Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
José Luis García-Palacios Álvarez | Presidente de Caja Rural del Sur
España y por ende Andalucía esperan con inusitada expectación la llegada en los próximos meses de un nuevo Dorado, aunque esta vez procedente de la vieja Europa y no de latitudes americanas, con el fin de mitigar el impacto de la crisis económica desatada como consecuencia de la pandemia provocada por la Covid-19. Ese maná que responde al nombre de Next Generation EU debe servir de balón de oxígeno para agilizar la reconstrucción de las economías y es el grial financiero al que se aferran Gobierno central, autonómicos y locales, y también el tejido productivo, desde las grandes corporaciones, pymes, microempresas hasta los autónomos, para reflotar la tan deteriodada sociedad del bienestar.
En una entrevista concedida al Grupo Joly, el presidente de Caja Rural del Sur, José Luis García-Palacios, analiza las principales claves que a su modo de ver deben producirse para que la ayuda de 140.000 millones de euros de los socios europeos permita a España y Andalucía adentrarse en la senda de la recuperación, avanzando hacia un futuro más digital y sostenible.
El directivo, ingeniero técnico agrícola por la Universidad de Huelva, de la que es presidente de su Consejo Social, subraya el rol de buen centinela que debe desempeñar el Gobierno central en la compleja gestión y vehiculación de esos Fondos de Recuperación y Resiliencia, remarcando que este debe huir de arbitrariedades en el reparto entre los distintos territorios y propiciar que se ejecuten las reformas e inversiones en un corto espacio de tiempo con las garantías de equidad necesarias. El futuro de las próximas generaciones está ligado a la buena gobernanza de los actuales dirigentes.
–Justo cuando la economía española estaba empezando a remontar llegó una pandemia que lo ha cambiado todo. ¿Hasta qué extremo prevé que llegue la gravedad de la crisis económica provocada por el impacto de la crisis sanitaria?
–Parece evidente que no hay quien, de manera objetiva, pueda negar o minimizar el profundo impacto que los efectos de esta pandemia, ha tenido y tendrá sobre la actividad económica, laboral y empresarial, además de las consecuencias sociales que arrastra. Ante una situación así, para hacer frente a la posible minoración de efectos adversos, depende mucho de la actitud que vayan tomando tanto el Gobierno central como autonómicos, aunque estos últimos tienen medidas y recursos mucho más restringidos. Por esto, existirá una proporcionalidad consecuente entre la gravedad de la crisis económica y empresarial y la disposición del Gobierno central en articular medidas eficaces y eficientes para evitar la desaparición de empresas, de puestos de trabajo y caída del PIB como no ha existido en nuestra historia contemporánea. Si a este panorama le añadimos el exacerbado incremento de la deuda pública y el enrarecido ambiente político existente en España, que influye de forma negativa, podríamos augurar que la crisis será bastante más profunda que en los países de nuestro entorno, que hemos ido viendo como han tomado serias decisiones de apoyo a la economía que producirán un efecto positivo e inmediato al mercado laboral, aportando algo más de estabilidad y certidumbre con respecto a España.
–¿A qué situación y en qué posición se enfrentan España y Andalucía a la crisis?¿Cree que será una recuperación rápida?
–La situación y la posición no son halagüeñas, ya que previamente conlleva una remodelación de ciertas políticas estatales y autonómicas que precisan de un sólido compromiso de reunir voluntades en la misma dirección. Se necesitan medidas tan reclamadas por el sector empresarial y sindical que conduzcan a más inversión y una mayor disposición a facilitar la industrialización de nuestra economía, que ha demostrado ser un eficaz amortiguador ante situaciones como la que padecemos. Conviene además formar eficazmente a nuestros estudiantes en aspectos profesionales, más ajustados con la realidad a la que aspiramos.
Considero clave que se reflexionara y se aplicara una flexibilización impositiva de manera general, así como la creación de incentivos fiscales a las empresas y autónomos. No podemos cargar de pesos muertos a nuestro tejido productivo y las familias cuando tenemos que afrontar un escenario tan difícil y con tan pocos recursos disponibles. Quizá haya que pensar que pueda no ser una buena idea hacer lo contrario de la práctica totalidad de las políticas fiscales que se han tomado en los países de la UE. A muchos sectores económicos se les ha condenado a una inacción sin posibilidad de ayudas ni medidas compensatorias y esto así es una condena en vida a la desaparición.
En cuanto a Andalucía, creo con esperanza bien argumentada, que podemos estar en una posición menos rezagada que otras regiones de España. Es cierto que el turismo y los servicios han sido de los sectores más afectados de forma general, pero también serán los sectores que podrán recuperarse en el momento que se den las circunstancias que produzcan mayor grado de confianza a los consumidores.
–¿Están alineadas las líneas estratégicas de los fondos Next Generation EU con estos retos?
