Un jubilado andaluz desesperado
Los pensionistas se agolpan ante los bancos para retirar 120 euros Uno de ellos nació en Almería hace 85 años y se pregunta cuándo podrá cobrar el resto de su paga de jubilación
"Yo soy Vázquez, así que me va a tocar de los últimos. Al menos mi mujer, que tiene la C, de Colonomos, ha podido cobrar algo hoy".
Quien lo cuenta es José Vázquez, un andaluz-griego de 83 años que partió de su Almería natal rumbo a Alemania en 1965. Allí conoció nada más llegar a su esposa, Charissa Colonomos, otra joven inmigrante entonces, llegada a la Alemania del boom industrial de la década de los 60 ávida de mano de obra extranjera. Y allí se casaron casi de inmediato también.
"Nos tuvimos que casar dos veces", nos aclara, "una por el rito católico, porque aunque a mí, la verdad, la religión nunca ni fu ni fa…, era lo que se hacía en esa época, usted ya me entiende… Y después otra por lo ortodoxo, porque mi mujer tiene esas religión".
Después de 10 años trabajando en Düsseldorf en la factoría que la multinacional automovilística Volkswagen tiene en esa capital germana del motor, decidieron con el dinero ahorrado marcharse a Atenas y empezar a regentar un pequeño hostal durante más de 30 años, hasta que los dos se jubilaron.
"Al principio pensamos en estar sólo unos cuantos años más en Grecia y luego regresar a mi tierra, pero claro, los hijos crecieron ya aquí y logramos hacer nuestra vida de manera holgada en esta ciudad, con la cantidad de turistas que siempre ha habido, de modo que para qué cambiar más, si a fin de cuentas el estilo de vida griego no es tan diferente, salvo por el idioma, que eso sí que me costó bastante hablarlo, y además no me quedaba mucha familia tampoco viva en Almería…".
Ahora José y Charissa son un matrimonio más de jubilados en Grecia, con cinco hijos ya mayores y con sus familias formadas. Todos ellos con la doble nacionalidad, aunque nos explica que, salvo algún viaje por vacaciones, casi nunca han estado en Andalucía. Y como casi todos los jubilados griegos en la actualidad, José Vázquez y Charissa Colonomos están atrapados en la desesperante espiral impuesta por el corralito, que les impide acceder al cobro de sus pensiones.
A primera hora de la mañana de ayer Grecia amaneció siendo oficialmente el primer país occidental dentro de la lista de morosos del Fondo Monetario Internacional y con los bancos inaugurando un sistema de pagos de pensiones cuanto menos desquiciante: por orden alfabético del primer apellido de cada jubilado.
Ayer fue el turno de poder retirar efectivo aquellos apellidos que comenzaran por la letra A y hasta la I. Hoy les debería tocar a los que comiencen por la K hasta la M y para mañana viernes, en principio, porque esta situación también podría trastocarse de un día para otro, José Vázquez podrá nuevamente apostarse a las puertas de su sucursal bancaria y cobrar únicamente una pequeña parte de los 920 euros que le corresponden de su pensión (tanto la suya, como la de su mujer son bastante más cuantiosas que la media griega, ya que ellos reciben también una transferencia mensual de la Administración alemana por los años tributados laboralmente allí).
Sin embargo, y al igual que su esposa Charissa ayer, José tan sólo estará habilitado mañana para recibir 120 euros, que es el máximo estipulado por el Gobierno griego para todos los jubilados mientras dure el corralito. "El resto de lo que nos corresponde nadie sabe cuándo podremos cobrarlo", se lamenta su esposa en una mezcla de castellano y griego. Mientras, varios operarios de la sucursal bancaria reparten agobiados los tikets de turno de espera, acosados por centenares de ancianos a su alrededor que se esfuerzan por obtener abalanzándose con las manos extendidas uno de esos números que les dé derecho a guardar turno.
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