Gonzálo Urquijo, presidente de Abengoa
Gonzálo Urquijo, presidente de Abengoa

Cádiz/La Nueva Abengoa, la que surgió después de que los acreedores tomasen el control de la empresa tras el preconcurso de 2015, tendrá una tercera oportunidad de evitar la que sería la mayor quiebra registrada en España.

La histórica Abengoa entró en barrena en el verano de aquel año, cuando sus problemas de liquidez se tornaron en una cuestión de solvencia. Hasta el punto de que los bancos, liderados por el Santander, descabalgaron de la presidencia de la compañía a Felipe Benjumea, perteneciente a una de las familias que fundó la compañía en Sevilla en 1941. Tenía entonces una deuda cercana a los 10.000 millones de euros, casi 24 empleados. Era un gigante con los pies de barro que estaba a punto de derrumbarse. Pero no lo dejaron caer.

En noviembre de 2015, Abengoa se vio forzada a presentar preconcurso de acreedores ante la imposibilidad de hacer frente a sus obligaciones. Era un movimiento legal preciso, para conseguir el que fue su primer rescate. Entonces, se creyó que era suficiente para salvarla. Pero no fue así.

Previamente negoció con bancos, fondos de inversión y demás acreedores un plan de reestructuración que dejaba a los accionistas históricos de la compañía reducidos a la mínima expresión.

Un año después de presentar el preconcurso, en noviembre de 2016, éste pudo levantarse, y se abrió un periodo para ejecutar el rescate pactado.

Fue complejo pero se logró. En abril de 2017, se hizo efectiva la reestructuración y la Nueva Abengoa se lanzó a recuperarse.

Tras varios cambios en la presidencia, la compañía fichó a un ejecutivo, Gonzalo Urquijo, para que pilotase la nueva andadura.Éste lanzó una estrategia, pactada con los acreedores, de vender los principales activos de la compañía, que a su vez se centraría en su negocio tradicional de ingeniería y construcción.

Pronto se pudo ver que ese rescate no sería suficiente. Sobre todo después de un revés judicial. Acreedores que no aceptaron la primera de las reestructuraciones, que implicaban quitas del 70% de la deuda, lograron que un Juzgado Mercantil de Sevilla estimara 48 impugnaciones al rescate y declaró viva su deuda. Ese contratiempo y otros llevaron a la compañía a pedir una segunda oportunidad. Menos de dos años después del primero, firmó un segundo rescate, consistente en 97 millones de liquidez y avales por valor de 140 millones de euros.

Pero ni con ese nuevo impulso financiero Nueva Abengoa ha logrado remontar el vuelo. La razón la dijo sin tapujos Urquijo a los mercados al presentar este tercer rescate que se firmó ayer, y que todavía no está logrado. “El negocio no da”, dijo, para sostener la deuda que Abengoa todavía tiene: 5.948 millones de deuda bruta a cierre de 2019.

El acuerdo de ayer supone la tercera oportunidad para que Abengoa se salve definitivamente. Y cabe preguntarse si será la definitiva. La respuesta es que aún no se sabe, porque aún no está revertido el desequilibrio patrimonial que tiene, de 388 millones.

Ha dado un paso de gigante, con la ayuda de la política, sobre todo del Gobierno central, al que ahora se sumará también la Junta. Hay en juego 14.000 empleos, de los que 2.600 están en España, y la mayoría en Andalucía.

Pero todavía necesita que proveedores y bonistas que son titulares de 153 millones de deuda asuman que para no perderlo todo tienen que trasformarla en un préstamo participativo sindicado.

Si lo logra, en septiembre, Abengoa habrá conseguido salvarse de la quiebra por tercera vez en un lustro pero quedará por conocerse también la respuesta a si es la definitiva. Sólo lo será si el negocio da para sostener a la Nueva Abengoa con la deuda que quede.

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