Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Entrevista a José Domínguez Abascal
José Domínguez Abascal (Sevilla, 1953) estaba en Harvard, pasando un año de estudios, cuando Teresa Ribera le llamó para ofrecerle ser secretario de Estado de Energía. Este ingeniero, catedrático de Estructuras, formaba parte con la hoy ministra de un grupo que nutría de propuestas políticas sobre la transición energética al actual presidente del Gobierno.
-Vuelve a la política, fue secretario de Universidades de la Junta. ¿Le fue tan bien como para volver?
-No, la respuesta es no. Pero dentro de mí está echar una mano, si vamos en un coche y se pincha la rueda, yo soy el que busca el gato. Siempre he tenido la inquietud de colaborar en los proyectos colectivos, ha sido como una ambigüedad en mi vida, entre la actividad profesional, la de investigador y ésta otra colaborativa. Ya tengo 64 años, y me parecía que podía ser un buen momento. Este es un momento mucho más ilusionante que aquel en el que entré en la política autonómico. Y, además la capacidad de influir desde el Gobierno del Estado es mayor, claro.
-¿Por qué es más ilusionante?
-El Gobierno del PSOE en la Junta de Andalucía es como una continuación de todo, viene siendo así desde hace 40 años, no van a cambiar en gran medida las políticas, es como seguir en una acción de guión conocido. Y el momento político nacional es apasionante.
-El nombre del Ministerio, que se llama “para la Transición Ecológica”, es una declaración de intenciones, pero lo realmente rompedor es que la Secretaría de Estado de Energía forme parte de ello.
-Sí, el Ministerio está lleno de mensajes, es el único que se llama para algo, no de algo. El objetivo está en su nombre. Si no estuviera Energía dentro, sería un ministerio ecológico al uso, con un cierto sentido de la incapacidad porque si la energía no está dentro de la transición ecológica, ésta es prácticamente imposible. No se puede hacer una transición hacia un medioambiente limpio, sano y libre de emisiones contaminantes si no metes la energía en la ecuación.
-¿Los objetivos ya están fijados? Está el 32% de la energía consumida en 2030...
-En el mundo de la energía se ha producido un cambio radical en el sentido de que, en este momento, nadie pone en duda que las energías renovables son las energías del presente, no ya del futuro. Y, en cambio, las energías fósiles son las del siglo XIX, las del XX, son las del pasado. Y esto lo ha hecho posible un desarrollo tecnológico que permite que el coste de la energía derivada del sol o del aire es menor que la procedente de los combustibles fósiles.
-El Gobierno socialista anterior, el de Rodríguez Zapatero, fracasó en la implantación generalizada de las energías renovables con una política de primas no sostenible.
-Hay una diferencia enorme, y es que hace diez años la generación de energía fotovoltáica, o la eólica, pero sobre todo la fotovoltáica era cinco veces más cara. Antes, el cuidado del medio ambiente era un lastre para el desarrollo económico, y ahora el medio ambiente es una oportunidad para el desarrollo económico. Ésa es la gran diferencia.
-¿Por qué es más barata la fotovoltáica? ¿Es China la responsable?
-No, o no sólo. Ha habido cientos de laboratorios y miles de investigadores que han mejorado la efectividad de las células; otros han mejorado la eficiencia de los generadores eólicos y, por supuesto, la mejoría de las técnicas de fabricación.
-¿Sería posible llegar a 2030 con ese 32% de energía renovables consumida sin primas?
-Absolutamente, la respuesta es sí, no me cabe la menor duda. No hablamos ni de lastre ni de un precio que debamos pagar por el medio ambiente, es una oportunidad. Ha ocurrido algo parecido con las luces Led para el uso urbano, es que se ahorra mucho consumo. Es el momento tecnológico el que cambia las reglas.
-No hay intención de volver a las primas.
-No, lo que hay es la intención de promover esa transición. La realidad es que hay una serie de instalaciones, de inversiones, de generación eléctrica de empresas, de refino de petróleo, de los vehículos de los propios ciudadanos que están ahí y que no se pueden cambiar de la noche a la mañana. Pero la posibilidad técnica y económica sí están, lo que ocurre es que esto no es de la noche a la mañana. Si hoy descubriéramos un método el doble de barato para construir casas no derribaríamos las existentes.
-¿Las centrales térmicas de carbón cerrarán?
-Sí, eso va a ocurrir y más pronto que tarde. Lo que nos preocupa, y nos ocupa, es hacer una transición energética justa, no la podemos hacer a costa de unas comarcas deprimidas o de un grupo determinado personas. Ahora, dicho esto, las centrales de carbón son del siglo XIX y medio del siglo XX. El 86% del carbón que se consume en España es importado, pero es verdad que hay una población ligada a ello, pero el carbón no es sólo productor de gases de efecto invernadero, sino de otros que son nocivos para la salud. La mitad de las instalaciones de carbón del país no están haciendo unas reformas que son obligatorias para 2020, de modo que parece que no lo terminarán haciendo. Son seis o siete que no van a hacer la transición, son la mitad. Y a la otra mitad le tendremos que ir encontrando soluciones para que, en cinco o seis años a partir del 2020, no haya plantas de carbón en España.
-¿Qué opinión tiene de las centrales de ciclo combinado, de gas, que están cerradas?
-Es parte de la solución, son menos contaminantes que las de carbón. Desde la perspectiva de la seguridad del suministro, las centrales de carbón se podrían cerrar mañana y ser sustituidas por las de ciclo combinado, lo que ocurre que hay otros condicionantes sociales. Pero lo vamos a hacer en menos de una década.
-¿Desaparece, pues?
-El carbón está llamado a desaparecer, aunque es verdad que eso acarrea problemas, y no sólo sociales, el carbón forma incluso parte de la identidad de algunas zonas. Es como la pesca para los gallegos o el aceite para los andaluces, la patrona y las fiestas del pueblo está en relación con el carbón. En el régimen especial del carbón hay en España 1.600 personas, estamos hablando como 50 veces menos que el número de puestos de trabajo que ha reducido la banca en los últimos años. No es un problema cuantitativo, sino cualitativo, y esto nos va a obligar a mucho diálogo, pero va a ocurrir. Un jefe de la delegación saudí en una conferencia de la OPEP dijo, sobre el petróleo, que había que estar preparados porque la Edad de Piedra no se acabó por falta de piedras. La edad del carbón no se va a acabar por su falta, sino porque contamina y porque hay soluciones más baratas.
-¿Y el impuesto del sol?
-El impuesto del sol va a desaparecer, porque nunca tuvo una explicación. No tiene sentido y,además, la introducción de renovables y del autoconsumo es bueno y hasta cierto punto eficiente. Al final, si uno consume lo que produce, no hay gasto en el trasporte, pero si viertes a la red el excedente, el transporte para tu vecino es menor que si viene de una central. Hasta cierto nivel, es eficiente desde el punto de vista de las pérdidas en el transporte. La modificación de un impuesto se debe hacer por ley, pero el Congreso se ha manifestado ya mayoritariamente en contra de ello, lo que será posible al desaparecer el veto del PP.
-¿Cuál sería un pool adecuado de generación eléctrica en 2050?
-En 2050 toda la electricidad debiera ser renovable, y es el objetivo de la Unión Europea.
-¿Y la del transporte?
-Eso es más complicado, pero creo que ya deberíamos hacer, de acuerdo con los ayuntamientos, que la flota dedicada al transporte urbano fuera eléctrica.
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