El Fiscal
La hermosa lección de un centenario
El Fiscal
Sevilla/Calzonas frente a ropaje. Bicicletas frente a albas de encaje. Las dos Sevilla frente a frente en la mañana de la Purísima a la que Silvió cantó. Firme de adoquines siempre a la sombra de la Giralda. Se dirigen los señores canónigos al Palacio Arzobispal en un paseíllo celeste y blanco a felicitar al arzobispo por la festividad litúrgica y acompañarle después hasta la Catedral, donde se oficia la misa de pontifical en honor a la Purísima. Y en la plaza se miran las dos Sevilla que conviven, se necesitan, se auxilian y se quejan una de la otra. El turismo y el coro, el viajero y el nativo, la oración y el consumo, la bandurria del tuno y la bici del visitante. Hoy no es igual que ayer porque nunca vivimos semejante multiplicación de esos panes y peces que son los visitantes que nos alimentan. Choque de estéticas, contraste de culturas. Unos vienen y otros van... el Giraldillo siempre está. El arzobispo Asenjo echaba de menos la alegría del turismo en los días de pandemia. Ahora nos sobran turistas y pasos en la calle. Nunca estamos satisfechos.
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