Un milagro para Grecia

Análisis

El movimiento más plausible es que haya una prórroga del segundo rescate hasta después del verano, una solución de mínimos que pospone lo inevitable: la deuda es impagable.

Fernando Faces

20 de junio 2015 - 01:00

GRECIA ya no se encuentra al borde del precipicio, tras el fracaso del Eurogrupo del jueves, se precipita ya hacia el fondo del abismo, y sólo una ángela puede detener su caída. Un milagro que el presidente Tsipras quiere que se produzca en la Cumbre Europea de emergencia del próximo lunes que liderará la ángela Merkel. La situación es extrema. En tan sólo dos días se han fugado más de 2.000 millones de depósitos de los bancos griegos. Desde el mes de octubre alcanza la cifra de 38.000 millones de euros, más del 25% de los depósitos. Si el BCE no interviene los bancos griegos no podrían abrir el lunes.

Mario Draghi, presidente del BCE, se ha reunido con su consejo. Se espera que apruebe una inyección de liquidez de emergencia, para que la banca griega pueda aguantar hasta el lunes, con la esperanza de que se llegue a un principio de acuerdo que permita liberar los 7.200 millones que quedan pendientes de desembolso del segundo plan de rescate de Grecia. De no ser así, Grecia no podría hacer frente al pago de 1.600 millones de euros al Fondo Monetario Internacional (FMI), que vence el 30 de junio, fecha límite también para llegar a un acuerdo. Tampoco podría hacer frente a los vencimientos de los préstamos del BCE y del FMI, por valor de 6.700 millones de euros, que vencen en los meses de junio y agosto. El impago provocaría una situación gravísima, que podría llevar a que el BCE tuviera que cortar la liquidez a la banca griega, lo cual, unido a las extraordinarias fugas de depósitos provocaría la suspensión de pagos del país, los controles de capital, el corralito financiero y , en último extremo, la salida de Grecia de la Eurozona (Grexit).

Ningún líder político quiere la salida de Grecia. Económica y políticamente es el escenario más adverso. Hasta ahora no se ha querido ni contemplar. Sin embargo, en los últimos días, el FMI, el BCE y algunos ministros europeos, aceptan ya está posibilidad. Irlanda ha afirmado que trabaja con el BCE y otras instituciones europeas en un plan B para paliar los posibles efectos del contagio de la salida de Grecia. El ministro griego Yanis Varufakis, ha dicho que le preocupa que responsables políticos empiecen a contemplar la salida de Grecia y algunos políticos alemanes la consideren deseable e inevitable. Es el primer signo de debilidad de la estrategia griega, que ha jugado siempre a la carta de que su salida de la Eurozona es una línea roja para Europa.

¿Qué puede pasar el lunes en la Cumbre Europea de emergencia? Todas las alternativas están abiertas. La menos probable es la de un desacuerdo total que conduzca a la suspensión de pagos y a la posterior salida de Grecia. Sería la alternativa de más coste económico y político, tanto para Grecia, como para Europa. Grecia se vería sumergida en un caos político, económico y social. La banca quebraría, se retornaría al dracma, que sufriría una fuerte devaluación y provocaría una gran inflación. La deuda externa en euros se haría impagable, los mercados financieros se cerrarían para Grecia durante años, así como los mercados de importación. La caída de la producción y el aumento del paro serían espectaculares, y Grecia se vería abocada a una recesión que podría durar más de una década.

Europa tampoco saldría bien librada. Tendría que olvidarse de cobrar la deuda griega: los 240.000 millones de euros prestados por los gobiernos europeos y el fondo de rescate europeo, así como también de los 27.000 millones de deuda griega comprada por el BCE y de los 85.000 millones de préstamos de liquidez, además de los 97.000 millones de euros financiados a través del sistema Target2. Por otra parte no podría dejar a Grecia totalmente abandonada, y tendría que contribuir con nuevos fondos para aliviar su caótica situación, sobre todo teniendo en cuenta que saldría de la Unión Monetaria, pero permanecería en el Mercado Único Europeo. El efecto contagio podría propagarse a otros países y, lo más importante, la pertenencia a la Eurozona ya no sería irrevocable.

Pero quizás, el factor más peligroso de la salida de Grecia es el geopolítico, su impacto en la estabilidad de la región de los Balcanes y en la actual tensión y conflicto de Europa con Rusia, teniendo en cuenta que Grecia actualmente pertenece a la OTAN. El primer ministro griego, conocedor del valor de la carta geopolítica, tuvo ayer un encuentro con el presidente Putin, días antes de la Cumbre Europea. Masivas manifestaciones de los ciudadanos griegos reclaman a sus políticos la permanencia en la Eurozona. Por todas estas razones consideró improbable la salida de Grecia.

La Cumbre Europea del lunes, liderada por Angela Merkel, intentará un preacuerdo que permita evitar la suspensión de pagos y ganar tiempo para un acuerdo definitivo. Es muy posible que Grecia esté ya dispuesta a aceptar los términos de la última propuesta de la troika, pero políticamente ha rechazado su autoridad moral, y la quiere castigar. El primer ministro griego desea escenificar el acuerdo al más alto nivel político, el Consejo Europeo, rechazando las instancias técnicas y económicas, que representan tanto la troika, como el consejo de ministros del Eurogrupo. Débil, pero audaz y temerario, el Gobierno griego está jugando muy bien sus cartas.

El escenario más probable es que haya una prórroga del segundo rescate hasta después del verano. Un preacuerdo en torno a las reformas, condicionado a que exista una voluntad firme del Consejo Europeo de estudiar una nueva reestructuración de la deuda que la haga sostenible. Grecia aceptaría la última propuesta dulcificada, de equilibrio financiero y generación de superávit primario, siempre que se respete la línea roja de las pensiones, con el compromiso de compensarlo con la reducción de otros gastos públicos, como el de defensa. Se aportará liquidez por parte del fondo de rescate y el BCE para que Grecia pueda hacer frente a los pagos de este verano, quizás los fondos, todavía no utilizados, del saneamiento de la banca de 10.000 millones de euros. Todos quedarían parcialmente satisfechos; unos porque afirmarían que se han cumplido las reglas de juego de la Eurozona y otros porque podrían presentarse ante sus electores como los héroes de una lucha desigual, en la que pueblo griego no ha sido humillado por los poderosos. Una solución de mínimos, de compromiso, para evitar o posponer lo inevitable, que es que Grecia nunca podrá pagar la descomunal deuda que ha contraído con el resto de Europa.

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