Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil)
“Los productores de leche necesitan modernizarse para garantizar el aprovisionamiento”
La prima de riesgo ofrecida a los inversores por los bonos españoles a diez años respecto a sus homólogos alemanes superaba ampliamente los 260 puntos básicos en la apertura de los mercados europeos tras la decisión de Moody's de rebajar la nota de solvencia de Portugal a la categoría de bono basura y la expectativa de una nueva subida de tipos por parte del BCE.
En concreto, la prima de riesgo de la deuda española con vencimiento a diez años se situaba en 266 puntos básicos, con un interés del 5,572%, frente a los 254 puntos básicos en los que cerró el martes, según los datos del mercado secundario recopilados por Europa Press.
En esta línea, la prima de riesgo de Italia se disparaba al pasar desde los 205 puntos básicos hasta los 217 enteros, con un interés del 5,080%.
Al mismo tiempo, el diferencial de los bonos griegos alcanzaba los 1.381 puntos básicos, con una rentabilidad del 16,608%, mientras el diferencial de los bonos irlandeses se mantenía estable en los 889 puntos básicos, con un interés del 11,756%.
Por su parte, el spread de los bonos portugueses alcanzaba los 876 puntos básicos, con una rentabilidad del 11,623%, frente al diferencial de 825 del cierre del martes.
También te puede interesar
Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil)
“Los productores de leche necesitan modernizarse para garantizar el aprovisionamiento”
Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
“Avanzando desde Andalucía: claves para la internacionalización de pymes”
El vídeo resumen del encuentro “Avanzando desde Andalucía: claves para la internacionalización de pymes”
Lo último
Antonio R. de la Borbolla | Presidente de la Asociación Nacional de Soldados Españoles
“El soldado español se hace querer en todas partes”
ESPECIAL MATADORES (IV)
Roca Rey: ¿Estadística o regusto?
ENSEMBLE DIDEROT | CRÍTICA
Guerra y música en Berlín