Tiempos de miseria en las cofradías
El Consejo está tieso y endeuado, pero algunos incautos no quisieron verlo en el cónclave del Alcázar. Se avecinan tiempos muy difíciles para la institución
Sevilla/AHORA que el Consejo está más tieso que una vara y camino de un fuerte endeudamiento, y que las hermandades comienzan una travesía del desierto sin subvenciones, es más probable que se recupere la figura del soltador de toda la vida. Ese hermano notable que pagaba restauraciones, nuevas insignias, ágapes y lo que hiciera falta. Tengan en cuenta que tampoco se pueden organizar tómbolas, rifas ni festivales taurinos. Ahora será mucho más difícil ser hermano mayor. No digamos presidente del Consejo. Con las cuentas llenas y los ingresos garantizados, hay muchas candidaturas. Pero ahora toca la gestión de la miseria. Nada nuevo en la historia.
Resulta preocupante que un presidente del Consejo no se imaginara que la inmensa mayoría de los abonados reclamarían el importe de los palcos y sillas de 2020. ¿Pero en qué ciudad viven algunos? Y encima denuncia que esperaba más colaboración. ¿Acaso los abonados no tienen necesidades, no se quedan en paro, no les viene bien recuperar los 970 euros de un palco o los 320 de unas sillas? ¿No son todos o casi todos hermanos de una cofradía, hermanos mayores o ex altos cargos de muchas juntas de gobierno? Son los propios cofrades los que han pedido el reembolso. ¡Pues claro! Que los Ertes se acaban, presidente. Y el carro de la compra hay que llenarlo. Septiembre es un mes duro. Y es una falta de tacto reñir al que pide lo que sencillamente es suyo. Lo dijimos en su día: el equipo actual del Consejo está sencillamente amortizado. Y el que venga detrás tendrá que apechugar con una losa económica inédita en la historia de la institución. Algunos corderitos con vara dorada creyeron ver una varita mágica en la mano del tesorero cuando explicó la operación bancaria. ¡Incautos! El Consejo está en manos de La Caixa, sin imaginación y sin capacidad para salir de la crisis más gorda. Bastaría quizás con que algunos fueran prudentes. Al menos así no meterían la pata y se evitarían ser linchados en las redes sociales.
Todo indica, pues, que empieza una nueva era en la que las familias de siempre habrán de arrimar el hombro como siempre. Por eso se identifican ciertos apellidos con algunas hermandades. Porque estuvieron en los tiempos difíciles. Si no hay Semana Santa en 2021 tampoco habrá ingresos ni subvenciones. El modelo creado por el alcalde Luis Uruñuela se ha venido abajo. Y recen para que el gobierno de la ciudad esté dispuesto a seguir con la cesión del suelo cuando retorne la Semana Santa. Se supone que la primera parte de la subvención a las hermandades, ingresada en febrero como es costumbre, se devuelve detrayéndola de las siguientes subvenciones. ¿Pero si no hay Semana Santa? El panorama es desolador. El Consejo reconoce que el 80% de los abonados ha pedido el reembolso, ¿cuánto dinero le queda entonces a la institución en el día de hoy? Más desolación.
Al menos tendrán las ganancias del IVA por primera vez para pagar el gasto corriente. Ay, qué feliz parecía todo. Habrá que llamar a muchas puertas, echarle mucha inventiva a la cosa, trabajar con otros horizontes y criterios. Si con tres meses de inactividad han cerrado muchos negocios, imagínense dos años seguidos sin ingresos por la inexistencia de la carrera oficial. Hará falta mucha altura de miras, capacidad de negociación y una vista de lince para obtener ayudas. Ay, que se acabaron los tiempos cómodos donde bastaba con que el chaqué no apretara.
Ahora, ahora hay que ver a los cofrades comprometidos con sus respectivas cofradías. El otro día le llovían felicitaciones al dueño de un negocio que reabre, cuando el propietario respondió públicamente: “¿Pero vais a venir a gastar?”. Los aplausos del cónclave del Alcázar eran más falsos que el rey Miguel, que ya saben ustedes que ni era monarca ni así se llamaba.
No hay pitagorines ni maestros. En tiempos de crisis, más trabajo y humildad. Nos hemos caído con el equipo. Se buscan cirineos. Razón en San Gregorio.
