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Los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea aplazaron ayer hasta finales de mes las decisiones sobre cómo reforzar el fondo de rescate al euro, en un debate marcado por la pérdida de la mayoría absoluta parlamentaria del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y su anuncio de dimisión cuando se aprueben las medidas del plan de ajuste.
Este aplazamiento de las medidas necesarias para reforzar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), dotado con 440.000 millones de euros, y que debería alcanzar el billón en caso de que países como Italia o España pudieran necesitar ayuda, es un ejercicio arriesgado en relación con la velocidad de vértigo de los acontecimientos.
Las citas del Eurogrupo del lunes y del Ecofín ayer estuvieron marcadas por los acontecimientos en Roma y Atenas. En la capital griega se esperaba la formación de un nuevo Gobierno de unidad nacional a cuyo frente situaban los pronósticos en principio a Lucas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE).
La UE y el FMI exigen al futuro Ejecutivo, que no contará con el actual primer ministro, Giorgos Papandreu, que aplique sin dilación el nuevo paquete de reformas y austeridad a cambio del sexto tramo de ayudas, por 8.000 millones de euros, a partir del primer rescate heleno, de 110.000 millones de euros, aprobado el año pasado por el bloque y el organismo multilateral.
Sin ese compromiso explícito (y por escrito), tampoco se activaría el segundo paquete de rescate, por 130.000 millones acordado en la última cumbre de Bruselas, el 27 de octubre, un salvavidas que debe evitar la quiebra de Grecia en diciembre, el límite máximo que el país podría aguantar sin asistencia externa.
En un Ecofín de puro trámite, el principal protagonista fue el ministro italiano de Finanzas, Giulio Tremonti, quien apenas pisó el edificio del Consejo de la UE, pues se marchó precipitadamente a Roma para prestar su voto a Berlusconi.
España, Italia y la Comisión Europea defendieron no obstante, con el apoyo de Francia, que la UE avale parte de las emisiones de deuda de la banca con el objetivo de que las entidades domiciliadas en países sometidos a la presión de los mercados puedan refinanciarse en el mercado a medio y largo plazo con más facilidad.
Pero Alemania, Países Bajos, Austria, Reino Unido, Suecia o Luxemburgo se han opuesto a esta mutualización limitada de las garantías bancarias por entender que supondrían un riesgo excesivo y han defendido que cada país sea responsable de las pérdidas incurridas por sus respectivos bancos, según han informado fuentes diplomáticas.
Mientras la crisis de deuda soberana en Europa no parece tener un final a la vista, Brasil, integrado en el grupo BRICS (junto a Rusia, India, China y Sudáfrica), advirtió que el retraso de la UE en aportar una solución clara a la crisis de deuda soberana está provocando una fuga de capitales de los países emergentes, en palabras del ministro brasileño de Economía, Guido Mantega.
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