El alcalde es de ruan, pero no de silencio

El Fiscal

¿También tú, Oseluí, quieres hurtarnos la ilusión en la inminente Semana Santa?

Un feo en el momento más inoportuno

Más que nunca hay que formar al nazareno

El alcalde Sanz, en una reciente comparecencia.
El alcalde Sanz, en una reciente comparecencia. / M. G.

Antes lo decimos, antes ocurre. Veníamos de hablar del robo de la ilusión que suponen los desmedidos partes meteorológicos que nos vuelven tarumbas, que nos quitan las ganas del Domingo de Ramos. Y ahora llega el alcalde en pleno Miércoles de Pasión e insta a las hermandades a que comuniquen "con tiempo" la suspensión de las estaciones de penitencia. Tu quoque, fili mi? (¿Tú también, hijo mío?) ¿Tú también, Oseluí? Dicen que el alcalde es muy serio, cosa a la que tiene perfecto derecho y que nos parece estupendo de entrada. Acaso cabría exigirle ser más prudente con determinadas ocurrencias. El alcalde no tiene que ser tan intervencionista ni exhibir cierto espíritu totalista. Se le nota demasiado que quiere controlarlo todo: desde al secretario de la Corporación hasta las cofradías, desde el recorrido de la Magna (que no pasó por delante del Palacio de San Telmo para no darle el gusto a Juanma Moreno) hasta la tramitación de las licencias en Urbanismo. Este alcalde será de ruan, pero desde luego no es del silencio, con minúscula. ¿Pues no insinuó aquello de la tasa morada por el exceso de salidas extraordinarias cuando quiso que fuéramos conscientes del gasto que suponen para las arcas municipales? Pedir a las hermandades que se pronuncien con tiempo podría calificarse de intromisión si nos ponemos estupendos, pero no es necesario. Es un error de comunicación de libro. Recuerda al que cometió tras la procesión de clausura del congreso al admitir que quizás fue excesiva la prohibición de todos los veladores en la zona cero. Y lo dicho ahora puede ser hasta una grosería, como las que se sufren en esos bares donde te dan una mesa a las dos de la tarde, pero te advierten que has de dejarla libre a las tres y cuarto. Y a las tres en punto te están recordando que hay que levantarse. "Se lo digo con tiempo para que no haya problemas". Y encima tienes que mostrar gratitud. Los hermanos mayores y sus juntas pueden decidir si salen o no hasta cinco minutos antes de la hora marcada, como siempre ha ocurrido, porque ya sabemos lo volátiles que son las predicciones. Que aquí se ha organizado en tiempo récord un dispositivo como el de la cabalgata (y el heraldo) para adelantar un día su salida. Y no pasó nada. Distinto es que haya alguna hermandad que quiera suspender la salida varias horas antes, peligrosa tendencia que mete a la Semana Santa en el túnel del confort y en los criterios de la sociedad de consumo. Con el criterio del alcalde, el Jueves Santo de 2002 no hubieran salido las dos únicas cofradías que vimos: la Quinta Angustia y el Valle. Sus dos hermanos mayores aplicaron la regla de toda la vida: mirar al cielo cinco minutos antes de la salida. Eran dos grandes hermanos mayores, claro: don Luis Rodríguez-Caso y don José María O´kean. Dos modelos a seguir.

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