Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Por fin parece que vienen buenos tiempos para el aceite de oliva, y ello pese a los aranceles de EEUU, el cierre total o parcial del canal horeca, los bajos precios que en enero y febrero provocaron casi una rebelión agraria y un incierto comienzo de campaña por el riesgo de contagio del Covid para los temporeros.
Ya la crisis de precios de los últimos meses 'ocultó' de alguna manera una realidad: las salidas de producto en la última campaña de comercialización (octubre 2019-septiembre 2020), tanto para el mercado interior como el exterior, han sido récord. Nada menos que 1,65 millones de toneladas, con las exportaciones disparadas (1,2 millones) y el mercado interior resistiendo (525.000 toneladas, un 4% menos) pese a la fuerte crisis de la hostelería.
Los expertos consultados coinciden en que la pandemia ha terminado favoreciendo el consumo, por dos razones. Por un lado, el poder adquisitivo reservado a bares y restaurantes ha ido a la cocina en casa con productos de calidad, y en ello el aceite de oliva, particularmente el virgen extra, juega un papel central. Por otro, la preocupación por la salud ha crecido en todo el mundo y la asociación de oliva y grasa saludable es inmediata. También han influido los relativos buenos precios del producto en el supermercado.
El sector está intentando, visto lo visto, que en las botellas de aceite aparezcan ya los beneficios que tiene para la salud. "Eso reforzaría el consumo, pero lo tiene que autorizar Bruselas. Nos dicen que se debe determinar de forma fehaciente la cantidad de polifenoles (antioxidantes). Nosotros insistimos en los trabajos ya contrastados, pero parece que se debe arbitrar un método para cuantificarlos", afirma Cristóbal Gallego, responsable sectorial de Cooperativas Agro-Alimentarias de Andalucía.
En cualquier caso, esa querencia del consumidor por lo saludable se observa en el 'boom' del virgen extra. Todo lo que se produce se vende. Y en este inicio de campaña, de forma inmediata, hasta el punto de que es difícil encontrar esta categoría en los almacenes. El 'stock' de inicio de campaña, de 500.000 toneladas es casi todo de lampante. "Aunque no llega al nivel de los vinos, se está produciendo ya un consumo cultural del virgen extra; los aceites tempranos tienen un protagonismo que antes no tenían, con un consumidor de renta más alta y en torno a los 50 años", afirma Juan Vilar, consultor estratégico y uno de los mayores especialistas del mercado.
Todo esto -tanto el aumento del consumo en general como el del virgen extra en particular- vale tanto para el mercado español como para el resto. Un ejemplo paradigmático es Estados Unidos. Según informa Rafael Picó, director general de Asoliva, la asociación de exportadores, el consumo de aceite de oliva llevaba años creciendo, pero en los últimos cinco se estancó en las 320.000 toneladas. En la última campaña, se han sobrepasado las 400.000, récord absoluto.
De ese espectacular crecimiento han participado las marcas españolas pero no el aceite nacional, por culpa del arancel del 25% de Trump, que afecta específicamente a España. Las empresas han optado en gran parte por embotellar aceites de Portugal, Túnez, Grecia, Italia e incluso Egipto, lo que ha situado las importaciones hacia España en 240.000 toneladas, récord histórico. Eso ha posibilitado que las marcas españolas mantengan su primacía (con 150.000 toneladas exportadas a EEUU frente a 133.000 italianas) pero que la venta de aceite de origen español allí se haya hundido un 80%. "La conclusión es que al consumidor le importa poco donde se ha producido el aceite y más el prestigio de la marca", señala Picó.
Al final, como afirma Juan Vilar, el perjuicio de estos aranceles ha sido para el productor, por lo que llama "principio de oportunidad". Los compradores han ido primero a los aceites de fuera para asegurarse el mercado americano, lo que ha permitido a los vendedores (extranjeros) poner un precio algo más caro. Aquí han llegado después (para vender a otros mercados) y "eso ha reducido el kilo de aceite en muchos casos unos 20 o 25 céntimos", algo asumible para el olivar intensivo pero no tanto para el tradicional.
En cualquier caso, la principal causa del bajón de precios la pasada campaña fue el altísimo excedente de partida y que todavía el consumo crecía ligerísimamente por encima de la producción. Este año no será así. Juan Vilar afirma que 2019 fue el primer año de los últimos 22 en el que descendió la superficie de olivar (precisamente por su escasa rentabilidad), con un descenso también significativo de nuevas plantaciones. Al mismo tiempo, el excedente (al menos en España) está bajando y el consumo subirá entre un 8% y el 10% a nivel mundial, algo que puede provocar un hecho insólito: que la demanda (3,1 millones de toneladas) sea superior a la producción mundial (la previsión es de unas tres millones).
Para el olivarero esto es una buena noticia, porque hay una expectativa de aumento de precio, aunque las fuentes consultadas nunca hablan de cotizaciones altas, sino "razonables". En realidad, esta es la situación ideal, porque eventual incremento en los supermercados será asumible y no desincentivará el consumo.
Los productores hablan, incluso, de que habrá menos producción de la prevista en España. Cooperativas la sitúa en 1,45 millones de toneladas, frente a las 1,6 del aforo de la Junta de Andalucía. "Lo que vemos es que hay menos rendimiento graso del estimado, con una aceituna más madura en el árbol y afectada por el estrés hídrico por la falta de lluvias", afirma Cristóbal Gallego.
Eduardo Martín, secretario general de Asaja-Sevilla añade: "La floración había sido buena pero hubo un repunte de calor fuerte y ese cuajado de flor se ha perdido, ha cambiado radicalmente. Eso se va a trasladar a las cifras de producción". El dirigente de Asaja añade otro factor más: "La recogida de la aceituna se ha adelantado, no sólo en el Valle del Guadalquivir, donde suele ocurrir así, sino en zonas de Jaén y eso implica menos producción al tener menos rendimiento los aceites más tempranos". En ese adelanto intervienen dos factores: la mencionada demanda de virgen extra y el temor al Covid. La consigna es acabar cuanto antes para evitar problemas.
Pese a la expectativa de menor producción de la prevista, en otros países como Italia, Túnez o Portugal la caída será aún mayor, lo que hará que, según la previsión de Juan Vilar, el 52% del aceite producido en el mundo en esta campaña sea español, otra buena noticia ya que refuerza a España como el mercado que marcará la tendencia.
En definitiva, si nada se tuerce -y aún con el lastre de los aranceles de EEUU, cuya resolución se demorará unos meses- el olivar se podrá permitir un respiro, que falta le hace, en la campaña que entra.
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