El cable azul o el cable rojo

A Europa, atrapada entre la audacia y la indecisión, se le agota el margen de reacción ante la crisis, cuyos efectos podrían ser aún peores que los de 2008 · EEUU presiona como nunca antes a Bruselas

Elena Salgado conversa con el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, en presencia de Christine Lagarde, directora general del FMI.
Elena Salgado conversa con el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, en presencia de Christine Lagarde, directora general del FMI.
Fede Durán

26 de septiembre 2011 - 05:02

"La Eurozona tiene seis semanas para solucionar su crisis". Es una de las frases pronunciadas por el ministro británico de Finanzas, George Osborne, durante la asamblea anual del FMI celebrada la pasada semana en Washington. "Las autoridades europeas deben crear un cortafuegos ante la amenaza de una suspensión de pagos en cascada". Ésta la acuña Timothy Geithner, secretario del Tesoro de EEUU. No es casualidad que ambas advertencias, convenientemente disfrazadas de sugerencia, provengan del mundo anglo, diseñador absoluto del mecanismo que informa las actuaciones del FMI y el Banco Mundial. Europa, piensan todos (también los emergentes), es el gran problema. Si no despierta, la crisis, tal y como admitió la directora general del Fondo, Christine Lagarde, "será peor que la de 2008".

La economía mundial está en una encrucijada. A su izquierda el camino es una cuesta. A su derecha, un precipicio. Las previsiones de un año atrás han sido masivamente revisadas a la baja. Entre los pudientes, sólo Japón mostrará repuntes importantes gracias a la reconstrucción postsunami. La decisión debería tomarla por todos Alemania. Izquierda o derecha. Cable azul o cable rojo.

Entretanto, los mercados no perdonan, y el deterioro deja a muchos blue chips (comenzando por los españoles) a tiro de opa. El Íbex ha perdido en lo que va de curso alrededor del 18%. El Dax germano un 24%. París un 26%. Y Milán más del 32%. Entretanto, las agencias de rating siembran el terror en los tesoros de la europeriferia, tan pendiente de la prima de riesgo que el concepto ha pasado a ser un compañero habitual.

Si Bruselas necesita un cortafuegos, Grecia es el foco del incendio. Distintos diarios del país filtraron unas declaraciones del ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, en las que alertaba de que una quita ordenada del 50% de la deuda helena era "el mejor de los escenarios". Para tapar la hemorragia principal y afrontar las secundarias (Irlanda Portugal, Italia y España), se supone que la Eurozona se ha pertrechado convenientemente. La Facilidad Europea de Estabilidad Financiera contó con el beneplácito del club más inextricable del planeta, pero las dudas todavía gotean: parece descartada la ampliación del fondo, dotado con 440.000 millones, aunque el consejo de EEUU respecto a un refuerzo del mismo vía apalancamiento sí está sobre la mesa, según el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.

Cruciales serán los movimientos del BCE, una vez constatado que el twist (canje de deuda a distintos plazos de vencimiento) de la Reserva Federal y Ben Bernanke causó básicamente decepción y más volatilidad. El organismo que aún comanda Jean-Claude Trichet (Mario Draghi llegará en noviembre) tiene dos potenciales cartas en la manga: rebajar los tipos de interés pese a que la tendencia era hasta la fecha justo la contraria, con dos subidas en lo que va de 2011, hasta el 1,5%; y ampliar su gama de préstamos incluyendo créditos a un año que complementen la colección actual (los hay a una semana y a uno, tres y seis meses) y den un respiro a las empresas, cuyo principal problema hoy es la falta de liquidez. Tan importante como lo que diga Trichet será lo que opine, de nuevo, Alemania. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, anestesia a los mercados casi con la misma eficacia.

Los salvavidas del FMI son de gama baja. Su capacidad de préstamo no llega a 300.000 millones. En la cumbre de Washington, sin embargo, se ha producido una reivindicación no por clásica menos interesante. Los países emergentes , y entre ellos especialmente los Brics -China, India, Brasil, Rusia y Sudáfrica-, ofrecen más ayudas a la franja rica del planeta a cambio de una revisión de las cuotas de poder, donde EEUU, con un peso del 16,74%, es el único país con derecho a veto para las decisiones que requieren una mayoría cualificada. Si se atiende al rol de China (máximo acreedor de Estados Unidos; comprador de deuda pública allá donde se le llame), las reticencias del Imperio caerán voluntaria o forzosamente más temprano que tarde.

¿Y España? Aparentemente, ha cerrado la herida del déficit tras el redoblado compromiso disciplinario de las CCAA. A medias quedan, todavía y peligrosamente, dos reformas esenciales: la financiera y la laboral.

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