–Estos fondos marcan unas líneas generales muy amplias que habrá que ir concretando y definiendo según las necesidades y territorios a los que lleguen. Es evidente que para que sean efectivos hay que planificar eficientemente su aplicación y distribución, donde deben primar los proyectos que tengan capacidad reproductiva de sinergias y economías lo más arraigadas posibles en lo local. Con esto no quiero decir que no se destinen ayudas a grandes proyectos de grandes empresas multinacionales, también hay que hacerlo, entre otras cosas porque son capaces de generar nuevos servicios en pymes y autónomos y ayudar a la regeneración de los que hayan sobrevivido. En estos momentos hay que pensar en las posibilidades de las siguientes generaciones y debe ser una planificación amplia, profunda y muy transversal.
–¿Cuáles son los elementos esenciales de los fondos con respecto al agro andaluz en particular?
–Pueden ser varios y muy interesantes, como la ampliación de medidas productivas que permitan una mayor competitividad ante países terceros a nivel global. Por eso la ampliación y consolidación de los regadíos, facilitar las sucesivas fases de mayor industrialización del sector agroalimentario; la aplicación de la tecnología de manera más eficiente y uso del bigdata, como mejoras en innovación de todo tipo en nuestros cultivos; también es conveniente aprovechar estos fondos para proyectos de investigación que sean ágiles y aplicables en sus conclusiones en el entorno medioambiental, lo cual aporta también dosis de mayor competencia en los mercados.
Andalucía es una baza esencial para España y la propia UE desde el enfoque agroalimentario y si queremos seguir trabajando en crear condiciones de supervivencia de nuestros agricultores, empresas y cooperativas agrarias, tenemos que asegurarnos el relevo generacional, al que sólo se llega por medio de garantizar la viabilidad del sector. Ahí fuera hace frio, las batallas comerciales son muy encarnizadas y el sector agroalimentario andaluz, a pesar de haber sido moneda de cambio en muchas ocasiones por altas administraciones, tiene suficientes argumentos para asegurar un nivel de rentas, pero para ello es esencial (sic) que sus posibilidades para seguir defendiéndose en los mercados sean reales, lo cual pasa inexorablemente por ser más competitivos y tener futuro, así que además esto se perciba por nuestra sociedad en general.
–¿En qué medida contribuirán los nuevos fondos europeos al fortalecimiento del sector de cara a ese futuro?
–Una vez que conozcamos cuanta cantidad de los fondos se destina a Andalucía veremos con más claridad como puede repercutir en cada sector. Ha habido mucho interés en nuestra región y se han presentado muchos proyectos de gran nivel en todos los sectores. Pero, confío en que Andalucía se beneficie de los mismos en los sectores que necesitan de un impulso a la innovación, y a la transformación digital. Y, en este sentido, deberían reforzar a sectores dinámicos y sólidos de la región, como el agroindustrial, además de otros como el de las nuevas energías y de los nuevos sectores tecnológicos. Tanto el gobierno central como el andaluz conocen bien el mapa empresarial y económico de nuestra tierra y saben que la reactivación económica, empresarial y social, va a venir de la mano tanto de los sectores consolidados, como del apoyo e impulso que en ellos se desarrolle de las pymes andaluzas que constituyen de forma mayoritaria el tejido productivo andaluz, para llevar a cabo una recuperación lo más transversal posible y en el menor plazo asumible.
–¿Hay razones para ser optimistas con respecto al futuro cercano de la economía andaluza?
Sinceramente pienso que sí. En Andalucía y otras zonas limítrofes, se dan unas circunstancias de las que se carece en otras zonas de España y de la UE. Tras la pandemia, las prioridades de valoración personal de cada individuo variarán en un porcentaje más o menos relevante, pero cambiarán y habrá una parte de nuestra sociedad que prime más unos valores o calidades que otras, creo que no hay que decir que la cuenca mediterránea y Andalucía pueden ser grandes beneficiarios de esta transformación social. Además, desde hace unos años se han conseguido avances importantes en producciones energéticas de las que nuestra región es líder a nivel europeo, esto también respaldará la creación y propagación de servicios a estas producciones. Las administraciones locales y autonómicas tendrán que trabajar para que todo el valor añadido posible se fije en nuestro territorio, de manera que garantizar un futuro laboral, de mayor y mejor formación, con más desarrollos y alternativas profesionales, sea lo más alcanzable posible.
–¿Y con respecto a un futuro más lejano?
–Aún no he sacado brillo a ninguna bola de cristal, pero sinceramente pienso que lo que seamos capaz de hacer durante el próximo lustro o, yendo muy allá, hasta el 2030, determinará un escenario donde nuestras siguientes generaciones ratifiquen si el compromiso que nos movió fue acertado y bien ordenado. Hay que alejarse de las excentricidades e ideologías sectarias, tenemos que movernos en la colaboración mutua y encontrar los puntos que nos hagan avanzar con mayor solidez y con más adeptos a la causa, que no es otra más que mejorar nuestra sociedad. Claro que esto dicho así puede ser entendido como una declaración más voluntarista que otra cosa, hasta pecar de chocante buenismo, pero lo que sí es patente es que el camino que llevamos no es el más adecuado para construir ese futuro que, de manera mayoritaria, quiere nuestra sociedad, claro que esto ocurre cuando los intereses generales se apartan y priman los individuales, por mucho que éstos últimos fueran estratégicos para algún colectivo o grupo ideológico.
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