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La construcción y el cambio de modelo

Tras siete años a la espera del nuevo modelo productivo que debía tomar el testigo del ladrillo, nos encontramos con que la única alternativa, al menos en Andalucía, es la propia construcción.

Joaquín Aurioles

29 de noviembre 2014 - 01:00

LOS únicos cambios en el modelo productivo andaluz y español han venido de la mano del bisturí sobre lo insostenible, aunque con honrosas excepciones, como el ímpetu con que el sector exportador ha decidido abandonar su letargo de los últimos 15 años. Algo parecido ha ocurrido con el turismo, que buscando en el exterior una alternativa a la debilidad del mercado nacional, está consiguiendo capear el temporal sin necesidad de grandes reformas internas. En el caso de bancos y cajas de ahorro o en el sector público y el conjunto del entramado institucional las cosas han sido diferentes. Obligados a claudicar ante los excesos y hostigados por los casos de corrupción, de ninguno de ellos cabe esperar aportaciones significativas a la reducción de la carga del desempleo en los próximos años. Así que, después de siete años a la espera del nuevo modelo productivo y de conocer la actividad que debería tomar el testigo de la construcción como motor de la economía y del empleo, nos encontramos con que la única alternativa, al menos en Andalucía, es... la propia construcción.

Llegó la noticia de que, por primera vez desde comienzos de 2008, los precios de la vivienda subieron en el segundo trimestre del año un 0,8% en España y una décima menos en Andalucía. Posteriormente se conoció que el acumulado en préstamos hipotecarios hasta el mes de agosto había superado, también por primera vez, al del año anterior (un 3,4%) y que en setiembre se duplicaba el crecimiento. Por otra parte, a lo largo del año se han venido sucediendo las noticias sobre desembarcos de grupos financieros e inversores internacionales en el mercado inmobiliario español, que inmediatamente se han interpretado como señal inequívoca de la proximidad del final en el ajuste de los precios y de la reactivación del mercado. Los datos sobre transacciones inmobiliarias que publica el Ministerio de Fomento también comienzan a apuntar en la misma dirección. Durante el segundo trimestre del año se realizaron 91.338 operaciones de compraventa de viviendas en España y 18.589 en Andalucía, que son los mejores datos en ese trimestre de los últimos años, únicamente superados por periodos previos a los cambios en la fiscalidad.

Ante esta significativa acumulación de evidencias no sorprenden los primeros pronósticos optimistas acerca de la evolución del sector. Aunque 2014 seguirá registrando una fuerte contracción (el consenso se sitúa entre 2 y 2,5%), se reciben las primeras conjeturas sobre la posibilidad de un crecimiento superior al 1,5% en 2015 y de su intensificación en los años posteriores. En cualquier caso, una perspectiva moderadamente optimista porque tan sólo permitiría que en 2017 se recuperase el nivel existente en 2012, aunque siempre dependiendo de diferentes circunstancias. Entre las favorables hay que destacar la consolidación de las perspectivas de crecimiento para la economía española en 2015, la dinámica del consumo interno observada en los últimos datos de contabilidad nacional y el mantenimiento del Euríbor por debajo del 1%, a pesar de que el diferencial con el tipo medio en las hipotecas se mantenga en torno al 2,5%. Entre las adversas, la insuficiencia del crédito y la debilidad de la economía europea.

Comienzan a perfilarse, por tanto, las respuestas a dos de las cuestiones habituales en torno al a la construcción: cuándo finalizará el ajuste y cuál será la velocidad de crucero en el futuro. La experiencia internacional, sobre todo la norteamericana, señala que previamente a la recuperación del sector de la construcción tiene que producirse el despegue de la actividad en el inmobiliario. Sólo cuando el número de transacciones y el valor de las mismas ofrezcan un perfil inequívocamente creciente se pondrá en marcha el mecanismo que modifica el signo de las expectativas, el retorno de la inversión y la recuperación de la actividad constructora. Según el último censo de viviendas elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), de los 25,2 millones de viviendas que existían en España en 2011, había 3,4 millones de viviendas vacías, es decir, casi un 14% del total y un 10% más que en el censo anterior de 2001. En Andalucía eran 637.221 las viviendas que permanecían desocupadas, lo que significa que todavía persiste un importante exceso de oferta en el mercado y que la recuperación de la actividad dependerá de que el sector inmobiliario comience a enviar señales convincentes de corrección del desequilibrio. Por otra parte, y si los pronósticos más optimistas aciertan, el tamaño del sector, que llegó a situarse por encima del 12% del Producto Interior Bruto (PIB) en España y del 14% en Andalucía, podría estabilizarse en torno a una cifra equivalente o ligeramente superior a la mitad de entonces (entre 6,5 y 7% en España y medio punto por encima en Andalucía).

Conviene descartar, en todo caso, cualquier idea de retorno al pasado. La crisis en el sector bancario y los desechos de la especulación urbanística invitan a pensar que no podrá ocurrir otra vez, pero ante el fracaso de la propuesta política de cambio de modelo productivo, cada vez parece más evidente que el sector de la construcción está llamado, al menos en Andalucía, a volver a desempeñar un importante protagonismo en la lucha contra el desempleo.

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