José Gandía recibe el VIII Premio Innovación Agroalimentaria de Grupo Joly y Santander

El empresario José Gandía, presidente de SAT Royal -empresa líder europea en fruta de hueso y referente en frambuesas y sobre todo arándanos- ha recibido este miércoles el VIII Premio Innovación Agroalimentaria de Grupo Joly y el Santander en el Palacio de Yanduri, sede del banco en Sevilla.

El acto, muy emotivo, ha contado con la asistencia de unas 300 personas, la mayoría empresarios, entre ellos algunos de los premiados en anteriores ediciones, como Antonio Hernández Callejas, presidente de Ebro Foods; Antonio Gallego, director general de Migasa; también estuvieron presentes el presidente de Santander España, Luis Isasi; su director general de Banca Comercial en España, Ángel Rivera; la consejera de Agricultura, Carmen Crespo; y el presidente de los empresarios andaluces, Javier González de Lara, entre otros muchos.

Gandía se mostró “emocionado” por recibir el premio y afirmó que la innovación es “parte” de su ADN. Explicó que cuando se instaló en Sevilla en los años 70, tras finalizar sus estudios universitarios, se focalizó en pensar qué podía aportar a esta tierra. Gracias a la colaboración con un amigo francés que vivía en la capital hispalense, contactó con la Universidad de California y sus avanzados genetistas y trajo a Andalucía nuevas variedades de fruta de hueso adaptadas al clima.

“Eso fue enriqueciendo el patrimonio y las posibilidades de Andalucía”, afirmó Gandía, quien se mostró orgulloso de haber contribuido a “mejorar la sociedad desde mi pequeña atalaya”. Sobre todo ha sido así en Marruecos, donde ha constituido una fundación que enseña a leer y escribir y algo de matemáticas a hijos de empleados. Pero también en España, donde, recordó Gandía, fue cofundador de Fruit Attraction de Madrid, una feria que ya es un referente mundial.

Gandía, que es el alma de SAT Royal, aseguró que el premio no es solo para él sino para todas las personas que lo han acompañado en la empresa. Su tarea dijo, “va a continuar”, como él continuó la de sus padres, citricultores valencianos que se instalaron en Marruecos en los 50, y a donde él volvió cuando tenía 63 años. Nunca es tarde si se trata de crear e innovar.