados de sus correspondientes colaboradores. Se trata de escenificar que la carrera oficial ya está montada al completo, que todo está a punto para la fiesta más importante de la ciudad y que, por supuesto, dos de las partes con competencias directas en la materia (el Ayuntamiento y el Consejo) van de la mano, en armonía y en perfecta coordinación. Es un rito, una tradición, una costumbre que tiene esa intención de generar tranquilidad y confianza. El Ayuntamiento ha presentado esta semana el plan municipal de Semana Santa. Lo ha hecho en el Salón Colón para darle la máxima importancia. Ha sido una gran idea, un acierto pleno para realzar la trascendencia de las medidas tomadas, porque siempre reclamamos a las autoridades que estén tensionadas. Esta Semana Santa es un horno que no está para los bollos de la relajación. El delegado de Fiestas, señor Alés, no es un recién llegado a estos asuntos. Sabe del tremendo eco que tiene cualquier aspecto relacionado con la Semana Santa. Es de los concejales que seguro seguirán en la Semana Santa cuando deje de ser concejal porque le viene de cuna. El alcalde, por cierto, es quizás el más capillita de los que ha tenido esta ciudad en tiempos de democracia. También conoce y forma parte de las cofradías desde niño. No estamos, pues, hablando de recién llegados. Por eso sorprende que a diez días del Domingo de Ramos no se invitara al Consejo de Cofradías a la presentación del referido plan municipal. No se entiende, no se concibe, no se explica. En cambio, la Policía Nacional presentó el Plan Cirio contra la delincuencia en Semana Santa en un acto que contó con el subdelegado del Gobierno, Francisco Toscano, el presidente del Consejo, Francisco Vélez, y varios altos mandos de la Policía Nacional. La imagen difundida fue de unión y concordia. ¡No merece menos la Semana Santa!

En la presentación del plan municipal se informó de que las cofradías han notificado hasta 1.800 obstáculos. ¿Y cómo creen que se entera el Ayuntamiento de esa valiosa información que es una guía para hacer bien las cosas y con rapidez? Por medio del Consejo de Hermandades que recibe y canaliza los datos. El Ayuntamiento informa de que se aumentan las líneas rojas pintadas en las calles para ordenar al público en lugar de la instalación de vallas. Muy bien. ¿Pero no interesa al órgano de representación de las cofradías esa información sensible? No se olvide que las grandes defensoras de las vallas han sido las propias hermandades afectadas por algunos colapsos de desagradables recuerdos, como ocurrió cierto Domingo de Ramos. Se han relajado las medidas en las Setas y sus alrededores, una decisión que conlleva riesgo, pues se trata de una zona en la que está demostrado el elevado riesgo de incidentes. Y no digamos si interesa la ampliación del horario de apertura de los bares en la Madrugada.

Si el gobierno tiene conocedores de la Semana Santa, el Consejo tiene verdaderos expertos en las relaciones con el Cecop, sobre todo el mismísimo presidente, Francisco Vélez, que en sus tiempos de delegado fue el representante efectivo de la institución cofradiera para asuntos de seguridad. ¿No era obligada la invitación municipal al Consejo para participar en la presentación del plan de Semana Santa? Claro que sí. Por una cuestión institucional y, por supuesto, de operatividad. Al menos aunque fuera para difundir una imagen de coordinación y armonía. En la sociedad de la imagen hay fotografías que son muy importantes. El mensaje es la foto. Todos a una. Pero no fue así. No hubo placa. Quizás este gobierno quiere controlar todo con especial e indisimulado celo. No hay Semana Santa sin el Ayuntamiento, su papel es imprescindible, pero ni mucho menos todo es el Ayuntamiento. Son tiempos para la concordia, el trabajo en equipo y el entendimiento. Si en clave nacional se habla de los asuntos de Estado que no deben formar parte de refriegas ni confrontaciones, en clave local podríamos definir la Semana Santa como un asunto de ciudad. Basta recordar los datos de la Madrugada de 2017, última en la que se sufrieron tumultos, cuando la cifra de lesionados superó los 200. ¿Se nos ha olvidado?

Si simplemente se ha dejado fuera al Consejo por un error de protocolo, se trataría de una negligencia. Ocurre que hasta ahora nadie ha pedido disculpas ni ofrecido ninguna explicación convincente. Se ha dado la callada por respuesta. Si se ha hecho con toda la intención, es algo peor y más delicado. La seguridad de la Semana Santa exige responsabilidad y altura de miras. Ningunear al Consejo en un acto público sobre una materia tan delicada es una declaración de intenciones muy fea, irresponsable y reveladora de una forma de entender la gestión pública. Se pueden comprender las tensiones en determinadas negociaciones entre las dos partes, siempre las ha habido entre el Consejo y los gobiernos de diferentes colores políticos, pero no hay justificación para los ninguneos en actos públicos donde se tratan asuntos de especial importancia. La Semana Santa no está para juegos de política de baja altura que dividen entre los que están conmigo y los que están contra mí. Por dos razones. Porque es la seguridad del público y la imagen de la ciudad las que está en juego. Y, en segundo lugar, porque ni unos son tan partidarios ni los otros son enemigos.

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