La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Sevilla/Pasanlos días entre el ruido de las procesiones extraordinarias, los pronunciamientos de la autoridad eclesiástica sobre la Magna de Glorias (parece que la veremos en 2025), los cabildos electorales que dejan evidencias llamativas, alguna dimisión en la junta de gobierno del Santo Entierro a pocos meses de la gran procesión, la logística de la Semana Santa de 2023 con casi todas las opciones abiertas.... Pasan los días, pero hay un asunto que seguro, segurísimo, traerá cola y pondrá a cada uno en su sitio. El presidente del Consejo está decidido a quitar 1.120 sillas de la calle Sierpes, donde se instalan unas seis mil cada día de la Semana Santa, lo que ha supuesto hasta ahora un verdadero avispero por las características de esta vía. Francisco Vélez tiene el deber de asumir esta reforma. Es una obligación, una responsabilidad... y un reto. Otros debieron acometer antes esa reducción, pero no lo hicieron. Sobran muchas sillas, muchísimas.
Vélez ya eliminó unos 250 asientos para aliviar, al menos, las zonas de tránsito de público. Pero la calle, en general, es incómoda para las cofradías y para el público, para quienes trabajan, para quienes sólo la cruzan durante unos instantes... Y, por encima de todo, es un foco de riesgo grave. Por eso hace muy bien el presidente en meterle mano a este asunto. Con determinación y con criterio. ¿Cuál debe ser el criterio? La supresión de las últimas filas, de tal forma que no existan ya y, por lo tanto, nadie pueda reclamar que su sitio sigue existiendo y, por tanto, tiene derechos adquiridos. No se puede aplicar el siempre deseable y muy oportuno criterio de antigüedad porque no hay una base de datos.
La primera gran reforma de la carrera oficia fue acometida por Luis Rodríguez-Caso de presidente en la Sevilla previa a la Exposición, siendo Jaime Bretón delegado de Fiestas Mayores. La Avenida de la Constitución fue vallada. El Ayuntamiento apoyó en todo. Se acabó con el caos. Don Luis lo pasó muy mal. Pero aquello fue un exitazo del que nos seguimos beneficiando todos. Recuérdese que años después se apostó por la modernización de la gestión de la carrera oficial con Manuel Román de presidente y Juan Ramón Cuerda de tesorero. Entonces se levantó la planimetría, que no existía, una carencia que daba pie a que los silleros colocaran cuantos sillas consideraban oportuno, y el registro informático de los abonados para tener información precisa de las titularidades. Ya con Julio Cuesta de tesorero, el Consejo asumió la gestión directa de la carrera oficial, sin silleros ni empresas mediadores. Se redujeron los gastos y aumentaron las ganancias.
El Lunes Santo de 1999 se comprobó la fragilidad y los riesgos que entraña la calle Sierpes tal como la inmensa mayoría de sevillanos la concebimos en Semana Santa. Una fiesta que, curiosamente, despidió un siglo y abrió otro con dos serios avisos sobre los que habrían de ser los objetivos centrales de las siguientes décadas: el avispero de Sierpes y la seguridad de la Madrugada. Todo lo cual sin olvidar las estrecheces de las parcelas de la Campana que provocaron en 2000 una reacción airada y muy desafortunada de los abonados cuando terminó de pasar Santa Marta y llegaba San Gonzalo.
El escape de gas de 1999 y la madrugona de 2000 fueron dos verdaderos aldabonazos. Pasadas las diez de la noche de aquel Lunes Santo, un escape de gas sorprendió en Sierpes a las Penas de San Vicente. Los hechos sucedieron a la altura del número 68. A las once de la noche todo estaba bajo control y no hubo que lamentar accidentados. Rescatemos parte de la crónica de Diario de Sevilla de aquellos hechos: “El escape se localizó en unas tuberías localizadas delante de la entonces macrotienda de deportes.Acudieron los bomberos y los técnicos de la empresa Gas Andalucía. La Policía ordenó que se apagaran todos los cirios y que el cortejo avanzara con lentitud. La orden, que se mantuvo hasta que se controló el escape provocó momentos de tensión debido a esta contrariedad repentina. La Policía Local y Protección Civil limitaron el paso de peatones a Sierpes por las vías colindantes, mientras la Cruz Roja se personó por lo que pudiera pasar”.
Con todos estos antecedentes sólo cabe instar al presidente a que reduzca el aforo de asientos en Sierpes. Gobernar es tomar decisiones que provocan una división de opiniones, reacciones airadas, enojos y en algunas ocasiones hasta felicitaciones. Hay que hacerlo por seguridad. Por amor a la Semana Santa.
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