La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
El campo malagueño ha perdido en la última década algo más de 10.000 trabajadores afiliados a la Seguridad Social. La mecanización de la producción resuena como uno de los motivos de este panorama, pero lo cierto es que los expertos coinciden en señalar otro factor. "Hay menos trabajadores porque hay menos producción por la sequía", asegura Baldomero Bellido, presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) de Málaga.
Los datos le avalan. La mitad de la pérdida de afiliados al Régimen Especial Agrario desde septiembre de 2014 se ha producido en los últimos dos años. Desde 2022, Málaga ha dejado de contratar a 5.605 trabajadores para trabajar la cosecha, año en el que la sequía comenzó a ser un problema más que serio para agricultores y ganaderos.
"Sin duda la sequía es la principal causante del descenso en la contratación", comenta Francisco Moscoso, representante de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de Málaga. El número de trabajadores en la agricultura malagueña no ha dejado de descender año tras año, pero en menor medida antes del actual periodo de sequía.
Los descensos del empleo entre el 1% y 2% interanuales hasta el otoño de 2022 se han convertido ya en caídas superiores el 6% interanual. Sin ir más lejos, este septiembre, a las puertas de la campaña de recogida de aceitunas, hay 1.751 trabajadores menos dados de alta que el año pasado, cuando la caída que registró el campo malagueño ya fue de 2.247 personas.
"El año pasado hubo un 20% menos de contratación y este año va a terminar más o menos igual", dice el presidente de Asaja, que cuenta con un departamento que agiliza este trámite a los trabajadores del campo malagueño. "Sólo en el Guadalhorce, la cosecha de aceituna aloreña se ha reducido un 90%, eso se traduce en que no hace falta mano de obra", ejemplifica Bellido.
En el caso de la producción de aceite, se espera una cosecha superior a la del año pasado, pero todavía "prácticamente" la mitad de la que se hubiera recogido en condiciones normales de pluviometría. "Los propios agricultores incluso no contratan a nadie, la recogen ellos mismos", afirma el presidente de Asaja Málaga.
Es el caso de Manuel García, que cuenta con siete fanegas de olivos –lo que equivale aproximadamente a cuatro campos de fútbol– en la comarca de Antequera. "Este año entre la sequía y una mosca que ha picado a la aceituna, la producción va a ser casi la misma que el año pasado así que mi hijo y yo nos bastamos para recogerlas", cuenta a este diario.
En algunas explotaciones de aceituna ya han introducido mecanismos de recogida industrial y mecanizada, pero "requieren de un tipo especial de olivo para que entre la cosechadora" y no supone una amenaza para la mano de obra. De hecho, "si vinieran tres años seguidos de mucha lluvia, tendríamos un problema de falta de trabajadores", asegura Moscoso.
Una paradoja que es compartida por el resto de expertos consultados. "Si tuviéramos una cosecha normal sería un auténtico drama", sentencia Bellido, quien subraya que la agricultura y ganadería malagueña sufre de escasez de trabajadores y falta de relevo generacional. En parte, también, por la baja rentabilidad que ofrece el sector debido a la propia sequía. "En la ganadería es un drama grande", puntualiza.
Bien sabe del sector el representante de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) en Málaga. Antonio Rodríguez es ganadero del sector caprino en la localidad malagueña de Sedella, desde donde denuncia que llevan meses teniendo que comprar cubas de agua para llenar los abrevaderos de sus explotaciones.
"Los precios del forraje y el heno se habían relajado un poco, pero ahora tenemos un coste añadido por la sequía", lamenta Rodríguez. La escasa rentabilidad de producir incluso bajo costes de producción no solo hace que los ganaderos –"con una media de edad cercana a los 60 años"– abandonen sus explotaciones, sino que el relevo generacional del sector sea prácticamente inexistente.
Una situación que dista de la que disfruta el sector hostelero. Mientras la agricultura malagueña pierde en diez años a 10.000 trabajadores, la hostelería gana 40.000 afiliados a la seguridad social durante el mismo periodo. La actividad acumula 21 meses consecutivos creando empleo en la provincia de Málaga y este verano ha alcanzado la media de 110.377 trabajadores, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo.
"Tenemos que aprovechar que la industria turística está en el mejor momento de su historia y nosotros estamos en la Costa del Sol", evalúa Javier González de Lara, presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), institución desde la que subrayan la importancia del turismo en la economía.
"El 75% de la economía malagueña pertenece al sector servicios y dentro de este la industria turística juega un papel fundamental", añade CEA. En este sentido, según la Asociación de Empresarios Hosteleros de Málaga (Mahos), "prácticamente tres de cada cuatro puestos de trabajo del sector turístico lo aporta directamente la hostelería".
Si a la cifra de afiliados en el sector hostelero se les suman los trabajadores en hoteles –"hablamos de unos 22.000", en palabras del vicepresidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), Javier Hernández, la cifra de trabajadores directos empleados en bares, restaurantes y hoteles en la provincia supera las 130.000 personas en temporada alta.
"Hostelería y hotelería representamos aproximadamente el 19% de la población activa en la provincia". Y, sin embargo, también acusan falta de mano de obra. "Nuestro gran caballo de batalla es encontrar personal cualificado", reitera Hernández. Ese, y la propia escasez de agua. "Los visitantes están atentos a estas circunstancias", admiten desde Turismo Costa del Sol.
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