Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Las empresas españolas de aceite y vino principalmente, pero también las de quesos, frutas y mariscos, tratan de sortear los efectos "devastadores" de los nuevos aranceles del 25% impuestos hace hoy justo un mes por parte de EEUU, y que afecta a exportaciones por valor de unos 731 millones de euros (de ellos, unos 520 millones proceden de Andalucía).
Algunos empresarios han acumulado existencias en naves industriales antes de la subida arancelaria, los hay que repercuten parcialmente el precio en el consumidor, otros empiezan a ofrecer productos de terceros países y los hay que, como los aceiteros, van a trasladar el embotellamiento a EEUU para evitar la nueva tasa, ya que el aceite de oliva a granel no está penalizado por la Administración Trump.
Según explica la directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de España en Estados Unidos, Gemma Cortijo, "los aranceles impuestos por la Administración Trump afectan a productos muy populares en EEUU pero no dañan de una manera importante el comercio bilateral", puesto que representan un volumen del 5,72% sobre el total de exportaciones a ese país.
Sin embargo, alerta: "Sí se espera que los nuevos aranceles tengan un efecto devastador sobre las empresas que se ven afectadas, ya que las subidas obligan a los importadores a inclinarse por productos provenientes de otros países, como es el caso del aceite o del vino".
El peor caso es el del aceite, concretamente el de oliva en recipientes de menos de 18 kilogramos producido en España, puesto que EEUU es el principal país importador, lo que representa un 47% de los 464 millones que mueve al año en ese país, es decir, 190 millones de euros. También se han penalizado las aceitunas de mesa, que ya llevan dos años de penuria con la variedad negra, con una caída de las exportaciones superior al 50%. En el caso de la verde, lo más probable es que los empresarios españoles repercutan el arancel en el precio, ya que los competidores no tienen capacidad para asumir un mercado como el norteamericano. El riesgo, aquí, no es tanto una expulsión del mercado como un descenso del consumo del producto.
Este problema, que España comparte con Alemania, Francia y el Reino Unido a raíz del visto bueno de la Organización Mundial del Comercio por las ayudas a Airbus, ha puesto en guardia a muchas corporaciones, sobre todo del aceite, que se las ingenian para aguantar el tirón.
El consejero delegado en Estados Unidos de Aceites García de la Cruz, Eusebio García de la Cruz, explica que ha tenido que hacer acopio de mercancía en una nave que alquila en New Jersey, que "da para ir comercializando durante 3 o 4 meses" en muchas de las cadenas de alimentación en las que distribuye, como Whole Foods.
García de la Cruz, que forma parte de la North American Olive Oil Association -el 60 % son aceiteras españolas-, intenta gestionar su situación con acumulación de existencias, reduciendo márgenes de algunos productos de alta gama e incluso, admite, "ofreciendo aceite de terceros países, de Túnez, Marruecos y Portugal".
Además, a la espera de cómo se desarrollen los acontecimientos, está estudiando la posibilidad de exportar solo a granel y embotellar en EEUU, algo que puede resultar un 10% más caro que en España pero con lo que eludiría el 25% de la nueva tasa.
Por su parte, el consejero delegado de Sovena en EEUU, Enrique Escudero, cree que el principal perjudicado es el consumidor puesto que "de una manera u otra, total o parcialmente", la subida de aranceles se traslada al precio final, lo que puede derivar en una "contracción del consumo" de aceite de oliva ya que "previsiblemente algunos consumidores sustituirán por otro tipo de grasas".
Sovena es el importador de aceite de oliva más grande de EEUU: suministra al 60% de todas las marcas privadas del mercado de la gran distribución minorista en ese país. Tiene dos plantas, una en Roma (Nueva York) y otra en Modesto (California), que inaugurará en el primer tercio de 2020 y adonde piensa trasladar el embotellado realizado hasta hora en España. Otra firma española, la sevillana Acesur, tiene previsto también levantar una planta de envasado, en Connecticut, al norte de Nueva York.
Como tantos otros distribuidores, el consejero de Sovena en EEUU admite que "es pronto para valorar el coste" de la subida de impuestos, aunque es consciente de que "va a implicar por nuestra parte un importante esfuerzo en todos los sentidos".
Otros productos están afectados, pero en menor medida. Un ejemplo es el de los quesos españoles, incluido el manchego, una exportación que el año pasado movió 87 millones de euros.
Un caso parecido es el de los mariscos, que mueve 84 millones de euros. La Cámara de Comercio calcula que el 23% de las exportaciones de frutas a EEUU se ven afectadas, lo que representa 23 millones de euros de los 89 millones que facturó el sector el año pasado en ese país.
La cosa va a más en el caso del vino, que la Administración Trump penaliza con un incremento del 25% de aranceles cuando es exportado en recipientes o botellas de menos de dos litros y con una concentración de alcohol de menos del 14%. En este caso, la afectación es del 54% de los 321 millones que se exportan al mercado estadounidense, es decir, 174 millones de euros. En este caso, productos clave en Andalucía como el vino y el brandy de Jerez están exentos, ya que tienen más de 14 grados.
La imposición de los aranceles el pasado 18 de octubre por parte de Estados Unidos a productos provenientes de la UE se enmarca dentro la promesa electoral de la Administración Trump de reducir el déficit de la balanza de pagos con el resto del mundo (500.000 millones de dólares), el déficit más alto del mundo, casi cinco veces mayor que el Reino Unido.
EEUU ha pasado de ser una de las fábricas del mundo a ser un país que depende de la producción extranjera. Este factor perjudica gravemente a las clases trabajadoras estadounidenses, según la actual Administración, que acuñó el eslogan America First para abanderar su nueva política internacional, con la intención de modificar todos sus acuerdos comerciales internacionales.
Ahora lo que más preocupa a los empresarios españoles es saber cuánto va a durar el nuevo arancel, que a la espera de la resolución de litigios que se cree favorecerán a la UE, deberían llegar a su fin en marzo o abril de 2020.
Pero muchos empresarios no se fían del presidente Trump porque, ya muy cerca de las presidenciales de 2020, temen que juegue aún más tiempo con unos aranceles que pueden darle votos.
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