El blindaje de la Semana Santa de Sevilla: 20 años del Cecop
Hace dos décadas que la fiesta está necesariamente intervenida para garantizar la seguridad. Aun así se han sufrido incidentes hasta en cuatro ocasiones más. El sistema se ha perfeccionado y los dos últimos años celebrados (2018 y 2019) fueron un éxito
Sevilla/Nace en 2001 después de una crisis que sufre la ciudad de Sevilla en la noche por antonomasia del año. Quizás, una de las más graves. Y no fue de las más graves no por el balance de lesionados, sino porque todavía no se ha borrado del imaginario colectivo: el pánico de la Madrugada de 2000. Las carreras, la turbamulta, los desórdenes. La imagen del nazareno de los Gitanos con una insignia corriendo a contracorriente salió hasta en los telediarios de lengua inglesa.
La sociedad sevillana quedó conmocionada después de aquel año. Nada más ocurrir, con Sánchez Monteseirín como alcalde, la ciudad necesitaba reaccionar para paliar el impacto negativo de aquella noche. No se sabía lo que había ocurrido; las habladurías y teorías iban de barra de bar en barra de bar. La Madrugada de 2000 es todavía hoy la única de la que se ignoran las causas de los desórdenes.
Mientras, y cuando no se sabía qué había pasado, se optó por poner en marcha un mecanismo de coordinación para corregir los errores detectados aquella noche. Había que levantar el ánimo de la sociedad, calmar a las hermandades, dar sensación de seguridad, no perder el impacto del turismo y dejar de ser el foco mediático por un fenómeno que llegó a ser tratado en el programa Cuarto Milenio.
Sánchez Monteseirín opta por contar con Faustino Valdés, un técnico de la Junta de Andalucía especializado en Protección Civil y con capacidad para organizar un órgano de coordinación entre todas las fuerzas con competencias.
No había que inventar nada nuevo. Se trataba de poner en marcha un mecanismo que contempla la legislación en materia de Protección Civil y que se denomina Centro de Coordinación Operativo (Cecop).
El primer Cecop se montó de manera precaria en el Ayuntamiento. Se nutrió de personas con distintos perfiles. La Semana Santa del 2001 se saldó con éxito. Monteseirín decide que el Cecop tenga carácter permanente siguiendo la pauta 24x365. Esto es, funcionado todos los días del año y a todas horas. Y que se adscriba al área de Seguridad.
Pasan los años y al poco tiempo Faustino Valdés se marcha a otro cargo. El Cecop se queda sin su primer responsable. Sus funciones llegaron a ser ejercidas por Ángel Rico y Fernando Casado, jefe de Protección Civil y director de área de Seguridad del Ayuntamiento, respectivamente.
Entre 2004 y 2005 llega al puesto Rafael Pérez, guardia civil, periodista y actual jefe de gabinete de la ministra de Justicia. La idea de Monteseirín era darle un nuevo impulso, consolidarlo como un instrumento necesario para la ciudad y que le sonara familiar a las hermandades y a los sevillanos. Es en ese momento cuando empieza la segunda etapa del Cecop. El organismo se consolida con Rafael Pérez.
La ciudad se enfrenta ya por aquel entonces a un nuevo modelo organizativo de la Semana Santa. Había que relanzar la fiesta desde el punto de vista técnico y organizativo. En ese momento, los concejales Francisco Fernández y Alfonso Rodríguez de Celis empiezan a abordar la Semana Santa desde puntos de vista hasta entonces inéditos. Basten dos ejemplos. Se tramita una licencia de ocupación del suelo público para la carrera oficial y se introduce el concepto del plan de autoprotección a la medida para cada hermandad. Todas las cofradías fueron elaborando un plan sin que ninguna se opusiera.
Fueron los dos primeros retos serios a los que se enfrentó el Cecop. Su máximo responsable, en unión con los técnicos de urbanismo, empezaron a trabajar con el Consejo de Hermandades para conseguir estos dos hitos. Hasta ese momento nadie se los había planteado. Todo se suplía con voluntarismo y en función de una supuesta tradición que generaba inseguridad jurídica y suponía muchos riesgos. Distintas reuniones permitieron hacer ver al Consejo que todo tenía que reglarse después del desagradable episodio del 2000.
El Consejo puso a dos de sus técnicos a trabajar con el Cecop. Los objetivos quedaron sobradamente cumplidos. ¡La Semana Santa consiguió licencia de actividad y se hicieron los planes de autoprotección! Se logró una coordinación perfecta entre el Ayuntamiento, la Subdelegación del Gobierno, la Junta de Andalucía y el Consejo.
