Salustiano, un pintor libre muy por encima de la Sevilla cofradiera

El Fiscal

La obra genera una polémica en toda España, desde la televisión pública hasta políticos catalanes se pronunciaron sobre el cartel

La bulla previa

¿Se reconoce usted en la Semana Santa de formato largo?

El autor en el momento del descubrimiento de la obra.
El autor en el momento del descubrimiento de la obra. / Juan Carlos Vázquez

28 de enero 2024 - 05:00

Sevilla/Me encantan las fotografías de grandes como Salazar y Bajuelo, José Antonio Zamora y Ramón León, por no citar los grandes fotoperiodistas de esta casa de Diario de Sevilla que es la de todos ustedes; me resultan bellísimas las postales de la colección Escudo de Oro, saludar cada cuaresma los nazarenitos del escaparate de la Campana, encargar un esparto de piola, beber el agua fresca de un búcaro de San Antonio Abad y paladear el primer sorbo de la cerveza después de un cabildo de canastillas cuando la Semana Santa ya es recuerdo y pasa a la lista de espera para ser fusionada en la memoria con todas las ya vividas.

Todo eso me gusta tanto como el cartel de la Semana Santa de 2024, presidido por un Cristo vivo que muchos, demasiados, han visto sexualizado, han interpretado como un canto al mundo gay (como si no fueran también hijos de Dios) y han repudiado en general por "no representar" la fiesta principal de la ciudad. El arte es libertad... o no es arte. No se equivocó el Consejo con la designación. Solo hay que ver el currículum del autor y repasar su preciosa obra. Sevilla es una plaza difícil, pero también lo es moverse por los museos y colecciones por donde lo ha hecho Salustiano, al que no tenemos el gusto de conocer.

El cartel no es ninguna ofensa. El fondo es un rojo hermosísimo, las letras son dignísimas, el paño de pureza del Cachorro es de una ejecución preciosa y las potencias del Amor son un detalle de buen gusto. Límpiense los ojos algunos, dispuestos a lapidar, rebuznar y sacar su ira a la mínima oportunidad. ¡Cuánto vinagre malo guardado en la despensa! Ojalá se produjera un movimiento como el de ayer por la tarde para defender el patrimonio histórico-artístico de la ciudad, con ese ardor y esa vehemencia. Ojalá una campaña tan intensa para denunciar destrozos irreversibles en el casco antiguo o en la Palmera.

Algunos no critican, escupen. No fundamentan su posición, embisten. Juzgan sin haber creado nunca, sin haberse expuesto jamás, sin haber salido del burladero de la mediocridad y la pasividad. Por cierto, ¿qué problema habría si Salustiano hubiera querido realmente pintar una imagen de Jesús de Nazaret que pudiera ser interpretado como gay? ¿Les molesta entonces el Nazareno negro de Lima que tiene cientos de miles de devotos? ¿O el Cristo negro de Mérida, por no salirnos de España? ¿Acaso no aparece el Señor representado vivo y con toda dignidad y majestad?

El salón repleto de público en el acto de presentación en la Caja Rural.
El salón repleto de público en el acto de presentación en la Caja Rural. / Juan Carlos Vázquez

El problema es que parece gay... Parece... ¡Ese es el problema, oiga! Hasta el autor dijo ayer por la tarde en el Canal 24 Horas de TVE que si alguien ve algo más de lo que hay que "se lo haga mirar". Si quitáramos de la historia de la Semana Santa a lo que esta carcunda llama gay con toda la carga ofensiva, tendríamos sencillamente que renunciar al modelo estético y plástico que nos ha llegado hasta hoy. Un modelo que en muchos aspectos ha sido obra de verdaderos señores. Ni más ni menos que señores libres a la hora de crear, innovar y consolidar. El problema es que muchos no leen, guardan demasiado pescado en el vientre y opinan con una dureza que no revela nada bueno de ellos mismos. Te puede gustar o no un cartel, faltaría más, pero algunos aprovechan para hacerse un perfecto autorretrato. Salustiano ha estado muy por encima de la Sevilla cofradiera. Paga el precio de la libertad. Sin libertad no hay arte. Mil veces preferible un pintor libre y fiel a su estilo que uno que se autocensura para agradar a cierto público. No hay ofensa en el cartel, sino un Cristo vivo. Me hubiera molestado si Salustiano hubiera hecho una postal. Me gusta que el Cordobés haga el salto de la rana, el serranito lleve pimiento, un pestiño de Ochoa y el palio de la Esperanza de Triana bien generoso de flores. Autenticidad se llama. Hagan algunos más barbacoas los sábados y dejen el gatillo de los teléfonos. Incluido Gabriel Rufián, el diputado de ERC que también se lo debe hacer mirar.

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