La UE se moviliza para atajar la crisis de la deuda
Varios mandatarios europeos han interrumpido o suspendido sus vacaciones para mantener consultas urgentes y convocar al G7. Italia acometerá reformas adicionales.
Los líderes europeos mantuvieron múltiples conversaciones a varias bandas ante la gravedad de la crisis de la deuda y promovieron la convocatoria urgente de un G7, mientras que la Comisión Europea pidió una tregua a los mercados y a la eurozona que cierre su acuerdo anticrisis en pocas semanas.
Varios mandatarios europeos -como la canciller alemana, Angela Merkel; el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero; el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi; el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el líder británico, David Cameron- interrumpieron o suspendieron sus vacaciones para mantener consultas urgentes entre ellos y con el dirigente de EEUU, Barack Obama. La gravedad de la crisis, que provocó que la prima de riesgo de Italia y el rendimiento de sus bonos superaran a los de España y que las principales bolsas se desplomaran de nuevo, requería esas frenéticas gestiones.
Fruto de las mismas es la convocatoria urgente de un G7 de ministros de Finanzas, una reunión que en un principio estaba prevista en Marsella (Francia) para el 8-10 de septiembre próximo y que podría ser preparatorio para un G8 de jefes de Estado y de Gobierno, según anunció Berlusconi tras conversar por teléfono con Sarkozy. Mientras, Zapatero y Berlusconi consideraron "poco comprensibles las fuertes fluctuaciones y los movimientos especulativos de los mercados", que afectan sobre todo a España e Italia.
El presidente del Ejecutivo español y el dirigente francés ratificaron, por su parte, su "determinación de defender la estabilidad de la zona euro" y coincidieron en la necesidad de que los distintos gobiernos colaboren y coordinan sus actuaciones "en una perspectiva global".
Esa valoración la compartió el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, quien dijo en rueda de prensa que la crisis ya no solo afecta a Europa y que, por tanto, la respuesta política debe ser coordinada a través del G7 y el G20. Mientras el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, permanecía en Portugal, aunque trabajando y en contacto constante con varios líderes, Rehn regresó de urgencia a Bruselas y pidió tiempo a los mercados, una tregua en su "incomprensible" acoso a la deuda española e italiana. Pero también solicitó a la eurozona que cierre su acuerdo anticrisis en el plazo de pocas semanas.
Precisamente, los diferentes mandatarios reiteraron la importancia de que se implementen "rápidamente" el acuerdo sobre el segundo rescate a Grecia y el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) para que pueda prevenir, recapitalizar bancos y comprar bonos en el mercado secundario.
Rehn apeló al sentido común de los inversores al recalcar que "un acuerdo tan global, detallado y técnicamente complejo requiere tiempo para ser implementado". Aseguró que la UE y sus instituciones y expertos están trabajando "día y noche" para concluir el acuerdo. "Estamos avanzando rápidamente", explicó. "El trabajo técnico será completado por la vía urgente" en "semanas y no en meses", de manera que el pacto debe estar listo "a principios de septiembre".
"Esperamos de todos los estados miembros de la zona euro que cumplan esa fecha límite", insistió Rehn, quien también hizo una autocrítica, al admitir que Europa ha sido incapaz de comunicar los resultados del acuerdo de manera eficaz a los mercados.
El comisario defendió además a España e Italia y calificó de "injustificado" el acoso de los mercados a esos dos países, al tiempo que descartó un rescate. "Creo que ninguno de estos países va a necesitar un programa especial" porque los fundamentos económicos no lo justifican y las acciones de los gobiernos tampoco, indicó.
Tras la negra semana bursátil, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, decidió la aceleración de algunas de las medidas de ajuste contenidas en su reciente plan de austeridad y la aprobación de nuevas reformas económicas destinadas a calmar la inquietud de los mercados sobre las finanzas públicas de Italia.
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