En los inicios no había diferencias y todos los denominados operativos trabajaron en el mismo sentido. El primer beneficiado, el Consejo. Toda una maquinaria perfecta estaba a su disposición. Más de cinco mil personas de distintos ámbitos se afanaron por mimar la Semana Santa. A estos cuatro organismos no tardaron en sumarse otras empresas o instituciones importantes para la ciudad: Lipasam, Emasesa, Endesa, la compañía del gas, el Metro, etcétera.
El éxito radicó siempre en la coordinación. El Cecop se ganó la confianza de todas las hermandades, no sin críticas de quienes consideraban que este organismo también ganaba en poder respecto a las propias cofradías. Es cierto que a determinados hermanos mayores se les acabó sacar a la cofradía tras unas horas refugio en el templo cuando y cómo ellos querían, cambiar de recorrido por intereses de difícil explicación, etcétera. Nadie quiere ser controlado, o nadie quiere perder sus privilegios.
Frente a esta minoría, la gran mayoría de las hermandades aceptaron los criterios del Cecop porque conocían las tripas del dispositivo y sabían que todo estaba al servicio de las cofradías.
Otro objetivo fue normalizar la retirada de obstáculos. Antes no había control de los marmolillos y bolardos. Incluso se quitaban y después no se encontraban. ¡Claro, como siempre pagaba el Ayuntamiento! Desde entonces se registra todo en una web. Se impuso que los recorridos no se podían cambiar sin autorización de la Policía Local, la Policía Nacional, la Delegación de Movilidad, etcétera. Se normalizó la asistencia sanitaria con el 061 y la Cruz Roja. También se pusieron los puntos de emergencias con Bomberos y Protección Civil. Se aplicaron cientos de cambios que permitieron mejorar el sistema sin alterar el normal funcionamiento de las hermandades.
Monteseirín dejó la Alcaldía en 2011. Llegó Juan Ignacio Zoido con la mayoría absoluta de 2011. Nunca fue un secreto que Zoido no creía en el Cecop. Optó por desinflarlo sin atreverse a suprimirlo, tal como le recomendaban voces autorizadas de su equipo. Al frente puso a José Antonio de la Rosa, un comisario de Policía que había trabajo desde la comisaría de Blas Infante con el Cecop, pero cuando le tocó defender el papel de este organismo lo hizo de una manera light. Sus razones tendría.
Espadas desembarca en la Alcaldía tras la Semana Santa de 2015, una de las marcadas por desagradables sucesos. Sí creyó desde el principio en el Cecop. Recuperó de nuevo a Rafael Pérez como director y puso el organismo bajo la dirección política del concejal Juan Carlos Cabrera. Pérez y Cabrera son las dos personas que más tiempo han estado al frente de este organismo y que más han contribuido a su consolidación y evolución.
Cinco episodios
Desde el año 2000 la ciudad de Sevilla ha sufrido cinco episodios de avalanchas: 2000, 2005, 2009, 2015 y 2017. Todos de diferente intensidad. Tras el cuarto episodio , el concejal Juan Carlos Cabrera decide dar un vuelco al papel del Cecop para convertirlo en un órgano con capacidad de tomar decisiones en función de diagnósticos basados en estudios muy específicos. Es entonces cuando el Cecop demuestra su capacidad para resolver problemas serios en una situación crítica. Pesan mucho las más de 200 personas afectadas por las avalanchas de 2015. Se podía seguir criticando en la barra del bar que la Semana Santa estaba mal, pero no se podía asumir que nadie hiciera nada.
Cabrera encarga una primera serie de medidas a Rafael Pérez. Habla con la subdelegada del Gobierno, entonces Felisa Panadero (PP). Dos responsables políticos, Cabrera y Panadero, de signos políticos distintos, con competencias claras y, por lo tanto, con responsabilidades, trabajaron conjuntamente durante mucho tiempo. Con el diagnóstico encima de la mesa y con ciertas ideas claras, Cabrera propuso a Felisa Panadero –con la que todavía mantiene una estrecha, leal y afectuosa relación– un plan especial para la Semana Santa.
Se celebraron varias reuniones hasta que entraron en juego varios actores: los máximos responsables de la Policía Nacional, Policía Local y 061. Hubo varios encuentros en la mesa de un discreto reservado de un bar próximo a la Alameda, donde se desplegaron aquellos planos inmensos con anotaciones a lápiz sobre lo que sería el nuevo modelo del dispositivo de Semana Santa a partir de 2016.
