Atención al pregón del caracol y ojo a los excesos en el Congreso de Hermandades de Sevilla
Ramón López de Tejada triunfa en un simpatiquísimo y selecto acto, mientras en la Diócesis deben no meter la pata con procesiones megalómanas
La mala educación lastra una Semana Santa plena
Cinco apuntes con perspectiva de la pasada Semana Santa
Sevilla/Todo el mundo ha estado en la plaza de toros la tarde que Morante cortó el rabo. Tururú. Pero pocos han estado en la quinta edición del pregón del caracol que abre la temporada del ídem. El acto requiere de un maestro de ceremonias que proclame alto y claro como en las sesiones de cónclave:“¡Extra omnes!”. Y tienen que salir de la estancia todos los que no han sido convocados. Somos pocos, muy pocos, los llamados al pregón del caracol. Es una tarde después de Feria, temprano, con el sol todavía en lo alto, a esa hora en que casi todavía funciona el calentador de la leche de la máquina Gaggia donde también se hacen los cafés. Vamos llegando en silencio, casi como los convocados a una logia. Nadie dice dónde va, pero todos saben quiénes son los que acudimos al pregón del caracol. El orador de este año ha sido don Ramón López de Tejada, ilustre tabernero, con experiencia sobrada y contrastada en el mundo del periodismo y hermano destacado de la Amargura. La cita, en La Mina. El atril, un simpático caracol. De testigos, los cuatro pregoneros anteriores. Y, por supuesto, el tabernero anfitrión, don Agapito Gómez. “La Mina es un templo detrás de otro templo”. Así definió Ramón el prestigioso establecimiento situado a las espaldas del Salvador. Y se oyó un ¡óle! Hubo poesía, declaraciones de amor, gracia a raudales, alusiones a la Semana Santa, a la geografía urbana... El ilustre pregonero solo pidió un favor a los escogidos asistentes: “¡Esto no es un pregón para leerlo, sino para comérselo!”.
Ramón estaba esperando la llamada de Paco Vélez, presidente del Consejo de Cofradías que nos ha privado de su compañía en la Feria para darse el piro a Roma con monseñor (¡Usted sí que sabe, don Francisco!), cuando le llamaron los señores del caracol para tan importante encomienda. ¡Mucho mejor! No defraudó. Nos reímos, probamos el caldo de los caracoles, disfrutamos con el recorrido que hizo por los bares de la capital y de la provincia, pues es un profundo observador de la vida urbana y de las tabernas de la capital y de los pueblos. Ramón es de los que viaja para conocer una taberna de la que hayan dado referencias fiables. En ese afán por conocer siempre nos ha recordado a un grande como Enrique Becerra. Hasta abordó el perfil del aficionado malaje a los caracoles, ese que siempre se queja de que los bichos tienen arena... En los pregones de Semana Santa se echa en falta si el orador nombra o no a todas las hermandades. Nosotros solo lamentamos que no hubiera una sola mención a la cabrilla, pues somos más de ellas que de ellos.
En el Maestranza el pregonero se para para beber agua. Ramón lo hizo para beber el caldo. Agapito estuvo feliz en su casa. Francisco Reina lo bordó en la presentación. Todos especulamos sobre dónde colocará Ramón el atril del caracol, pues en su negocio, La Abacería de San Lorenzo, no cabe ya nada, aquello es como el museo Lázaro Galdiano. Creemos que está al borde ser catalogado por la Junta de Andalucía. Solo deseamos que el pregón del caracol 2024 se convoque como siempre. Pero nada de abrir las puertas al publico. Al pregón del caracol debemos ir los que debemos ir. Que como esto siga así acabamos en Fibes...
Congreso de hermandades
Don Carlos Amigo convocó el primero a lo grande en 1999. Fue un éxito que se clausuró con la coronación canónica de la Estrella. Alguien propuso al cardenal Ratzinger como ponente, pero al final no se le invitó... Parecía demasiado polémico. Con el tiempo fue proclamado nada menos que Papa. El congreso acabó y monseñor Amigo fue elevado al cardenalato en menos de cuatro años.
El segundo congreso
Está convocado finalmente para principios de diciembre de 2024. Debía ser en octubre, pero el Sínodo obliga a posponer la fecha para no contraprogramar a Roma. Lógico. Con el cambio de fecha hemos perdido. El ambiente de la ciudad es más proclive a la causa en otoño que a las puertas del invierno. Sobre todo porque habrá procesión. Y tendremos las lucecitas de Navidad en todo lo alto. Hemos ganado el día festivo del puente de la Constitución, pero habrá que lidiar con la iluminación, como ocurrió con la última extraordinaria de la Patrona.
¿Procesión especial?
A nadie escapa que la habrá como clausura del congreso. Don José Ángel se siente fuerte. El nombramiento de dos obispos auxiliares de una tacada no es para menos. Pero debe calibrar bien qué tipo de procesión quiere. Cuando comenzó su pontificado se encontró con la gratísima experiencia de la Santa Misión del Gran Poder. Pero no conviene abusar de las salidas del Señor. Ocasiones ha habido en que hemos sacado grandes imágenes y las hemos sobreexpuesto innecesariamente. Mucho cuidado con esto. Que le pregunten a don Juan José con la Patrona... Piensen bien los especialistas que tienen perspectiva de las cosas. No todo funciona ni todo es conveniente. No juguemos. Una cosa es que la piedad popular sea el dique de contención de la secularización y otra muy distinta es que todo valga. Estudien, valoren y reflexionen. En los acontecimientos extraordinarios se exige no meter la pata. O se puede interpretar que se hacen las cosas a mayor honor y gloria de alguien... Y no de un hito. Recuerdo cuando don Carlos tuvo que dar nada menos que marcha atrás a la idea de portar el cuerpo incorrupto de Santa Ángela en el paso de la Urna de la Hermandad del Santo Entierro. Al final se optó por la fórmula sensata de hacerlo en andas. Considere bien don José Ángel en qué jardín se mete y quiénes son los consultados.... Una cosa es entrar bien en la Archidiócesis y otra mantenerse. La idea de sacar al Gran Poder y la Macarena ya fue abortada por las propias hermandades para el vía crucis de 2000. Mejor orillar las megalomanías. Mejor dejar la Santa Misión como una de las experiencias más hermosas que hemos vivido con el valor añadido, además, de haberse celebrado tras una pandemia. ¿Necesitamos un tachiro siempre? Si el congreso no brilla por sí solo por su contenido intelectual, por los calidad de los ponentes y por los debates que pueda promover, a lo mejor lo que falla es el propio congreso.
Pregunta...
“No me resisto a preguntártelo, Fiscal, ahora que ha pasado el tiempo... ¿Te diste cuenta que el alcalde y el arzobispo se fueron al palquillo a contemplar el Santo Entierro Grande y dejaron al prelado emérito en el patio de San Antonio Abad?Nadie lo avisó. A mi me pareció rarito. Ay, ay, ay, que me sabe a Calisay. Verás tú, verás tú... que no las hueles”.
El Lagarto de la Catedral: "Querido Fiscal, hay que ir pensando en un nuevo párroco de San Roque, pues don Ramón comenzará en breve a ejercer de obispo auxiliar. Y ojo a cómo encaja tu admirado don Isacio, secretario general, en el nuevo esquema con dos prelados auxiliares, uno de ellos vicario general. Atento".
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