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El Premio Nobel de Economía Paul Krugman ha afirmado que la "única" esperanza para el euro es que el eje Rajoy-Monti-Hollande, que califica como "la coalición del antiguo Imperio Romano", exija a Alemania la compra masiva de deuda soberana por parte del BCE este mismo año. El premiado economista y divulgador estadounidense observa un "riesgo de colapso" de la moneda única es del 40% tras la pasada cumbre europea.
Así, que se haya abierto la vía a la recapitalización directa de la banca y a facilitar el uso de los fondos europeos de rescate para comprar deuda de países bajo presión en los mercados es "un paso en la dirección correcta", aunque cree que "hacen falta otros veinte" pasos. "Lo mejor que se puede decir es que tal vez la cumbre sea un augurio de que está llegando el cambio en la política europea", decía Krugman antes de conocerse que Finlandia amenaza uno de sus logros, con el bloqueo de compra de bonos en el mercado secundario.
Según el premio Nobel de 2008, que se encuentra en España para promocionar su obra ¡Acabad ya con esta crisis! (Crítica), hace un año hubiese sido impensable que la canciller alemana, Angela Merkel, hubiese hecho alguna concesión frente a sus políticas de austeridad. Su diagnóstico es que los alemanes "han construido un mito sobre lo que ocurre en el sur de Europa", a su juicio falso, ya que en España no existían niveles tan altos de déficit y deuda pública, y aunque hubo una burbuja inmobiliaria "fue culpa de todos y de nadie: las cajas de ahorro dando muchos créditos, pero con liquidez de los bancos alemanes".
Berlín, según Krugman, tiene "una visión moral de la deuda y una alergia a la inflación", si bien "fue la deflación de 1930-1932 lo que llevó a la catástrofe política en Alemania" (el nazismo). Por ello considera "un misterio" el por qué no ven la relación entre la situación económica de entonces y la actual.
Pero ahora, cuando "la catástrofe es tan obvia" y los tipos de interés que pagan países como España son "insostenibles", las dinámicas de negociación europeas han cambiado "bastante" y la semana pasada entró en acción "la coalición del antiguo Imperio Romano", con los presidentes italiano y español, Mario Monti y Mariano Rajoy, respectivamente, ejerciendo presión con la ayuda del francés François Hollande. "El Gobierno español no puede hacer mucho de forma individual, pero los poderes combinados de los tres países están en una posición de decir: no queremos que fracase el euro, tenemos que hacer algo".
Y para Krugman -defensor de las ideas keynesianas- hoy por hoy el Banco Central Europeo (BCE) es la única institución que tiene la posibilidad de actuar a gran escala y "cortocircuitar el círculo vicioso de los mercados" comprando bonos en grandes cantidades, imprimiendo dinero, bajando los tipos de interés y permitiendo subir la inflación durante unos cinco años. Pero el organismo que dirige Mario Draghi no puede actuar "retando" a Alemania, un país que también puede ayudar a España a aumentar su competitividad permitiendo que suban los salarios germanos y que aumenten las exportaciones españolas, que observa como alternativa a la construcción.
En el caso de España, Krugman cree que la austeridad y la disciplina presupuestaria "por sí misma" no pueden resolver sus problemas -en especial un paro cercano al 25 por ciento- aunque admite que es necesaria en algún grado. "Tengo mucha simpatía por los gobiernos de cualquiera de estos países soberanos, porque no tienen una solución fácil. El mercado está creando mucha presión para preocuparse con el déficit y al mismo tiempo tampoco les gusta que un país no logre crecer. Lo que diría es que en España debe haber la menor austeridad posible, pero tiene que haber alguna".
Sobre la conocida opinión del presidente Rajoy de que España es "como una familia, que no debe gastar más de lo que ingresa", Krugman ha opinado que esta metáfora sería "un desastre" en un país con moneda propia, pero en este caso "es un poco más como una familia", en la que en todo caso la austeridad por sí misma no resolverá los problemas.
Conocido euroescéptico, el Nobel estadounidense cree que el fin de la moneda única sería un "desastre económico y político", también para Alemania, aunque en el caso de Grecia lo contempla como una opción casi inevitable. La buena noticia en el caso español, según el Premio Nobel, es que "si fracasa España fracasa el euro. El destino de España y el euro son el mismo, y esto le da cierto poder".
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