Juan Carlos Cabrera había conseguido hablar y dialogar sobre algo que parecía imposible: llegar a un acuerdo sobre qué hacer para mejorar la Semana Santa. Había que proponer algo duro para los cofrades, porque la Semana Santa estaba herida de muerte. Fue muy valiente. Se lo contó a Juan Espadas para tener el aval el alcalde. La subdelegada, Felisa Panadero, también lo tuvo claro. Aquellos días se demostró que una decisión técnica podía estar apoyada por una decisión política tomada por gobiernos distintos. Tocó hablarlo con el Consejo, lo que se hizo siempre con la máxima discreción. Sólo se habló con una hermandad del Domingo de Ramos, la Hiniesta, pero no se le contó con detalle qué se haría. Esa hermandad tuvo que sufrir que sus nazarenos fueran arrollados en el recorrido de regreso con episodios de pánico en puntos críticos. Por lo tanto, ya no estábamos en un problema único de la Madrugada. También afectaba a más días, calles y horas. El problema era mayor.
Medidas drásticas en 2016
Llegó el Domingo de Ramos y un dispositivo diseñado en círculos concéntricos hizo su aparición. No gustó y cogió a todo el mundo con el paso cambiado. No obstante, se consiguió lo que se pretendía: el Cecop se hizo con el control de la calle y aquella mañana se empezaron a vivir momentos contrapuestos. Hubo críticas duras en algunos medios de comunicación y ciertos sectores cofradieros. Y se recogieron palmas muy discretas desde algunas hermandades.
A pesar de las críticas tan duras, tras el Domingo de Ramos se empezaron a recibir las primeras felicitaciones de algunos hermanos mayores. Pero de manera muy reservada y sin publicidad. Reconocieron que después de muchos años pudieron pasar sin problemas por la Cuesta del Bacalao y por la calle Cuna. El Cecop empezó a recibir el agradecimiento de cofradías por el mero hecho de que no habían tenido ningún nazareno herido por cortes en los pies.
Es en ese momento cuando Juan Carlos Cabrera empezó a sentir que había acertado. Era cuestión de tiempo el ir corrigiendo algunos fallos propios de un dispositivo nuevo. El Ayuntamiento, la Subdelegación del Gobierno y la asociación de hosteleros tenían claro que el alcohol era la causa de determinadas alteraciones de la Semana Santa. Se pasó de una media de cuarenta nazarenos heridos por cortes de cristal en los pies en calles sensibles, a no contabilizar ninguno herido. La Policía Local había clausurado antes varios bares por no respetar la norma de prohibir sacar vasos a la vía pública. El Lunes y el Martes Santo arreciaron las críticas. El propio gobierno local se puso nervioso al dudar de si se estaba acertando o no. Cabrera se mantuvo firme en su decisión. El Miércoles Santo empezó a cambiar la percepción y de la noche a la mañana empezaron las alabanzas al éxito del operativo. Esta decisión vino a demostrar la eficacia del Cecop. Aquellas reuniones entre cinco personas fueron decisivas para salvar la Semana Santa de 2016. Felisa Panadero, por cierto, fue cesada en 2016 por motivos de política interna dentro del PP.
Éxito expansivo
Tanto Monteseirín como Espadas tenían claro que el éxito del Cecop era conseguir sentar en una misma mesa a operativos de distintas administraciones, con distintas funciones y competencias y que se entendieran con criterios técnicos. Luego ya vendrían los políticos para seguir en esa línea. La Madrugada de 2016 fue un éxito. En 2017 se sufrió hasta ahora el último episodio desagradable en la Madrugada. Entre las nuevas medidas se dispone ya de un servicio de megafonía para llamar a la calma, un sistema de encendido rápido de la luz y un estudio detallado de afluencia de público en las principales calles y sensores para saber cuándo hay que restringir el público en una calle o plaza sensible. En esta última herramienta han intervenido ingenieros de la casa Bosch.
El Cecop se ha utilizado para conciertos, feria, maratones, visitas de altos mandatarios, premios Goya, vueltas ciclistas, etcétera. No se trata de una herramienta que nace y evoluciona de una pensamiento político sin orden ni concierto. Se trata de un órgano reglado con base legislativa. De esta manera, ahora algunas ciudades lo está poniendo en marcha al ver su eficacia. El dispositivo ha sido explicado en foros internacionales y muy bien acogido.
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