Los ingresos psiquiátricos de menores de 20 años aumentan un 40% desde 2019

En 2022 se contabilizaron 10.875 casos mientras que en 2019 fueron 7.763, según se pone de manifiesto en foro en Valencia

Salud mental: La pandemia poscovid

¿Cuáles son los mayores problemas de salud mental de los adolescentes?

Adolescentes en un aula
Adolescentes en un aula

El incremento en los últimos años de los trastornos de salud mental entre niños y adolescentes hace que la situación sea considerada como una epidemia por los expertos en psiquiatría, que reclaman un esfuerzo especial para la detección precoz de unas patologías que han aumentado casi un 40% los ingresos hospitalarios pediátricos previos a la pandemia.

Así se ha puesto de manifiesto el Fórum "El reto de la salud mental en la Comunitat Valenciana", que ha reunido a expertos para abordar un problema en crecimiento ya que, según el último informe del Sistema Nacional de Salud, el 37 % de la población española sufre algún trastorno de salud mental.

Eduardo Aguilar Garcia-Iturrospe, psiquiatra en el Hospital Clínico de València, ha indicado durante el encuentro, promovido por Johnson & Johnson con la colaboración de À Punt, que la pandemia no ha causado los principales problemas de salud mental, pero los ha aflorado y "ha tenido algún efecto", especialmente por la influencia que las redes sociales o algunos videojuegos han tenido en niños y adolescentes.

Concretamente, en España se registraron 7.763 ingresos psiquiátricos hospitalarios de personas menores de 20 años en 2019, por los 10.763 que se contabilizaron en 2021 y los 10.785 de 2022, lo que supone un aumento de casi el 40 %, que se ha estado manteniendo.

Aguilar, que también es investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) y del Instituto de Investigación Sanitaria del Clínico (INCLIVA), ha señalado que las personas más vulnerables son las que tienen un trastorno mental grave, pero también "dos colectivos con una sensibilidad especial: los ancianos y adolescentes", que tienen "una necesidad de atención que antes de la pandemia apenas se veía".

"Antes en el hospital teníamos uno o dos niños ingresados en pediatría, pero ahora es muy frecuente que haya dos o cuatro", por lo que "están demandando más del doble de la atención" que antes, ha advertido.

A su juicio, esto "se puede calificar como epidemia" entre los jóvenes y niños, no tanto en cuanto a suicidios porque "no es tan común como en gente mayor, pero son enfermos que sí presentan conductas autolesivas, que se producen cortes y lesiones", lo que provoca "un sufrimiento muy grande para ellos y sus familias".

"Faltan recursos para diagnosticar" los problemas de salud mental en niños y adolescentes y es una situación "que no podemos dejar pasar", ha asegurado.

El director de la Oficina de Salud Mental y Adicciones de la Comunitat Valenciana, Bartolomé Pérez, ha destacado que la cuestión prioritaria es "detectar el malestar que lleva a la conducta suicida".

En este sentido, ha añadido, "es necesario introducir la detección precoz en los exámenes en la infancia, con psicólogos dependiendo de los servicios de salud mental en la escuela, en colaboración con Educación, para detectar ese malestar" porque, según el experto, se sabe que "la prevalencia en patologías que desembocan en intentos de suicidio es elevadísima".

Un tratamiento interdisciplinar

Bartolomé Pérez ha señalado que "no hay forma de plantearse" el abordaje con éxito de la salud mental sin la implicación de psiquiatras, psicólogos y enfermeros, pues se necesita un tratamiento interdisciplinar.

La doctora Pilar Sierra San Miguel, psiquiatra en la Unidad de Trastornos Bipolares del Hospital La Fe de València, ha resaltado que la implicación de las tres ramas sanitarias es fundamental no solo para el tratamiento, sino para "evitar recaídas".

En su opinión, también juega un papel crucial las asociaciones de pacientes y figuras como la del "paciente experto", quien según apunta Bartolomé Pérez "es una persona con experiencia de vida" con una enfermedad mental grave que tiene una formación regulada para el asesoramiento de otra persona que también padece la enfermedad.

Una figura que "requerirá una formación dirigida por la OMS y por nosotros" y que sean "personas con cierta estabilidad", según Pérez, pero que son "excelentes" y les "ayudan a tener una visión más realista sobre las necesidades de la persona que tiene la enfermedad".

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