La presencia de la mujer crece en las minas con la asignatura pendiente de la alta dirección
La mujer avanza en la mina. Una mesa redonda celebrada ayer puso de manifiesto que su presencia ha aumentado en los últimos años. Miguel Cabal, presidente del Comité Científico del Congreso, informó de que en Matsa se ha pasado de las 79 trabajadoras que había en 2009 (16%) a 101 (37%) en 2015 y en su explotación principal, Minas de Aguas Teñidas, de 34 (14%) en 2008 a 52 (21%).
A esta situación le pusieron rostro algunas trabajadoras de la mina, que aprovecharon para relatar su experiencia. Lorena es técnica geóloga y comenzó a trabajar en Minas de Aguas Teñidas en 2000. Recuerda que fue la primera mujer que bajó a la mina y que, al principio, los vestuarios sólo estaban adaptados para los hombres, por lo que tenía que esperar a que todos salieran para entrar. Fuera de anécdotas, en lo esencial no ha tenido problemas. "Nunca me he sentido diferente a un hombre a la hora de tomar decisiones", afirma. Cristina es la única operaria de Sotiel, donde todos son hombres, y también está satisfecha: "Desde el primer momento he sentido respeto; no me considero más que nadie, sólo una trabajadora más. Es chocante al principio, pero me han ayudado mucho.
Esa visión amable, fue matizada por algún que otro asistente, como la catedrática del área de Explotación de Minas de la Politécnica de Madrid, Dulce Gómez, quien habló de una "dificultades" en la pirámide de ascenso que obligan a las mujeres a hacer un sobreesfuerzo si quiere promocionar. "Para puestos técnicos no hay problemas, pero sí para dirección". En este sentido, Lorena admitió que entró hace quince años como geóloga y sigue así. "He perdido oportunidades de formación, porque los cursos por son por la tarde y no tengo a nadie para que cuide de mi hija, pero ahora mismo no tengo ambiciones, es verdad que estoy bien", afirma. Cristina afirma que ha pasado de ayudante a oficial de segunda, y que su pensamiento "no es llegar alto" sino dar cada día un poco más de sí misma.
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