Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Andalucía ya no quiere la minería de hace unas décadas en la que las empresas llegaban, explotaban los yacimientos y, cuando se agotaban, se iban. Ahora las exigencias medioambientales, sociales o económicas son altas y sólo una minería nueva, sostenible e innovadora será capaz de ofrecer garantías de futuro. Así lo han constatado expertos del sector reunidos en un desayuno informativo organizado por Grupo Joly y Matsa.
Bajo el título Diez años de minería en Andalucía, el debate sentó a la mesa a cuatro directivos del sector empresarial y a cuatro representantes de la Administración (Junta, Diputación, Ayuntamiento y Universidad). Todos coincidieron en que para apuntalar a medio plazo una actividad que está viviendo una etapa de resurgir en la comunidad son necesarios varios ingredientes: seguridad, respeto medioambiental y social, y productividad. Asimismo, se enfrentaron a la gran pregunta del sector: qué pasará con las zonas mineras cuando, en 10, 20 ó 30 años, se terminen unos recursos minerales que son finitos y no renovables.
Matsa es uno de los mayores exponentes de la minería en Andalucía. Con tres minas en explotación, Aguas Teñidas, Magdalena y Sotiel, todas en Huelva, esta compañía propiedad de los grupos Mubadala y Trafigura ha cumplido su décimo aniversario en la región, donde emplea a 4.000 personas de manera directa e indirecta, ha invertido 960 millones de euros y ha instalado una planta de tratamiento con capacidad para procesar 4,6 millones de toneladas de mineral. Su directora general, Audra Walsh, aseguró que la empresa tiene asegurada su presencia en Andalucía durante más de diez años, un periodo que podría ampliarse: "Disponemos de un área grande de exploración y, si tenemos suerte, podemos hallar nuevos yacimientos como ya ocurrió con mina Magdalena en 2013", dijo.
Eso sí, la única manera de asegurar el futuro de esta actividad en la Faja Pirítica -desde Sevilla a Portugal-, según Carlos Sánchez, director de Seguridad, Salud y Medio Ambiente de Matsa, pasa por desplegar una minería sostenible. "La clave está en cómo transformar ese capital natural que hay en Andalucía en capital humano, económico, industrial, así como en conocimiento para crear un clúster minero a medio plazo", indicó. Justo lo que pretende la Junta de Andalucía. La viceconsejera de Empleo, Empresa y Comercio, María José Asensio, lo describió así: "Queremos convertir la minería en un sector estructural de la zona occidental de Andalucía, con sus yacimientos, sus plantas de tratamiento, sus infraestructuras de transporte…; no que sea una actividad que venga de golpe y se vaya igual". Para ello, el reto más difícil, admitió, es lograr la integración económica de esta actividad en su entorno. "Hay que tejer una red local de empresas industriales, de ingeniería, de servicios que enganchen con la minería y se fortalezcan gracias a ella", defendió. Sólo de este modo, dijo, se convertirá en un pilar básico de la economía andaluza.
Pero para que la minería sea una actividad duradera en el tiempo tiene que plegarse a tres condiciones básicas, según Jordi Puig, jefe de la Mina Magdalena, ubicada en el término municipal de Almonaster la Real (Huelva). La primera de ellas es la seguridad. "Hay que prevenir riesgos y formar al personal", dijo. De hecho, este yacimiento ya ha puesto en marcha su segunda cabina de control telerremoto de las palas que se usan en la extracción del mineral, con la que el operador maneja los equipos que están bajo tierra desde la superficie. La segunda es la responsabilidad medioambiental y social, capítulo donde se encuadra la gestión de los estériles llevada a cabo por Matsa. "Nuestra planta de generación de pasta se considera la innovación más importante de la minería española desde el punto de vista ambiental", presumió. Consiste en rellenar las cámaras subterráneas de las que ya se ha extraído el mineral con una pasta producida con los estériles sobrantes de la planta de tratamiento. "Así logramos un aprovechamiento casi total del yacimiento y minimizamos el impacto en la superficie", destacó. Y, en tercer lugar, una consecuencia de estos dos factores: si los trabajadores no se exponen, si se reducen los residuos y se aprovecha al máximo el mineral, la productividad se elevará. "Si no rebajamos los costes por tonelada, nada tendrá sentido; hay que ser más y más eficientes", indicó.
Precisamente en este cometido, la innovación y el desarrollo tecnológico juegan un papel crucial. Así lo defendió Antonio Gámiz, director de la planta de tratamiento de Matsa en la provincia de Huelva. "Nuestro equipo lleva años explorando nuevos caminos y descubriendo tecnologías que nos han llevado a mejorar la recuperación de mineral y la calidad de los concentrados, y a aumentar la capacidad de producción; estoy seguro de que en los próximos años seremos aún más competitivos", dijo.
El presidente de la Diputación de Huelva, Ignacio Caraballo, y el concejal de Urbanismo, Minería, Desarrollo Local y Hacienda de Almonaster la Real, Bartolomé Márquez, confirmaron que "la minería ha incrementado el nivel de empleo y renta en los pueblos de la provincia", pero sugirieron que eran necesarios más avances en infraestructuras viarias y en formación. "Todas las administraciones deberían tomar medidas en la mejora de las carreteras; nosotros no podemos hacer mucho más con el presupuesto de la Diputación", dijo Caraballo. Asimismo, reclamaron una formación permanente en la zona norte, "con un módulo de FP que prepare a los potenciales candidatos para trabajar en el sector", en palabras de Márquez.
Ambos manifestaron su preocupación acerca de qué pasará en las zonas mineras una vez que se hayan acabado los minerales. El concejal de Almonaster pidió "pensar ya en cómo diversificar, antes de que pasen diez años y la mina diga adiós". Idea que fue refrendada por el director de Seguridad, Salud y Medio Ambiente de Matsa, Carlos Sánchez, que incidió en que hay que implicar a todos los actores en la definición del uso que se le va a dar al territorio en un futuro. "Estas decisiones se tienen que ir tomando desde el principio, desde el momento en el que la mina empieza a operar", explicó. "Hay que analizar qué oportunidades se les van a ofrecer a los mineros, que dentro de 20 años ya no lo serán, y empezar a formarlos", añadió.
En este sentido, Antonio Gámiz, director de la planta de Tratamiento de Matsa, aseguró que esa formación no puede limitarse a una FP de tratamientos minerales, sino que "debe ser más global, en servicios innovadores para la minería, de forma que surjan empresas fuertes y creativas capaces de reinventarse cuando la mina cierre".
Más optimistas se mostraron Jordi Puig, jefe de la Mina Magdalena, y Gabriel Ruiz de Almodóvar, catedrático del departamento de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Huelva y director del Máster de Recursos Minerales, que apuntaron a que la actividad minera ha venido a Andalucía para quedarse. "Hay que hacer atractiva la zona, de modo que Huelva sea un polo de atracción de empresas mineras", dijo Puig, que apuntó que, así, se podrían descubrir 10, 20 ó 30 yacimientos más en los próximos años. Algo que apoyó el catedrático: "Estamos en la zona con mayor concentración de sulfuros metálicos del mundo; a nivel europeo, es la región con más potencial minero". Y es que, remarcó, muchos de los recursos de la Faja Pirítica están ocultos y lo que se necesita es intensificar la exploración. "Por la zona de la Mina Magdalena habían pasado 200 empresas, pero sólo Matsa la descubrió; es una compañía ejemplar", sentenció.
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