Así es el acuerdo de las pensiones que se queda en el limbo
Las modificaciones que finalmente no se aprobarán por el adelanto electoral incluían desde revalorizarlas conforme al IPC a ampliar el cálculo a toda la vida laboral o un impuesto a los robots
Tras más de dos años de trabajos, el Pacto de Toledo ha dado por rotas este martes las negociaciones para cerrar unas recomendaciones que estaban prácticamente acordadas y que debían servir para orientar en los próximos cinco años una reforma que garantizase la sostenibilidad y suficiencia de las pensiones.
El adelanto de las elecciones generales al 28 de abril ha sido el principal motivo aludido por Unidos Podemos y PP, que han manifestado su rechazo a sacar adelante "con prisas" unas recomendaciones que aún no estaban "maduras".
Estas son las recomendaciones más destacadas para los próximos cinco años contempladas en el borrador del preacuerdo, que finalmente no será aprobado.
Revalorización
Quizás la medida más importante y a la que más vueltas se ha dado en los últimos meses: Revalorizar las pensiones según el IPC real (con la media de la inflación anual).
Déficit de la Seguridad Social
Acabar con el déficit y con la política de préstamos del Estado en 2025 y estudiar que el Estado contribuya a financiar las deudas de los regímenes especiales.
Deuda histórica
Resolver la situación de los préstamos concedidos por el Estado a la Seguridad Social, en principio con el traspaso de patrimonio e inmuebles a las comunidades autónomas.
Período de cálculo
Ampliar más allá de los 25 años a los que se llegará en 2022, llegando incluso a toda la vida laboral, y permitiendo escoger los años más favorables en casos de largas carreras de cotización.
Edad de jubilación
Acercar la edad real de jubilación (sobre los 63 años) a la edad legal (de 65 a 67 años), endureciendo los requisitos para acceder a la anticipada e incentivando el envejecimiento activo.
Impuesto a los robots
Encontrar mecanismos que complementen la financiación de la Seguridad Social, ya que la revolución tecnológica implica un incremento de la productividad, pero no del empleo.
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