Su Divina Majestad en el Palacio de Altamira de Sevilla
La procesión eucarística de la Candelaria hizo estación en la sede de la Consejería de Cultura
La alarma de los 'carrancaneishon' y el turismo depredador
Un rito cuestionado por la presión turística
Sevilla/Es un acierto que algunas hermandades hayan reconvertido las procesiones de impedidos en procesiones eucarísticas. Como cada vez hay menos vecinos, sobre todo el centro de la ciudad, también hay menos enfermos a los que llevarles la comunión. No por eso se debe prescindir del culto público a Jesús Sacramentado. La Hermandad de la Candelaria organizó el pasado domingo la procesión para dar culto público a Su Divina Majestad. Incluyó una parada en el Palacio de Altamira, sede de la Consejería de Cultura que dirige Arturo Bernal. Todo estaba previsto en el zaguán de la casa como Dios manda, nunca mejor dicho. El sacerdote impartió la bendición a los presentes en un momento de gran belleza y emotividad. Dios en Altamira, como comentó alguien. La comitiva continuó después con un recorrido por la feligresía. Un acierto todo: la duración medida de la procesión, el altar instalado en el palacio, el recorrido... Y todo un detallazo que el consejero, que lo es también de Turismo precisamente, haya avalado el altar en la sede institucional para tan precioso acto. Que nunca se pierda. Aunque los tiempos puedan ser adversos y el centro sufra una despoblación por los excesos del turismo, hay ritos que se deben mantener por encima de circunstancias que en el fondo son pasajeras.
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