¿Qué le dijo Joaquín de la Peña al papa Francisco?
El prestigioso cofrade pudo departir unos instantes con el Santo Padre en la recepción privada ofrecida a la organización del congreso de religiosidad popular
Es la Buena Muerte, Santidad
A Dios por las vidrieras de la Catedral de Sevilla
Sevilla/Hay una cara de madrugada de Viernes Santo que deja las pieles cetrinas, como hay bostezos de carráncanos y rostros de somnolencia de tarde de 15 de agosto. Si nos salimos de las fronteras locales, hábito siempre conveniente, está claro que también hay una cara de madrugón romano. Sí, porque en el Vaticano todo es siempre muy temprano, casi como en el camino del Rocío. Y si no es temprano, todo obliga a levantarse al alba para estar en el sitio a la hora. Recordaba esta circunstancia al contemplar la fotografía del reciente encuentro del gran Joaquín de la Peña con el Santo Padre, tomada de la audiencia privada que Francisco concedió al arzobispo Saiz y a todo el equipo que trabaja en el II Congreso Internacional de Religiosidad Popular, previsto para diciembre de 2024.
¡Qué alegría ver a un cofrade que sabe de cofradías en animada y cálida conversación con un Sumo Pontífice! De la Peña es mucho más que un cofrade. Es historiador riguroso y una suerte de gentilhombre del Arzobispado y de la Catedral de Sevilla. Pero un gentilhombre de una vez, íntegro y con prestigio, no como aquellos que le salieron rana al Papa. ¿Qué le dijo este cofrade del Amor y de la Carretería a Francisco? “Mi madre reza por el Santo Padre y sus intenciones todos los días”. Y Joaquín, al igual que los demás participantes en la sesión, recogió dos obsequios: el rosario y un libro sobre el vía crucis que se rezó en la pandemia.
No es previsible que el Papa venga a Sevilla. Hace 30 años que lo hizo Juan Pablo II con motivo del Congreso Eucarístico, aquel del lema Cristo, luz de los pueblos. Por cierto, el congreso internacional de religiosidad popular de 2024 tendrá himno de Manuel Marvizón y logo de Pilar Arincón.
Y seguro que de aquí a entonces hay más madrugones romanos, de los que se viven con intensidad y se añoran con nostalgia. Tras la cabezada en el avión de vuelta todo parece un sueño. Como la mañana de la Virgen.
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