El Baratillo de siempre
Esta semana se ha producido el ingreso del cofrade Ángel Gallardo en la junta consultiva del Baratillo, lo cual nos llena de orgullo y satisfacción, que diría el que anda por los Emiratos Árabes Unidos. Gallardo nunca ha dejado su cofradía por mucho que los tiempos fueran adversos. Qué habitual es eso de ver a los cofrades abandonar la barca de la hermandad cuando ya no tienen un cargo a bordo. Pues por fortuna hay gente que mantiene su compromiso. Este Gallardo es de la escuela de don Otto Moeckel von Friess, lo cual es una garantía en la defensa de ciertos valores y en la forma de concebir las cosas. Siempre conviene que haya en ciertos puestos cofrades que vivieron las épocas de esplendor y las difíciles, y que trataron a quienes trabajaron en su día para dejarnos la hermandad que hoy conocemos. Alguien tiene que explicarle a los nuevos baratilleros, por ejemplo, cómo era la cofradía de los años 80 o 90. En una España donde la mitad ya no conoce a Franco, o le suenan a chino los nombres de Felipe González o Induráin, las hermandades han sido siempre ejemplares en la transmisión de esos conocimientos, en la incorporación de jóvenes a puestos de responsabilidad de forma progresiva. Así se garantiza la sucesión y se evita la repetición de fallos. Enhorabuena al hermano mayor del Baratillo por esta apuesta. Para algunos tiene mucha fuerza simbólica.
Cuánta razón
Recuerdo unas jornadas celebradas en la Fundación Cruzcampo hace veinte años (¿verdad, Antonio Silva?) en las que monseñor Amigo planteó a las hermandades que contaran con responsables de prensa, habida cuenta del peso mediático que estaban adquiriendo. Me acordaba esta semana al comprobar cómo varias entidades reaccionaban con desatino ante hechos o publicaciones. Verbigracia: un presidente del Consejo no puede denunciar que los abonados no colaboran porque reclaman su dinero. No, no y no. Además de darnos la razón a los que siempre defendimos el interés general (se agradece, señor presidente), no puede dejar como insolidarios o malos ciudadanos a una masa de miles de personas. Y ya el caso de la hermandad que hizo un comunicado en su web para replicar un comentario en esta página, es mejor ni comentarlo. ¿Hemos perdido los papeles?
Oído en San Julián
“Cuando estrenamos la web de la candidatura, la junta de gobierno de la hermandad, de la que forman parte muchos miembros de la candidatura adversaria, envió a Palacio la siguiente pregunta o más bien una queja. ‘La candidatura de Ramón Cancelo está anunciándose antes de la campaña electoral que empieza el 9 de septiembre, creemos que están actuando ilegalmente’. La respuesta de Palacio fue recordar que en la Reglas se establece un mínimo de treinta días desde la confirmación, con lo que la captación de voto es posible desde el mismo día de la confirmación. La otra candidatura sigue insistiendo en que hemos alterado fraudulentamente los tiempos. La carta de Palacio está en nuestro poder y no la hemos hecho pública por respeto a la institución. Hemos empezado el 9 la petición de voto formal por deferencia, como no puede ser de otra manera, a nuestra hermandad. Es importante que lo sepas, Fiscal. Ramón Cancelo es un señor”.
El pertiguero
Primer golpe. En Málaga ya se han atendido el 75% de las peticiones de devolución de los importes de sillas y palcos. En Sevilla se pueden solicitar hasta el 30 de septiembre. Segundo golpe. ¡Qué felicidad ver a don Jesús Martín Cartaya en la exposición de José Antonio Zamora en el Cicus! Tercer golpe. Para muchos Angelita Yruela ya era predilecta. Ahora ya lo es para toda Sevilla. Y ciriales arriba. En las pizarras de los bares se da por perdido el 2021.
El Lagarto de la Catedral: "¿Ni uno de los nuevos canónigos pudo advertirle al arzobispo que se pusiera la mascarilla para la foto? ¿Tan ensimismados estaban en la liturgia de las vanidades? ¿Tan cegados en la nueva responsabilidad? Ni que fueran nuevos miembros del colegio cardenalicio. Lo primero es proteger al obispo"
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