¿Es China el modelo a seguir?
La revista The Economist ha elaborado (8 junio 2024) una estadística de países del mundo tomando a China como referencia por sus espectaculares logros económicos y tecnológicos en unas pocas décadas, y mide seis variables que pueden considerarse el marco de la producción: restricciones o no al capital; financiación o excedente de la cuenta corriente; la formación bruta de capital como acumulación de inversiones; lo que suponen las manufacturas en sus exportaciones como indicador de fortaleza industrial; si tienen zonas económicas aduaneras protegidas; y si son importantes los activos financieros bancarios en manos del Estado. También se puntúa el grado de autoritarismo, siendo el punto de partida de China 100, al igual que en las otras seis variables.
De la muestra de países tomamos siete y los agrupamos en tres bloques. En un primer grupo vemos dos democracias con algo de autoritarismo, India y Brasil, que comparten fuertes restricciones al capital, están justos en sus excedentes por cuenta corriente, y tienen zonas aduaneras especiales; sin embargo divergen en sus exportaciones, pues India es un país manufacturero y Brasil no, y en India el sistema financiero es público y en Brasil sólo en parte. Pero la diferencia más significativa es que en India la formación bruta de capital es relativamente alta, (54 siendo 100 China), y en Brasil muy baja, 16 en esta referencia. En un segundo grupo escogemos a Turquía y Méjico, también democráticos pero más autoritarios que India y Brasil; y lo único que comparten es que sus exportaciones son manufactureras; Turquía está muy cerrada a los movimientos de capitales y Méjico bastante abierta; tampoco difieren mucho sus cuentas corrientes, que son débiles, ni en las zonas aduaneras especiales, pero en Turquía una parte importante del sistema financiero es de control público, y en Méjico no. En cuanto a la formación de capital fijo, Turquía es relativamente fuerte (53 sobre el 100 de China), pero no tanto Méjico (31), aunque al ser común al alquiler de fábricas como forma de inversión por parte de Estados Unidos, puede tratarse de una cuestión estadística.
En un tercer grupo tomamos Corea del Sur, España y Alemania, que se reconocen como democracias plenas del mismo nivel. Las tres están abiertas al capital, y con un excedente apreciable de cuenta corriente, destacando Alemania. En Corea del Sur y Alemania los bienes manufacturados son el meollo de las exportaciones, y menos en España; Corea del Sur trabaja bastante con zonas aduaneras protegidas, pero no Alemania ni España. Una diferencia significativa es que en Corea y Alemania una parte muy importante de los activos financieros bancarios son públicos, pero en España la presión bancaria y aversión conservadora hacia lo público lo desmontó, así como el fondo de la seguridad social, que hay en casi todos los países en forma de fondos soberanos para el ahorro e inversión pública. En cuanto a la formación de capital fijo, es muy alta en Corea (63, de nuevo sobre el 100 en China), menor en Alemania (31) y relativamente baja en España (26).
La formación bruta de capital fijo merece una reflexión. En países avanzados suele ser más baja que en los pobres y emergentes, que ofrecen más oportunidades de desarrollo. China es excepcional, pues la fuerte inversión productiva pública y privada se corresponde con un consumo bajo, en un desequilibrio que sólo encuentra salida por las exportaciones. Por otra parte, las grandes empresas en economías avanzadas invierten poco, recompran y especulan con sus acciones, y literalmente no saben qué hacer con su liquidez, de ahí la compra de empresas y activos a precios disparatados. Pero hay excepciones muy significativas como Corea del Sur, Irlanda, Suecia, o Suiza, donde las
empresas siguen una política de inversión productiva en el propio país; en España, sin embargo, la inversión en el sector turístico-inmobiliario ha sido secularmente la alternativa a la inversión manufacturera, reduciendo posibilidades de aumento de productividad y empleo.
Dos ideas podemos sacar de todo esto. Una, que es preciso ser prudentes en las recomendaciones, por ejemplo en las privatizaciones, transformación de sectores, o un sistema financiero con peso público o no, pues cada país tiene sus circunstancias, y lo que está funcionando en uno puede fracasar si se trata de imitar, sin más, en otro. Esto es válido también para las políticas de comunidades autónomas, pues los extremos de fuertes liberalizaciones o controles no suelen ser buenos, y hay que buscar equilibrios que vayan dando persistentemente resultados en plazos largos. La otra idea es sobre el grado de autoritarismo en los países, donde China es 100, y los países más avanzados económicamente, entre ellos España, están en el entorno de 20. Por una parte, la economía china es un éxito y sirve de modelo a otros países; por otra, habría que sostener que debe conseguirse la prosperidad económica con democracia. Pero es preciso predicar con el ejemplo, y el que está dando Estados Unidos, que es a la vez referencia económica y de democracia, es desastroso. Un jurado de 12 personas normales, por unanimidad, no han creído que el presidente Trump, cuando su mujer estaba de post parto y pagó a una prostituta con dinero de origen ilícito, lo quiso ocultar según decía para no hacer daño a su mujer, sino que han considerado probado que lo hizo sólo para no entorpecer su elección. Melanie Trump llevaba tiempo sin hablar, y lo hace tras el intento de asesinato de su marido con un tono nostálgico hacia lo bueno que puede recordarse siempre en la vida de una pareja, y con una llamada a la concordia; pero si en ese país poderosas empresas financian la campaña de Trump, si su partido lo apoya sin fisuras, si millones de mujeres van a votarlo, ¿cómo explicar esta verdad democrática a una mujer china?, ¿cómo poner a nuestras cínicas sociedades liberales de modelo a países más pobres que necesitan referencias limpias, moralmente sólidas, para sacar sus complicadas vidas adelante?
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